Capítulo 3

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Pasó un par de semanas desde el comienzo de las clases y la convivencia entre las dos princesas no es que mejorase. Sus distintas formas de ser hacían que tuvieran pequeñas peleas, ya fuera por la limpieza y el orden del cuarto, por los deberes o por pullas que se lanzaban la una a la otra. Alexia era quien más picaba a Leonor, quien siempre intentaba controlarse y no soltar ninguna grosería, pero a veces era difícil.

Cada una ya hizo su grupo de amigos en el internado y en clases interactuaban para lo justo y necesario, aunque tenían una amiga en común. Ana era una chica española pero de aspecto asiático que se hizo amiga de las dos en la clase de matemáticas.

En España Leticia al enterarse de quién era la compañera de cuarto de su hija casi le da un patatús. Por eso, quería controlar más a Leonor para que no fuera por el camino equivocado. Seguía lo que comía, si usaba el móvil entre semana o en periodos de clase y su progreso en las clases. Mientras que para la realeza holandesa les parecía una excelente decisión el que Alexia y Leonor compartieran cuarto, ya que creían que Leonor podía ser de buena influencia para su hija.

En el internado de domingo a jueves todos los alumnos debían de estar en sus respectivas casas estudiantiles a las 21:00. Mientras que los viernes y sábados esa hora se extendía hasta las 23:00, por lo que el tercer sábado de Septiembre tanto Alexia como Leonor aprovecharon para visitar uno de los pueblos que se encontraba cerca del colegio, pero cada una con su grupo de amigos.

Pasaron una agradable tarde y sobre las 20:00 Leonor y sus amigos decidieron volver al colegio y cenar allí. En cambio Alexia había hecho amigos del pueblo que eran un par de años mayor que ella y entre todos decidieron comprar algo de alcohol.

Eran ya las 22:00 y Alexia no se presentaba por el cuarto, lo que preocupaba a Leonor. ¿Le habría pasado algo? A esas horas ella ya debería de estar dormida, pero no podía conciliar el sueño. 

-¿Debería mandarle un mensaje? -pensó para sí misma. Al instante negó con la cabeza al pensar que su madre podría ver su última conexión o que estaba en línea-. Será mejor que la llame... -cogió su teléfono móvil y marcó el número de la holandesa, pero comunicaba-. El añito que me espera... ¿Se habrá perdido? ¿La llamo otra vez? Esa capaz de que esté en una botellona.

Quedaban unos 10 minutos para que fueran las 23:00 y Leonor ya estaba por darse cabezazos en las paredes. Había llamado a Alexia unas 24 veces y en ninguna de ellas le había contestado.

Cuando menos se lo esperaba, se abrió la puerta muy lentamente para hacer el menor ruido posible. Una Alexia algo contenta por el alcohol se asomó y se empezó a reír.

-¿Y esa cara? ¿Has visto a algún fantasma?

-Sí, a ti -le contentó Leonor-. ¿Qué horas de venir son estas?

-Ay por favor, te estás pareciendo a mi madre al hablar, qué pesadilla. Tampoco voy tan borracha, sólo estoy contenta.

Nada más pronunciar estas palabras Alexia se tambaleó, lo que hizo que casi se cayera y estallara en carcajadas.

-¿Ves? Estoy perfecta.

Leonor muy a su pesar ayudó a su compañera a que se levantara y abrió la ventana para ventilar el cuarto.

-Cállate o nos llamarán la atención -Alexia puso los ojos en blanco.

-Qué mandona eres. Cómo se nota que eres la heredera al trono, mi hermana Amalia es igual de aburrida que tú.

Como es obvio, a Leonor no le hizo ni pizca de gracia ese ataque gratuito.

-Mira, estás borracha, no sabes lo que estás diciendo y mañana no te acordarás de esto. Échate un poco de colonia y duérmete.

-¿Qué se siente al tener la atención de tus padres? ¿Qué se siente no ser la oveja negra de tu familia? Tengo curiosidad.

-Pfff se está poniendo sentimental -dijo Leonor para sus adentros.

Las dos estaban sentadas en sus camas mirándose de frente con la luz tenue de la lamparita que había en la mesita de noche de Leonor. Para la rubia era difícil responder a esas preguntas, ya que no creía que en tan poco tiempo fueran a sincerarse la una con la otra. En el fondo sabía que lo que fuera a responder no serviría para nada porque al día siguiente Alexia lo olvidaría todo.

-Desearía hacer tantas cosas -Alexia apoyó su espalda en la pared y miró hacia la ventana abierta con melancolía-. Mis padres desde que llegué aquí sólo me han llamado dos veces, todo lo que hago está mal. ¿Te puedes creer el lío que me formaron por hacer un TikTok? Tampoco me dejaron participar en La Voz, con lo divertido que habría sido. Se enfadan conmigo por comportarme como una adolescente normal, aunque tengo que reconocer que cuando me pillaron fumando se enfadaron con razón. A veces deseo ser una simple desconocida. 

Leonor escuchaba con atención. Nunca había visto esta faceta de la pelirroja y le sorprendía. Siempre mostraba un carácter fuerte e indiferente y nunca solía mostrar sus verdaderos sentimientos. Leonor también tenía mucho que contar, estaba simpatizando con la situación de Alexia y aprovechó el hecho de que ella no se acordaría para también desahogarse.

-Te entiendo. Con respecto a lo que me preguntaste antes, tener la atención de mis padres las 24 horas del día puede llegar a ser agobiante, asfixiante y sofocante. Controlan lo que como, lo que visto, el uso que hago a mi móvil, todo. No te lo recomiendo, la verdad. Después, creo que ser la oveja negra de tu familia no es nada malo, te hace diferente, la monotonía llega a ser aburrida. Todos parecen copias, se comportan y hablan exactamente igual. Se podría decir que no tienen personalidad, no hay algo que les caracterice -Leonor desvió su mirada a sus manos.

Esta vez, Alexia fijó sus ojos en Leonor porque tampoco se esperaba este momento de confesión por parte de la española.

-Tengo que ser perfecta delante y detrás de las cámaras, analizan mis movimientos, mi pelo, mi ropa... Si hago algo mal, estaré en las portadas de la prensa por una semana y encima mis primos tampoco ayudan a la causa -con primos se refería concretamente a dos que creo que todos sabemos quiénes son-. Tampoco tengo el lujo de comportarme como una chica de mi edad.

Cuando Leonor acabó de hablar, las miradas de ambas chocaron. La rubia tenía los ojos llorosos y por eso, la pelirroja le dedicó una débil sonrisa para confortarla, la cual Leonor correspondió.

Las dos sintieron alivio al poder ser escuchadas y comprendidas, sintieron cómo sacaban una espina que llevaba mucho tiempo clavada en sus corazones, sintieron que por fin tenían a alguien en quien confiar.

A Dos Coronas de TiWhere stories live. Discover now