3a Parte

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Can, confía en ella, en dejarle la campaña de CompasS, pero cuando se entera de que Yeyda, va a ir al gimnasio con él, no lo va ha consentir. Ella llama a Ayham, para ir al gimnasio, mientras le deja su trabajo a Geygey. Éste al principio, no quiere saber nada. Pero al final, no tiene más remedio que hacerlo. Las dos entran en el gimnasio, y se ponen los uniformes de limpiadoras, pero en realidad, lo que hacen, es espiar. Ahora mismo, Geygey, está hecho un lío, con el trabajo de ella, mientras que Gollit, ha visto a Leyla con Embre. Por otro lado, Gollit, quiere contarle a Geygey, lo de Embre y Leyla, y éste, le dice que se vaya. Qué no quiere que le cuente nada.

-- Me tratais, cómo un bebé. -- dijo Geygey, poniéndose un papelito en la frente.
-- Geygey, calmate. Por favor.
-- No puedo, más.

-- Otra vez. Dos cesar-- le decía él, a Yeyda.-- otra vez. Dos cesar.

-- Ahí está-- dijo ella.
-- Oye. Pero, que vas a hacer? Vámonos, a casa-- le decía Ayham.
-- Déjame, Ayham. Quiero dar puñetazos.

-- Eso es. Vale? -- mientras tanto, ella furiosa, la emprende a puñetazos con un globo, que había en el techo.

-- Vale. Ahora, sube los puños. Hacia la mandíbula. Venga, golpea. Uno, uno, uno, uno, uno, uno, uno. -- decía él, mientras ella, estaba ligada con el saco de boxeo-- Yeyda. Tienes que abrir más, el pecho.
-- Esa sí va al pecho-- dijo ella.
-- Uno, uno, uno. Uno, dos. Uno, dos. Vale, pero pon los puños, más arriba. Eso es.
-- Pero, que hace?-- se preguntó ella.
-- Así? Dos dedos.
-- Vale.
-- Uno, dos y vamos ha cambiar. Otra vez. Oye, aprendes, muy rápido.
-- Vaya si aprende rápido. Te ha cogido, y no te suelta. Uh-- dijo ella, cayendo al suelo al haberle empujado un saco. 
-- Vale. Uno dos, uno dos. Dos, tres, dos. Muy bien, de verdad. Vas genial. -- sus palabras, la pusieron celosa.
-- Es que tengo, un buen profesor. Me retiro, por hoy. Pero podemos, repetir, eh Can?
-- Desde luego.
-- Bueno. Pués ya, nos llamaremos. Tengo que beber, un poco de agua.
-- Pues yo estaré aquí, hasta que venga la entrevista.
-- De acuerdo. -- él pasó por su lado, pero, ni la vio.

-- Oye, perdona. Soy nueva. Me ayudarias, a entrenar un poco? -- le preguntó ella.
-- Se ve que...no tienes, ni idea. No soy, entrenador, y ademas, tampoco, tengo tiempo -- dijo él.
-- Por favor. Sólo unos movimientos, básicos.
-- Ah...vale. Quieres que me meta, en el ring?
-- Sí.
-- Vale, perfecto. Sabes que es más fácil, hacerlo por debajo?
-- Así está mejor, eh?-- le dijo ella, emprendiendole a puñetazos con él.
-- Qué haces? Para.
-- Y aprendo, rápido, eh?
-- Tranquila. Tranquila.
-- Encadenate, aquí. 
-- Con cuidado. Estás dando golpes, sin control. Qué te pasa? Ya has terminado, con los carteles?
-- Sí, Can. Están hechos. Porqué, te molesta, verme por aquí? Estás solito, con tú amiguita Yeyda?
-- Sólo somos amigos. No digas, chorradas.
-- Sólo tienes, una amiga. Y soy, yo. Tú mejor amiga. Lo has entendido?
-- Tranquila, Sanem. Tranquila.
-- No me digas, que me tranquilice.
-- Qué haces?
-- No te rías. A mí, no me hace gracia.
-- Eh? Ya has tenido bastante?
-- No me vayas, a hacer nada. No--y los dos, cayeron al suelo. Y sus ojos, se cruzaron, de nuevo. Se dieron la vuelta, y él se puso encima de ella.
-- Gano, por kao-- dijo él.
-- Ja. Esto aún, no ha terminado.
-- Pues, que no termine.

