XXVIII

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No les cuesta nada dejarme sus comentarios que me hacen falta en los capítulos, así que gracias.

Feliz Lectura.

Y sin comentarios no publicó el siguiente. Gracias.

Ahora sí… sigamos.

Asiento a lo que dice antes de darme la vuelta y seguir mi camino ahora con Raya siguiendo mis pasos, no demuestro nada de camino a mi habitación. Al llegar cierro la puerta con seguro antes de darme la vuelta y soltar un grito cargado de dolor e ira. Sabe de mi existencia y nunca hizo por acercarse, no hizo nada por acercarse a mí, a su hija.

Tomo el jarrón que hay en mi mesa y lo arrojo contra una pared, y todo lo que se puede romper con facilidad es lo que descarga mi enfado, no me importa el valor monetario de lo que sea que tome, el espejo de mi tocador lo hago pedazos con una silla. Raya se mantiene alejada en mi cama.

Reduzco está habitación a pedazos y me dejo caer de rodillas sobre el cristal roto. Vuelvo a gritar antes de dejar salir varias lágrimas que caen libremente sin que nada las detenga.

Con mi corazón destrozado me levanto para ir a cambiarme y quitar el vestido que se rompió de la falda por lo que hice, me pongo una pijama ligera y no pienso cuando tomó un cristal de los que rompí, camino al espejo del baño que es el único entero, presionó el material afilado contra mi garganta y trago antes de dejar caer el cristal.

Vuelvo a gritar de impotencia.

Entre mis lágrimas escucho que tocan la puerta pero no dejo entrar a nadie, levanto mi cabeza antes de tomar de nuevo el cristal sin importar que me haya cortado, tomo un mechón de mi cabello antes de cortarme el cabello hasta los hombros.

Miro el cambio y no dudo en llorar más, llevo mis manos a mi rostro para llorar con todo lo que tengo y lo que me faltaba por soltar. Al alejarlas de mi rostro veo la sangre que hay en ellas y la que deje en mi cara.

Con tristeza camino a mi cama y me acuesto en el colchón para terminar de derrumbarme.

Pasa como una hora antes de escuchar la puerta abrirse, no me giro a ver quien es, estoy demasiado triste para querer correr a alguien. 

—¿Pero qué hiciste mi niña?—me incorporo para ver a mi papá entrar a la habitación.

Me levanto y camino a él para darle un abrazo que es respondido con cariño, de nuevo a llorar cuando ya había parado de hacerlo.

Papá me carga como cuando tenía cinco años y me lleva a la cama para después sentarse y dejarme en sus piernas y hacer que mi cabeza vaya viente años atrás y que recuerde que estos momentos son los que adoraba con mi padre.

Eran por los que me gustaba que Celina no llegará a casa, sabía que mi padre se quedaría conmigo por horas y no me sentiría más triste.

—Lo siento papá, lo intente—me abraza con más fuerza—. De verdad lo siento.

Papá pone su cabeza sobre la mía para acariciarme con cuidado y hacerme entender que está para mí, para su hija.

Empieza a tararear una canción que me sé de memoria y una sonrisa aparece en mis labios, luego de hacerlo empieza a cantarla y espera a que me le una. Ambos terminamos cantándola con voz suave.

Sí papá no quisiera ser empresario podría ser cantante.

Al igual que yo.

Poco a poco la tristeza e impotencia que sentía se va borrando. Al estar con mi papá no note que mis hermanos también entraron a la recámara, o lo que quedo de ella.

La Corona Del Príncipe (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora