Capítulo 72

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La vida es injusta, lo es.

La vida arrebata a aquellas personas que amas y deja a aquellas personas que más daño han causado, la vida es una perra.

Mis ojos se cristalizan mientras miro como entierran su ataúd, el ataúd donde está la chica que amo, la chica que ame y la chica que siempre amaré, me mantengo a la distancia, solo me mantengo alejado de todos los que están aquí, mis ojos miran a todos aquí, a sus amigos, a su familia, quiero acercarme pero no puedo hacerlo, quiero ir hasta allá pero no puedo hacerlo.

Quiero gritar, quiero llorar, quiero que me entierren junto a ella, quiero estar con ella. 

La perdí, la perdí y fue tan poco el tiempo el que la tuve, merecíamos más, merecíamos mucho más, merecíamos un final feliz, merecíamos ser felices. 

Ella murió, murió camino al hospital, murió antes de llegar a este, murió en mi auto, a mi lado, murió conmigo a su lado, no pude salvarla, no pude mantenerla a mi lado. 

Lo intentaron todo, intentaron reanimarla, intentaron traerla de vuelta, pero, no lo lograron, su cuerpo estaba tan débil, ella no soporto más. 

Ella no fue la única que murió ese día, ese día morí yo también, ese día morí con ella, morí con el amor de mi vida. 

Siento mis mejillas húmedas, siento como las lágrimas bajan por mi rostro al ver a sus padres sufriendo, al ver como sus padres, su familia, se desmorona, al ver como nuestros amigos lloran por nuestra Sofía. 

Lloro con ellos, mi pecho arde en dolor y lo único que deseo es verla de nuevo, por última vez.

Solo quiero decirle algunas cosas que lamentablemente no pude decirle.

Las horas pasan, todos comienzan a irse poco a poco hasta que finalmente sus padres son los últimos en irse.

Comienzo a caminar hasta aquel sitio, comienzo a caminar hasta tener su tumba frente a mí. Las lágrimas regresan de nuevo, aquel dolor se intensifica y solo caigo sobre mis rodillas mientras lloro como nunca antes lo había hecho, mientras las lágrimas salen sin fin alguno, mientras el dolor se apodera por completo de mi, mientras mi corazón duele y se rompe en mil y un pedazos.

-te amo- suelto entre sollozos- siempre te he amado y siempre te ame- miro su nombre en la placa que yace sobre su tumba- nunca quise lastimarte, nunca quise hacerte creer que quería terminar contigo, nunca quise terminar contigo. 

Esto es lo que más odiaba, ella se fue creyendo que yo la odiaba, creyendo que yo no la amaba, creyendo que no sentía nada más por ella, ella se fue creyendo que no la amaba.

-te amo- repito de nuevo- te amo y no puedo vivir sin ti- mis ojos arden, mi garganta quema- te amo tanto que nunca fui capaz de demostrarlo como debía, te amo tanto pero no pude mantenerte a salvo, te amo tanto que he muerto contigo. 

°

Cinco años después. 

-¡reanimación!- grita una mujer con bata blanca mientras mira al hombre que yace en la camilla a su lado.

Un accidente automovilístico había traído consigo a más de diez víctimas. 

-¡reanimación!- grita de nuevo mientras mira al hombre de veintitrés años, su cabello es castaño de un castaño que fácilmente se confunde con el color dorado, su piel es blanca y tiene unos bonitos ojos color miel. 

-¡no hay más que hacer!- gritan a su lado mientras alejan el carro rojo- debes decirlo. 

Ella niega.

-no puedo- suelta en un susurro.

-Cristina- susurra su compañero de guardia. 

Cristina Greenwood mira al hombre en la camilla, mira a aquel hombre que años atrás hizo todo lo posible por traer de regreso a su sobrina, ella mira a aquel hombre que demostró que amaba por sobre todas las cosas a Sofía Greenwood.

Aclara su garganta mientras se traga el enorme nudo en su garganta y sus ojos se cristalizan. 

-es momento de que te encuentres con Sofía, Rodrigo- una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios mientras susurra en el oído del castaño, las lágrimas comienzan a bajar por su rostro mientras la máquina en la habitación no deja de sonar indicando su muerte- hora de la muerte- mira el reloj en la pared de la habitación mientras las lágrimas siguen bajando por sus mejillas- diez con veinte.

Finalmente él tendría la paz que desde hace cinco años no tenía, finalmente él podría encontrarse una vez más con el amor de su vida, finalmente él podría ser feliz de nuevo junto a ella.

°

Hay un campo lleno de flores, flores que se mueven lentamente con la brisa del viento, flores que se mueven de un lado a otro, flores que impregnan con un suave y dulce aroma, unos ojos miel miran a su alrededor, unos ojos miel miran con detenimiento todo, esos ojos miel se muestran asustados mientras intenta comprender en donde se encuentra.

Siente paz, siente aquella paz que desde hace cinco años no había sentido de nuevo, siente aquella paz que se fue con ella y que solo ella le daba. 

Sus ojos se cristalizan al saber y reconocer finalmente el sitio donde se encontraba.

Él había muerto.

-¡buu!- alguien detrás de él grita, las lágrimas siguen bajando por sus mejillas mientras se gira lentamente, un nudo se forma en su garganta al ver una hermosa mujer castaña, tiene encima un vestido blanco que hace que su cabello y ojos resalten, una sonrisa está en su rostro mientras llora también- hola, guapo.

-Sofía- susurra mientras ella asiente lentamente aumentando las lágrimas en ambos. 

-¡te amo!- ambos gritan al unísono mientras se funden en un abrazo.

FIN

¿Él y yo?Where stories live. Discover now