3a parte

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En la casa de Can, Polet y él están desayunando. Poco después sale Embre y se une a ellos y de pronto, llamaban a la puerta. Era Aylim, que quería hablar con él y Embre, no lo puede creer.

--Can debió ser muy duro, en aquella época--dijo Polet.
--Sí. No veas, como me torturaba.
--Y...entoces?
--Un día me hecho una bronca y me advirtió. Me dijo; la próxima vez que te equivoques, me lo dices a mi primero. Temía que se lo contara al señor Asis y no lo hizo. Me protegió.
-- Fue hace mucho, ya ni me acuerdo.
-- Y luego, llegó Embre.
-- Embre fue algo especial. Él  vivía con su madre en el extranjero y después de 3 años, decidió volver. Nunca olvidaré, el día que...
-- Aylim, no les aburras más, vale? -- Le cortó Embre.
-- También quiero hablar contigo luego. No te amargare, el desayuno. Can, quiero proponerte un negocio.
-- Dímelo.
-- Tengo un proyecto, para una empresa de coches. Pero a mí me viene, un poco grande, la verdad. Si quieres, y te interesa, yo te lo puedo pasar. Consideralo, como un regalo, de conciliación. Qué, dices?-- preguntó, cuando Can la ojeo.
-- Pues sí. Si te soy sincero, es muy grande. Qué quieres, a cambio?
-- A ver, si es de trabajo. Quiero compartir la campaña de los productos orgánicos de Leben. Quiero encargarme, de las tiendas. Yo estuve, detrás de ese proyecto. Necesito, el dinero. Así no nos robamos, los clientes.
-- Es una cuestión, de principios. Yo no te robé, ningún cliente.
-- Puede ser. Entonces, que te parece? Me quedaré almargen de Galila. Sólo los productos orgánicos. También, trabajaremos juntos, y compartiremos, una parte.
-- Me gustaría, pensarmelo un poco.
-- De acuerdo. Pero dímelo lo antes posible, para poder hablarcon la empresa y organizarlo todo y ahora, con vuestro permiso...no os levanteis. Tranquilos todos.-- Embre, no hace falta que me acompañes. Ya conozco el camino.
-- En fín. Qué aproveche-- dijo Embre, cuando se fue, pero en vez de irse, entró en su habitación y dejó el anillo en una estantería que había bajo su mesita de noche, después salió silenciosamente y se marchó.

-- Hola, princesita. Qué madrugadora, antes llevabas 5 minutos tarde-- dijo Leyla.
-- Estoy escribiendo, mí novela. Con permiso, voy trabajar.
-- Trabajas, en sábado? -- preguntó Mezquive.
-- Viene el señor Can, ha recogerme. No es eso, es que tenemos que ver un sitio.
-- Vais a ir, los dos solos?
-- Sí. Los dos solos. Qué pasa?
-- Has dicho que los dos, pero viene con alguien. Quién es ésa?
-- Ésa, quien?
-- Chica, esa es su novia? -- preguntó Mezquive.-- por Dios.
-- Sí. Es ella. Pero, no seáis exageradas--dijo, al ver que lo saludaban con las manos. -- mamá por favor. Miralas. Muy bien.
-- Hola Sanem.
-- Hola, señor Can.
-- Hola, señor Can.
-- Leyla? -- Hola, señora Mezquive.
-- Hola. Buenos días. Señor Can. Como está?
-- Bien, y usted?
-- Pues estupendamente. Nos alegado, el día, Jajajaja.
-- Me llevo a Sanem un rato, por un asunto de trabajo. Vamos, si a usted, le parece bien. 
-- Faltaría más. Sabiendo que va con usted me quedo tranquila. Qué vuelva, cuando quiera.
-- Sí quiere le pido un permiso a mí madre, por escrito para ver si puedo ir -- dijo ella.
-- No hace falta. Tú madre y yó, nos entendemos bien, no?
-- Vale. Usted sí que la conoce.
-- Pues nada. Me la llevo. Adiós.
-- Adiós. Hasta luego.
-- Vuelva, cuando quiera.
-- Eso, está hecho.
-- Hay que ver, que hombre--dijo Mezquive

--Hola Sanem.
-- Qué tal, Polet

-- Ay que ver, como te llevas, con el señor Can, eehh?--dijo Leyla.
-- Es un buen chico y da gloria verlo. Y ella, es guapísima.
-- Sí, mamá. Ya la conozco. Es un bellezon. De arriba, a abajo.

-- Supe que ibas ha comer con Can, y he querido acompañarnos.
-- Qué bien. El sitio es preciso. Seguro, que te gusta..
-- Seguro.

-- Pasadlo bien. -- Bueno, me voy ha recoger un poco.
-- Te echo una mano, venga.

-- Ah. Por ahí viene, Musafer.-- Venga, que nos cuenta? -- dijo Nihad.
-- A ver, por donde empiezo: primero hablé con mí madre se lo explicado todo un plano específicicado y con todo aplomo y seguridad. Si llegáis, a verme, tengo madera de empresario.
-- Genial.
-- Y...entonces? -- preguntó Osman.
-- Qué no. Qué nada, de nada.
-- Ah,jaja. Qué bien!
-- Bien? -- dijo Nihad.
-- Pués que bien, que no hicimos más albóndigas. No tenemos, dónde meterlas. Pues nada. Ya podemos volver a nuestras vidas tranquilas y relajadas. Pues no ha pasado nada. Jajajaja.

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