XVI

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Se los adelante, porque los quiero mucho, así que nos vemos la siguiente semana.

Y publicaré todas las semanas pero no en día específico.

Tal vez publique el sábado y también el domingo, fin e inició de semana. Y cuenta jajaja así que nos vemos la siguiente semana.

Feliz lectura…

Trago saliva cuando la reina se pone de pie para mirarme y después mirar a Samuel, aunque su hijo se mantiene neutro y tranquilo la reina no parece estarlo.

—Samuel. Explícame.

—Natasha, vete a nuestra recámara—pide aunque es una orden, no parece que me la haya dado como tal.

Ve la duda en mis ojos, sí lo dejo es dejarlo lidiar con lo que sus padres pueden decir, pero sé que quiere evitarme un sin fin de cosas.

—Ve, en unos minutos te alcanzo.

—No tardes.

Al salir del estudio escucho los gritos que la reina le da a Samuel por dejar que lo esperé en nuestra recámara, pero estoy segura de que se refería a la suya. Subo las escaleras y algunas empleadas me observan con curiosidad, no creo que sea buena idea que yo diga algo. Entró en la recámara de Samuel y veo varias de mis cosas aquí.

Suspiró antes de acercarme a la maleta, la tomo para buscar un cambio con el que pueda dormir sin que me moleste al hacerlo, pero creo que dormir es lo menos que puedo hacer ahora, me servirá pero sólo un momento.

Trato de pensar, de recordar lo que pasó hace veinticuatro horas. Primero bebimos, luego… todo es complicado de ahí, pero sí recuerdo sus labios por todos lados. Besos dulces al momento de desvestirme, al internarse en mí. Además de caricias lentas por todos lados, la capa de sudor en mi piel, en la suya. La falta de condón en nuestras partes unidas en esa rica fricción de placer.

Dios.

Me levanto y me meto a la ducha, pero sólo para que me moje porque no tengo fuerza para bañarme. Ni la mente para hacerlo. Genial.

Escucho la puerta y de alguna forma sé que es Samuel, por eso no salgo. Pero después escucho que la puerta se abre de nuevo y una ronda de gritos llega a perturbar mi paz mental.

Cierro la llave y me pongo una bata para salir así, abro la puerta para ver a Samuel discutiendo con Bastián.

—Es una simple plebeya—gruñe Bastián.

—Ahora es mi esposa, así que vete—se dan cuenta de que los observo pero por parte de Bastián soy ignorada—. Anda, vete de mi habitación.

Bastián me mira antes de salir y dar un portazo al retirarse, me dejó caer en mi lugar pensando en que esto fue una completa estupidez. ¿Cómo mierda se me ocurrió decir que sí a este matrimonio?

Samuel me levanta del suelo para llevarme a la cama y dejarme ahí antes de recostar mi cabeza en su hombro. Lloró sobre su pecho, no me importa si mojo su camisa o algo, sólo quiero desahogarme.

Yo sólo quiero desahogarme.

—¿No hay forma de separarnos?—me separó de él para mirarlo a los ojos.

—Nat…

—Puedo decir que esto nunca sucedió—digo apresurada—. Incluso, puedo dejar de trabajar aquí… mudarme de país si gustan…

—Por Dios, Natasha—parece que estoy diciendo idioteces—. No podemos divorciarnos, conocemos las reglas de la familia real… somos un matrimonio queramos o no.

La Corona Del Príncipe (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora