El chico más peligroso del pueblo

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Los cuatro terminaron en la dirección

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Los cuatro terminaron en la dirección. Yo disimuladamente me fui a esperarlos a la entrada del edificio. Fue una media hora muy larga la que estuve ahí hasta que Paul y mi hermano salieron. El primero pasó de largo, se notaba furioso. Iba a tener un ojo morado de seguro. Tiago caminó con parsimonia, colgándose la mochila del hombro.

—¿Qué paso? ¿Y Aaron? —Caminé a su lado, me sorprendía que los otros dos chicos no salieran aún.

—Van a quedarse un rato más... están en serios problemas —dijo con preocupación.

—Pero Paul empezó todo. Y aunque Aaron dio el primer golpe Liam solo se defendió.

—No es por eso. —Tiago miró en todas direcciones asegurándose que estuviésemos solo—. Nos hicieron una revisión de mochilas. Aaron y Liam tenían armas... armas de verdad.

—Oh, vamos. Seguro no es nada —traté de bajarle la tensión.

—Maya, Aaron tenía un chuchillo del tamaño de mi antebrazo, bombas de humo, no como las que compras con fuegos artificiales, sino como las que usa la policía y una pistola eléctrica. Además de una bolsa con un polvo blanco que ellos juran que es sal. ¿Para qué necesitan eso?

—Son solo... tonterías. Ellos vivían en la ciudad, ahí es normal andar con esas cosas, por seguridad —intenté excusarlos.

—No, no es normal... Maya mira, Aaron me agrada, Liam me dio mala espina desde un inicio. Si no los expulsan será un milagro, de todas formas, mantente alejada de Aaron, ¿sí? Puede ser peligroso.

—No seas ridículo, es tu amigo. No va a iniciar una masacre ni nada de eso...

—Recién lo conocimos la semana pasada. Y no sé qué ha estado pasando con ustedes dos. No entiendo en qué momento se hicieron tan buenos amigos. —La frente de Tiago estaba tan arrugada que me daban ganas de arreglarle el gesto con un dedo.

—Nos mandamos muchos mensajes, en la noche. Por lo del comic y eso. Te aseguro que no es nadie peligroso.

—Maya, no sé, solo hazme caso ¿sí? O voy a decirle a papá.

—¡No puedes hacer eso! Nunca nos traicionamos.

—Va a ser la primera vez, lo hago por tu bien —me amenazó y me llevó casi a empujones hasta la salida, donde mi madre nos esperaba en el auto.

La tuve que escuchar regañando a Tiago todo el camino a casa, al cruzar el jardín y al entrar al recibidor. Mientras le seguía gritando yo me escabullí a mi habitación. Ahí le quise escribir a Aaron, mas él ya me había mandado un mensaje minutos antes:

"Te veo en el mirador"

Volví a bajar. Me asomé a la sala. Tiago estaba tirado en el sillón, con cara de sufrimiento, mi madre le reprochaba lo mismo, una y otra vez. Me daba pena, pero me servía de distracción.

TransalternaWhere stories live. Discover now