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Los mismos hermanos de Ian que había conocido el día anterior estaban en el gimnasio, excepto Diana. Todos eran tan... altos. Siendo que yo no medía mucho más de un metro sesenta, estando a su lado me sentía realmente pequeña, como una niña.
Emily entrenaba levantando pesas de diez kilogramos en cada mano. Estaba segura que yo no podría levantar eso ni con las dos. Debí tener tanta cara de susto que Sam lo notó.
—Ian, ayuda a tu novia —le dijo.
—No soy su novia —me apresuré a decir.
—Antes de hacer nada, quiero que la revise Renata. Está un poco defectuosa—respondió Ian.
—¡No estoy defectuosa! —le reclamé.
—¿Cómo es eso? —preguntó Emily, entre respiración y respiración, sin desprender la atención de su ejercicio.
—No puede ver a los entes, ni tele transportarse.
—¿No puedes? —Daniel se rió—. Si es tan sencillo como respirar.
—Tal vez para ti, que viviste sabiendo todo esto, yo no. No tenía idea que podía hacerlo. Es cosa de practicar y cuando lo logre iré más lejos que cualquiera.
—Sueña, nadie ha llegado más lejos que yo, tengo el record. Ciento doce metros y cuatro centímetros —presumió, acercándose a mí con los brazos cruzados.
Le hice un gesto de desagrado e Ian me jaló del brazo, para llevarme a otro laboratorio.
Las puertas automáticas se abrieron, el lugar era más grande que el laboratorio donde me habían sacado sangre el día anterior y también diferente.
No estaba demasiado iluminado, distribuidos por todo el espacio, excepto las paredes donde había enormes pantallas digitales, estaba lo que parecían ser unas columnas de vidrio. Cada una conectada a una máquina.
Una mujer que revisaba una de las pantallas al fondo. Vino a recibirnos.
—Sophie ella es Renata, maneja el cuarto de sueño.
—¿Cuarto de sueño?
—Así le llaman los chicos. —Renata me respondió dándome la mano—. Es donde los monitoreamos al dormir. Me dijeron que formarías parte del proyecto. Te necesitaré algunas noches y cuando tengas migrañas.
—Como te expliqué, no tiene algunas habilidades que nosotros tenemos. Yo creo que es por su déficit atencional y no alimentarse bien—añadió Ian.
Lo golpeé en el hombro para que se callara.
—Sí, es curioso, nunca vi un portal que no vea los entes, o no se haya transportado nunca. Ve quitándote la ropa y entra a esta cápsula. —La mujer abrió la puerta de una de esas columnas y me señaló un sillón de cuero en una esquina, como esperando que fuera ahí a desvestirme.
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Transalterna
ParanormalMaya y Sophie son la misma persona viviendo dos vidas diferentes. ¿Ambas vidas son reales?¿una es un sueño? Ella no lo sabe, lo único que sabe es que no está loca y pronto descubrirá si hay más gente como ella viviendo en dos realidades alternas.