Las jóvenes del Círculo

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Desperté fresca y tranquila, lo que me indicaba que estaba en Almarzanera. Sophie en Scielo1, había bebido tanto la noche anterior que iba a despertar destruida.

Escuchaba el latido del corazón de Aaron al estar recostada sobre su pecho. Ian, el gato, dormía estirado sobre ambos.

—¿Qué pasó anoche? No recuerdo casi nada—le pregunté a Aaron, quien ya estaba despierto y se había mantenido quieto.

—Sophie se entusiasmó con los martinis. La llevé a casa. —Se incorporó para ponerse encima de mi y me besó la comisura de los labios.

—¿Tu casa o mi casa?

—A casa—respondió suave, volviéndome a besar.

—Voy a despertar con una resaca maldita.

—Sí, y con una migraña también, por eso te acosté en mi cama, para asegurarnos que nada de lo que traigas vaya a escapar —respondió entre dientes, sin separar sus labios de mi mejilla—. Te pones muy lujuriosa cuando estás ebria.

—No es cierto. Tal vez a ti te excita verme ebria.

—A mí me excitas en cualquier estado y me debes algo.

—Lo del otro lado, se queda en el otro lado.

—Claro que no —sus manos me masajearon los pechos por encima de mi pijama de manera agradable. Mi pulso comenzó a acelerase, así que lo detuve y le pedí que se echara de espaldas. Curioso por lo que iba hacerle me hizo caso. Me senté encima de sus piernas y le bajé los boxers, la única prenda con la que dormía. Liberé su erección y la hice crecer más con suaves caricias. De manera tortuosa aproximé mi boca y pasé mi lengua desde el inicio de su miembro hasta su glande. Me gustaba cómo lo disfrutaba.

De a poco, tomándome mi tiempo, fui introduciéndolo más al fondo en mi boca. Sus manos agarraron mi cabello, marcándome el ritmo, como le gustaba hacer.

—¡Maya ya despierta, llegarás tarde! —el grito de mi madre mientras zarandeaba la puerta que por suerte estaba cerrada, hizo que de inmediato dejara lo que hacía.

—Vete —le susurré a Aaron.

—No, no me puedes dejar así —me reclamó.

—Tendrás que acabar tú solo.

—Maya, por última vez, ¡no quiero puertas con llave en esta casa!

Fui a abrir la puerta y Aaron no tuvo más opción que desparecer.

—Mamá, es sábado. ¿No puedo dormir tranquila?

—Hoy es tu primera reunión con el grupo juvenil. Si te atrasas harás llegar tarde a Coral. Tienes media hora para estar lista.

Resignada me quité el pijama y me metí a la ducha. Esa mañana por fin iría la primera reunión del Círculo. El primer paso para salir de dudas respecto a Anelise.

TransalternaWhere stories live. Discover now