Guerra en la familia

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Confusión, sonido difuso de la gente aplaudiendo y la maldita migraña que aparecía de nuevo.

No me creía lo que pasaba. ¿Mi mano en matrimonio? Qué diablos había pasado entre Steve y mi padre.

Tuve que irme de ahí. Esquivé a todos, caminé directo hacia la casa y me encerré en mi cuarto. Necesitaba aclarar mis ideas y hablar con Steve.

Me senté sobre mi cama e inhalé profundo. Justo en ese momento la puerta se abrió, era Steve. Me levanté a increparlo de inmediato.

—Maya, fue un mal entendido —se apresuró a decir, notando mis intenciones de lanzarle un montón de improperios.

—¿Un mal entendido? ¡Cómo puede ser un mal entendido! Quedamos en hablar con mi padre los dos, mañana.

—Lo sé, pero...—Se sentó al borde de mi cama y me pidió que me sentara junto a él.—Pensé que era mejor hablar con él antes. Que no sintiera que lo había traicionado ocultándole esto. Ya sabes, hablar de hombre a hombre y tener su permiso. Y no sé cómo una cosa llevó a la otra y él lo terminó interpretando como una pedida de mano.

—¿Y por qué no lo corregiste? ese era el momento, ahora tengo cerca de doscientos invitados celebrando que nos vamos a casar.

—No lo hice porque... —Calló un momento, como tomando valor para continuar—. Porque no vi para qué. Es decir, tú y yo nos queremos, si estamos juntos es porque esto iba a pasar en algún momento ¿no es así? Al menos yo no estoy contigo porque piense terminarte en un futuro. ¿O tú estás conmigo como algo temporal?

"Maldita sea" era lo único que podía pensar. Allá la gente se tomaba las relaciones muy en serio y tal vez no lo había considerado. ¿Steve me quería a ese nivel? Yo no estaba segura, pero al iniciar algo con él, le había hecho creer que sí.

—No, pero. No sé, ¿casarnos ahora? Es una locura. Quiero acabar la universidad al menos antes de pensar en ese tipo de compromiso.

—Entonces esperemos. ¿Qué dices? Dejamos nuestro compromiso como algo abierto, hasta que tú te sientas lista, yo voy a esperarte—. Me acarició el rostro y por un momento sentí que me derretía. ¿Por qué me hacía sentir así? No quería terminar con él, ni casarme en un futuro próximo, mas lo que decía no era irracional.

—Está bien. —Accedí—. Solo no quiero que me presiones.

—Maya, te amo tanto que esperaré veinte años si es necesario. Pero espero que no sea necesario.

Cerramos nuestra conversación con un beso. Me dejó sola, le mandé un mensaje a mi hermano y quedamos en vernos en el patio trasero, como habíamos acordado, para rescatar lo que me quedaba de fiesta.

—¿Desde qué momento tú y Steve...?—mi hermano quiso saber cuando nos encontramos.

—No quiero hablar de eso ahora, te explico después.

TransalternaWhere stories live. Discover now