-- El señor Can, está ahí-- se escuchó.
-- Señor Can? Hola. Hemos venido, a entrevistarle.
-- Sí, hola. Les esperaba.
-- Soy una amiga suya. Estábamos descansando, después del boxeo-- dijo ella.-- pero bueno, ha ganado él, porque no he calentado yo. Sino,
hubiera ganado yo. Pero es, mí jefe.
-- Somos amigos y compañeros, de trabajo-- dijo él.
-- Amigos, compañeros de trabajo. -- dijo ella.
-- Encantado.
-- Es un placer.

-- Eh, que va. No me queda nada.
-- Lo siento.
-- Hola que tal, a todos. Cómo va, la tarde ? -- interrumpió el chacal.
-- No muy bien, Isam. Y  tú?
-- Bien gracias. A qué vienen, ésas caras? Si la tenéis más tristes, que una tetera vacía. Se puede saber, que os pasa?
-- Nuestras mujeres, ya no nos dan de comer.
-- No está el horno, para bollos.
-- Ya sé que pasa. Vuestras mujeres, se pasan todo el día en la biblioteca.
-- Sí.
-- Ni limpian la casa, ni nada.
-- Muchas gracias, a usted .--  dijo Nihad.
-- Voy ha invitaros a vosotros. -- Radmir, trae te, y algo de te para nosotros.
-- Gracias, Isam.
-- De nada-- Ah, Nihad. -- Échale un te doble, y un bocadillo, bien grande para Nihad.
--No...tranquilo. No hace falta. -- Hola, a todos. -- dijo Nihad.
-- Hola, Nihad.
-- Por favor, insisto. Ven a comer algo, con los hombres-- Oh...mirad que caras tenéis? Si es que os ve más tristes, que un león, sin dientes. No sé chicos. A lo mejor, no se trata sólo de la comida. Lo siento mucho. Y alguien sabe, cuánto va ha durar, esta historia?
-- Pués hasta que se lean, todos los libros. Digo yo.
-- Qué? De eso nada. Cuanto tiempo, vais a esperar? Os motireis, de hambre. Además, en la biblioteca, hay un montón de libros. Y me cuesta, que os lo diga. Pero es, la pura verdad.
-- Muchas gracias-- dijo el chacal, mientras cogía los tes. -- No te ofendas, Nihad. Pero tú mujer. Creo la presidenta, se ha equivocado, en tomar esta decisión. No tienes, más que mirarles. No van, bien vestidos. Las camisas, sin planchar. Los pantalones, arrugados. Se pasan el día, aquí sentados. Sin hacer nada. Qué clase, de vida esta? Vamos, que si no queréis hacer nada. A mí, me da igual. Tenemos que cerrar, la biblioteca. No tenemos, otra alternativa. Vamos.
-- Las tostadas-- dijo Radmir.
-- Alto, quietos. Amigos, adónde vais? Hermanos-- les detuvo, Nihad.--las mujeres creen, que no somos capaces de hacer nada, sin ellas. Si ahora vamos allí, les estaremos dando la razón.
-- Sí.
-- Sí, claro.
-- Pero Nihad. No sé pueden quedar todos, con los brazos cruzados. Mira que caras tienen.
-- Calla. -- dijo Nihad.
-- Qué van a hacer?
-- Escuchad. Hasta podemos hacernos, la comida. Nos podemos lavar, nuestras camisas. La ropa interior, y hasta los platos. Ellas tienen su biblioteca,  nosotros tenemos, nuestro bar. Lo haremos, todo nosotros. Porque, no las necesitamos.
-- Bien dicho, Nihad. -- decían, mientras aplaudían.
-- Pero...pero, qué dicen?-- dijo el chacal.
-- Ya volverán, arrastrándose. Nos quitarán, la comida. Pero nunca nos quitarán, nuestro bar.
--Radmir. Nihad ha dicho que pagará-- dijo el chacal, sin conseguir, lo que quería.
-- Sí...paga Nihad. Después del te, trae limonada, para todos.
-- Muy bien. Sí.
-- Radmir, olvídate de las limonadas--dijo Nihad, al ver que se,había pasado.

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