Epílogo

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Planeaba hacer un sinfín de cosas, graduarme, estudiar medicina, viajar por el mundo, disfrutar de mis amigos, de mi familia, de la vida. 

Pero, no lo pude hacer. 

Miro las flores en este enorme campo en el que estoy desde hace cinco años, no voy a negarlo, me da tanta paz estar aquí, me hace sentir plena, he conocido a gente muy buena aquí, gente divertida, gente que al igual que yo, está, ya sabes, muerta.

Han pasado cinco años desde mi muerte, han pasado cinco años desde que dejé de existir. 

En un principio no podía creerlo, lloré, grité, maldecí a todo aquel que se interpusiera en mi camino. 

La vida es injusta, conmigo lo fue. 

No pude despedirme de mis amigos, no pude despedirme de mi familia, no pude despedirme de él, no pude conocer a mi pequeña hermana, Elizabeth, ni pude decirle a mi madre lo mucho que me alegraba de saber que estaba viva, tampoco pude decirle a mi padre que no debía de culparse por lo que hizo Vanessa, no pude decirle a Mauricio y Gerardo lo mucho que los amo ni a mis amigos lo mucho que disfrutaba estar con ellos, lo mucho que amaba compartir con ellos, no pude decirle a mi nona que sus galletas serán las mejores para siempre, no pude decirle a él que lo amo a pesar de todo lo que pasó.

Estaba en paz, recibí justicia, Vanessa, Natalia y Jesús están pagando por lo que me hicieron, están pudriéndose en la cárcel y para ser muy sinceros eso me alegra tanto, el día del juicio pude bajar, vi y presencié todo, lloré de felicidad al ver como ellos eran condenados, lloré junto a mi familia y lloré junto a él.

Rodrigo Gutiérrez lloró por mi, él estuvo ahí, se escondió de todos mientras lloraba por mi muerte y ahí lo comprendí, él me amaba, él hizo todo para intentar mantenerme a salvo, él hizo todo lo que estuvo a su alcance para que yo regresara a casa, aunque eso no fue posible. 

Pude irme en paz cuando supe que todos estarían bien, cuando supe que todos me aman y que todos me extrañarían, pude irme en paz cuando comprendí que ellos estarían bien sin mi y que algún día, cuando la vida lo quisiese, entonces, volveríamos a vernos. 

Pude irme en paz, a excepción de una persona, él, Rodrigo, podía sentir su dolor, podía sentir el sufrimiento de su alma, podía sentir lo que él sentía, lloré con él, lloré a su lado aunque él no lo sabía, lloré junto a él mientras le decía lo mucho que lo amo, hasta que tuve que irme, hasta que tuve que dejarlo, para siempre.

Hoy en día solo tengo oportunidad de bajar a ver a mis seres queridos una vez al año, es raro, lo sé, y es que realmente quedé sorprendida cuando me di cuenta que lo que aquella película de Disney llamada "coco" reflejaba no era del todo falso, podemos bajar a la tierra en día de muertos. 

Ya no hay dolor, ya no hay sufrimiento, ahora sonrío cada vez que los veo, sonrío al ver que han podido continuar sin mi, sé que el dolor continúa en ellos pero han aprendido a sobrellevarlo. 

Daniela y Gerardo se casaron, hoy en día tienen dos bebés pelirrojos.

Mis padres después de meses volvieron a ser esa pareja que se amaba, volvieron a unirse apoyándose el uno en el otro.

Mauricio ha crecido tanto, ya es un adolescente, y esta siguiendo el camino de mi madre, la música.

Elizabeth, es una adorable niña rubia de siete años, ella es una de las que más me ha dolido, me hubiese gustado tanto estar con ella, conocerla, peinar su cabello rubio, ser la hermana sonsacadora, me hubiese compartir con ella al menos unos segundos.

Mía y Ricardo también se casaron, tienen una adorable niña a quien llamaron Sofía, sonreí demasiado cuando lo supe, es hermosa.

Mis amigos de instituto lograron sus metas y sueños, han crecido y adoro eso, Camila y Javier han cumplido sus sueños y eso también me alegra demasiado.

Todas las personas que amo han salido adelante.

Claro, a excepción de él.

Rodrigo Gutiérrez continúo con su vida, pero, no era el mismo, aquel chico alegre, amable y hermoso que conocí no seguía ahí, odie tanto verlo así, perdido, distante, continuo con su vida y continuaba frecuentando a nuestros amigos y familia, pero, todos sabemos que no es el mismo Rodrigo.

Me hubiese encantado tener oportunidad de hablar con él, de decirle lo mucho que lo amo y lo mucho que deseo que sea feliz, de decirle que quiero que sea feliz. 

Miro el campo de flores, mis ojos miran las flores que me hacen sonreír y me alegran la vida desde hace cinco años, me dan aquella paz que por tanto tiempo perdí, me dan aquella sensación de que todo estará bien.

Me paseo lentamente entre estas mientras las acaricio con suavidad, admiro sus colores, sus formas, sus pétalos, disfruto sus distintos olores.

Me detengo al sentir aquel clic que sueles sentir cuando algo bueno está por venir, me detengo mientras mi corazón comienza a acelerarse por el hombre a unos metros.

Él me da la espalda, él mira todo a su alrededor, él está aquí.

Siento como mis ojos se cristalizan, siento como mi corazón comienza a brincar de felicidad y alegría.

Mis pies se mueven en automático hasta él.

Finalmente, lo tengo a solo unos centímetros de mi.

El amor de mi vida está aquí.

Nunca podría olvidar ese hermoso cabello dorado, esa espalda fornida y esa piel blanca y tersa. 

-¡buu!- no puedo evitarlo y grito detrás de él mientras siento mis mejillas mojándose por las lagrimas que brotan de mis ojos, voltea lentamente, está justo como lo recordaba, esos hermosos ojos color miel me miran, al igual que yo él también está llorando y una pequeña sonrisa se comienza a pintar en sus labios en cuanto sus ojos coinciden con los míos, tiene una camisa blanca que hace juego con su pantalón blanco, sus ojos y su cabello resaltan con tanta intensidad que aquel amor dentro de mi se aloca como la primera vez que lo vi- hola, guapo.

-Sofía- susurra mientras asiento lentamente, su voz es aquella melodía que había extrañado tanto, ahora era un poco más gruesa y ronca, pero sin duda seguía causando el mismo efecto en mi.

No puedo contenerlo, aquellas palabras comienzan a picar en mi garganta, aquellas palabras que quería decirle desde hace cinco años salen sin más de mi.

-¡te amo!- él grita también y aquellas mariposas en mi estómago se alteran como no lo hacían desde hace un tiempo, me abraza y lo abrazo.

Rodrigo Gutiérrez está aquí mientras me aferra con tanta intensidad, mientras besa mis labios de aquella manera dulce y amorosa que siempre lo hacía, está aquí mientras sus ojos miel me miran con aquel amor que siempre desbordo, él está aquí mientras me hace saber lo mucho que me ama y me ha extrañado.

¿Él y yo? Él y yo ahora estaremos juntos para la eternidad.

Esta fue nuestra historia, una historia que acaba de terminar pero al mismo tiempo acaba de iniciar.

¿Él y yo?Where stories live. Discover now