El secreto de Grecia

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Oscuridad, solo eso me rodeaba, no veía nada, el aire se me acababa y no sabía en qué dirección subir hacia la superficie

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Oscuridad, solo eso me rodeaba, no veía nada, el aire se me acababa y no sabía en qué dirección subir hacia la superficie. Movía los brazos y las piernas con rapidez en un intento infructuoso de salir a flote y cuando sentí que ya no iba a aguantar más la respiración, decidí relajarme.

Dejé de moverme, lentamente tendría que ir flotando hacia arriba, más no sabía a cuánto de distancia me encontraba.

Bien, en mi desesperación hallé la calma: Visualización. El risco estaba a más de cien metros de altura, eso sumado a lo profundo que me encontraba, era una distancia que no estaba segura de alcanzar. Entonces pensé en la superficie, en cómo se veía el horizonte desde la playa, las olas del mar que empezaban a incrementar a esa hora, el sol ya cerca del horizonte, el aroma salino que entra a tus fosas nasales impulsadas por la brisa y el canto de las gaviotas. De pronto la luz me golpeó y por instinto abrí la boca para tomar una bocanada de aire mientras una ola me cubría. Intenté quitar el cabello de mi rostro y mirar a mi alrededor. Mis oídos estaban tapados más se escuchaba cómo gritaban mi nombre. Quise responder, más otra ola me golpeó entrando el agua salada a mi boca. Comencé a nadar y llegando ya a la orilla distinguí a Aaron yendo hacia mí. Me ayudó, aunque ya no era necesario.

—¿¡Qué rayos hiciste?! —me reclamó apretándome contra su pecho.

—¡¿Yo?! ¡Tú me soltaste! Confía en mí, sí claro...—le respondí terminado de escupir la sal de mi boca.

—Desapareciste de pronto, antes que yo nos transportara a ambos. Visualización, ¿cuántas veces debo decírtelo? visualiza dónde quieres ir o aparecerás en cualquier lado como ahora.

La forma en la que me reclamaba no sincronizaba con cómo me abrazaba, preocupado, aferrándose a mi como si fuese a desparecer de nuevo.

—¿Estas bien? —Grecia llegó corriendo, junto a los otros dos chicos.

—Sí, solo perdí la concentración. Ahora lo haré bien.

—Creo que fue suficiente por hoy —dijo Aaron.

—No, lo haré, esta vez bien y sola —determiné y me puse en camino a la cima del risco. Si los otros podían, yo también. Ahora ya sabía cómo, ahora estaría mejor preparada.

Aaron no lucía seguro, insistió un poco en saltar conmigo. Me negué, debía hacerlo. Nerviosa caminé al borde del risco. Miré hacia atrás, mis amigos estaban a la expectativa.

Mantuve la cima del risco en mi memoria, cerré los ojos y retrocedí, hasta no sentir el suelo bajo mis pies y mi cuerpo cortó el aire, con el sonido de las olas cada vez más cerca.

Visualización: la cima, quise estar ahí y fue abrupto. Abrí los ojos, recuerdo la imagen del cielo sobre mi cabeza y de pronto esta desapareció. No había viento, el sonido era lejano y frente a mi estaba mi hermano.

—¡Lo hice!—grité—. ¡Lo hice sola! ¡Y fue sencillo!

—No es la gran cosa —fue el antipático comentario de Liam. Tras una mirada reprobatoria de Grecia añadió en seguida—: Es decir, cuando tienes práctica, tú lo hiciste muy bien para tu primera vez.

TransalternaWhere stories live. Discover now