Cap 8o

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En la orilla de la playa, el le pregunta por última vez que se lo pensara bien y qué se quedaria si ella se lo pedía y si no, que se iría para siempre. Allí el esperaba su respuesta, pero su silencio el lo interpretó mal. Que pasará, al final?

--Vaya, vaya. Así que saltó, por la ventana, eehh?--preguntó Nihad.
--Sí, eso es. Se escapó por la ventana. Cuantas veces quieres que te lo diga?
--Entonces el señor Can vino, y ella saltó por la ventana. Madre mía, habrá algún problema?
--Un problema?
--Sí.
--Eso no es normal, las personas normales, siempre salen por la puerta. Porqué se fue, por la ventana?
--Gracias. Oye Mezquive, ella fue siempre así. Cuando era pequeña, la niña siempre salía corriendo si había algún problema. Porqué se iría, cuando llegó el señor Can?
--Si Leyla estuviera aquí, sabríamos porqué.
--Ya.
--Aayy. Habrá cometido algún error en la oficina, eehh? Pero que clase de error, puede ser? Oh Dios mío. Lo mismo ha hecho que quiebre la empresa.
--Mezquive, por favor. Calmate. Nuestra hija trabaja ahí de recadera. Como ha quebrar una gran empresa como ésa. Se razonable.
--Es que está loca.
-- No es para tanto. Digamos que tiene, temperamento.
--Ah, ahí viene Sanem. Voy a ver. Deja que hable con ella, a ver de como puedo enterarme, eehh?
--No seas blanda con ella. Mantente firme, como yo.

--Sanem, donde te has metido?
--Ya estoy de vuelta, mamá. Podemos, hablar luego?
--Vamos a hablar. Sanem, Sanem, que te ha pasado?-- le pregunta al verla llorar--porqué estás llorando? Te ha pasado, algo grave?
--No es nada grave.
--Has hablado con el señor Can? Te ha despedido?
-- No mamá, el no ha hecho nada.
-- Habla Sanem, o me volverás loca.
-- No puedo decírtelo mamá. No ves que estoy triste? Porqué tendría que contartelo todo. Por favor, déjame.
-- A ver, espera. Siéntate. Venga ya. Mi niña, preciosa. -- dijo dándole un abrazo. Tranquila. Al final, no hace falta que me lo cuentes.
-- Mamá, no quiero volver allí, nunca más.
-- No vayas. Si quieres ir, no vayas.
El sin embargo, sigue en la playa pensando y dudando si lo ama si o nno y se pasea de un lado a otro y metiéndose en el agua.

-- Ayham, oye. Se puede saber que haces aquí con el pijama puesto esta noche? preguntó Menahad.
-- Y tú. qué haces ahora?
--Me toca el turno, de noche. Ha pasado algo? Oye, contestame.
-- Aahh, Ayham, entra-- dijo Mezquive.
-- Pero, que ha pasado? Me has preocupado, con tu llamada.
-- Escucha, Sanem está muy triste. Está en su habitación. No quiere, decirme, nada. Habla con ella, y luego, me lo cuentas.
-- Obviamente, no voy ha contarte nada y no servirá de nada, amenazarme con tus miraditas.
-- Vale, está bien. Habla con ella, a ver si se calma. Qué le pasa a mí niña? Porqué, está llorando? Porqué, no quiere ir al trabajo? Habla y cuéntame algo, por favor.
--Vale, no te preocupes. Voy ha subir.
-- Te lo agradezco, mucho.

-- Mezquive, ya se qué es muy tarde, podemos tomar un té?
-- Claro Menahad, querida. Pasa, a tomar un té. Lo que me faltaba. Ya me estaba preguntando , cuando llegaría a pasar por aquí-- se dijo.

-- Déjame, mamá-- dijo ella, creyendo que era su madre.
-- Soy yo, Ayham. Me dejas entrar, por favor?
-- Pasa.
-- Pero bueno. Qué te ha pasado, eehh? Cuentamelo.
-- Ha sido algo, muy grave. El señor Can, sabe que estoy enamorada de él, y me está obligándome ha decírselo.
-- Sanem, no me digas. Seguro que se está poniendo pesadisimo para que lo dijeras. Menudo, obseso.
-- Le he tratado, muy mal. Le mentí. No podía decirle la verdad. Después le mentí otra vez, y le dije que se fuera. Entonces, me dijo que no volvería más. Cómo se lo voy ha decir, sin verle, Ayham?
-- Uuff.
-- Por un momento, pensé que...a lo mejor...el también me quería y por eso, me decía " venga Sanem, confiesalo todo. El es Can Divit, un fotógrafo de fama mundial. Es guapo, inteligente, y amable. Entonces, fue cuando me di cuenta, de que no teníamos, un futuro. Eso es imposible. Me he portado mal con él. Esa es la verdad. Embre ha dicho, cuando intenté entrar en su casa para quitarle su reputación. No puedo contárselo. Si se lo contara, como podía querer a una persona como yo? Porque sólo eso pasa en los cuentos de hadas, pero en la realidad, sólo me toca llorar.
-- Aahh. No digas eso, venga niña. Tú mereces, algo mejor. Anda, secate ésas lágrimas.
-- Qué debo hacer? Nunca, me había sentido así. Tengo que olvidarme, de él. Ayúdame, por favor.
-- Claro que voy a ayudarte. No te preocupes. Yo estoy, contigo. Escuchame bien. Esto es importante. El único amor que hay, es el platónico. La distancia, en tranquilidad y sin lágrimas. Debes tomarlo, así. Olvídate de problemas, y además, que ha pasado con tu pajarito? No ha pasado, por ahí? Anda ve con él, y que te haga volar.
-- Es verdad. Lo olvidaré, y lo sacaré de mí vida. Cómo puedo amar a un hombre, al que tengo que llamar señor?
--Sii, eso no tiene ningún sentido. Aunque el señor Can es un hombre al que suele ver una vez en la vida. Es tan guapo, tan especial, que cuando, lo miras...ay, seré burra? Perdóname. Si pensaba en voz alta. De qué, hablábamos? A sí, de tu albatros. Mira, aquí tienes tu albatros. Justo, delante de ti.
Can, aún estaba en puerto, sin dejar de pensar en ella. Miraba la luna y el brillo de las estrellas sentado en en el embarcadero y allí pasó la noche.

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