Capítulo 20

1.6K 131 14
                                    

Alexia tenía las orejas rojas de los nervios y no paraba de hiperventilar, en cambio Leonor estaba boquiabierta, sin saber qué decir o pensar. La holandesa le pedía con la mirada a la española que dijera algo para acabar así con ese silencio un tanto incómodo que se había creado.

-¿Qué? -dijo finalmente Leonor, quien no salía de su asombro. Alexia gesticulaba con la boca y con las manos, intentando encontrar las palabras exactas para poder expresarse con mayor claridad, aunque no era una tarea fácil.

-Deja que me explique... -respondió finalmente Alexia mientras se frotaba las manos en los pantalones de su chándal-. Si quieres saber cuando me di cuenta de esto, siento decirte que ni yo misma lo sé. Sólo puedo decirte que sin darme cuenta me iba  fijando más y más en ti, me fijaba en detalles que no tenían sentido o que eran mínimas como el color de tu pelo o lo torpe que eres para abrir los botes de zumo en el almuerzo.

La pelirroja a medida que iba hablando, sus ojos se volvían más llorosos porque sabía que esos sentimientos sólo traerían problemas para ambas, sin mencionar la supuesta reacción de sus respectivas familias si llegasen a saber esto. De hecho, esta confesión no entraba en sus planes.

Dos horas antes

-¿Te ha quedado claro el plan, Martijn?

-Sí, mi capitana -dijo Martijn de forma militar.

-Perfecto. Hasta que no salgamos de ahí no te vayas del escondite, no vaya a ser que lleguen gente no deseada.

-Okey. Nos vemos después, tú me avisas -el holandés se disponía a irse, pero se dio media vuelta para preguntarle algo a Alexia-. ¿Piensas decírselo esta tarde?

-¿Decirle el qué?

-Tus verdaderos sentimientos, o prefieres callártelo por el resto de tu vida.

-No sé a lo que te refieres, tú sólo sigue lo acordado y ya está -dijo algo molesta la holandesa, quien se daba la vuelta para irse y no escuchar más tonterías de Martijn.

-Algún día se lo vas a tener que decir porque es bastante notable que te gusta y me atrevería a decir que ella siente lo mismo que tú. El hecho de que te lo guardes para ti misma no va a mejorar las cosas -Alexia se paró en seco y se giró lentamente para volver a encarar a su amigo.

-¿Y qué sabrás tú sobre lo que siento o no? ¿Te volviste experto en mujeres siendo infiel?

-Reconócelo de una vez. Es obvio, Alexia. Si al momento de mirarla ya estás sonriendo, no paras de hablar de ella y de quejarte de lo sosa que es, por no mencionar la dedicación que le has puesto al regalo. No tienes nada que perder.

El discurso de Martijn podía tener algo de verdad, pero para Alexia no funcionaba así. Ella no podía comportarse como una adolescente corriente, ni siquiera hacer cosas de una adolescente corriente.

-Eso lo dirás por ti. ¿Que no tengo nada que perder? Puede que pierda una amistad con una persona a la que estoy empezando a valorar, puede que arruine por completo mi imagen y la de mi familia en el panorama nacional e internacional y por si fuera poco tendría que aguantar los chismorreos de la gente por dos años. ¿Te parece poco? -Martijn la miró compasivamente porque sabía la difícil posición de la princesa.

-Sigo manteniendo que deberías sincerarte, al fin y al cabo sólo estaréis ella y tú. Esa conversación no tiene porqué salir de ahí y créeme que esa amistad no se va a romper -dijo finalmente el holandés.

Presente

-Entiendo perfectamente que me digas que no, de hecho, cuento con esa respuesta, pero sólo quería desahogarme -una lágrima recorría la mejilla de la pelirroja, pero esta se la secó inmediatamente.

-Yo... -comenzó a decir la española en un susurro.

Alexia miró por detrás de Leonor y abrió los ojos con sorpresa. Leonor no entendía tal reacción por parte de la princesa de Orange. Cuando se dio la vuelta, se encontró con sus padres y hermana.

-¡Sorpresa! -dijeron los tres al unísono.

Alexia rápidamente tomó la bolsa con el regalo, para que no pudieran ver lo que había en el interior. La familia de Leonor se fundió en un abrazo y al separarse se fijaron en Alexia.

-¿Qué hacíais las dos en un sitio como este? ¿Estabas llorando Alexia? -preguntó Leticia.

-Eh... Es-es que estaba aquí buscando un pendiente que perdí en gimnasia para la fiesta y vino Leonor para decirme que maquillándose para el disfraz había roto uno de mis pintalabios favoritos, y me ha dejado otro de mientras -se inventó la holandesa para salir del apuro.

-Leonor tienes que ser más cuidadosa con las cosas de los demás. No te preocupes Alexia, ella te regalará otro del mismo color y de la misma marca.

Su padre tomó uno de los hombros de Leonor para guiarla al edificio central de la escuela y los demás les siguieron, mientras que Alexia iba caminando cada vez más lento hasta que les vio marchar. Cuando iba caminando por la zona del escondite de Martijn, comenzó a llamarle en voz baja, hasta que este salió de detrás de unos arbustos.

-¿Dónde tienes el maldito móvil? Te he llamado cientos de veces para avisarte que la familia de Leonor estaba aquí -dijo su amigo.

Alexia se tocó los bolsillos de su sudadera y maldijo para sus adentros porque se lo había dejado en su cuarto.

-Mierda, me lo dejé encima de mi escritorio -Martijn suspiró y percibió que Alexia tenía la bolsa del regalo en su mano por lo que frunció el ceño.

-¿No le has dado el regalo?

-Eh... sí, pero como llegó su familia cogí la bolsa para que no vieran el regalo. Después se lo volveré a dar.

Los dos neerlandeses volvieron en silencio para acabar de disfrazarse. La holandesa estaba algo decaída por lo que acababa de pasar y no sabía cómo acabaría reaccionando Leonor ante tal confesión. Sólo esperaba que su amistad pudiera seguir, pese a que ella sufriría un amor no correspondido.

Alexia no volvió a saber nada de Leonor durante la noche y eso le aliviaba y le inquietaba al mismo tiempo. Intentó disimular lo mejor que pudo, pero hasta sus amigos notaron que no estaba tan animada como otras veces.

La holandesa se disfrazó de Emily, la novia cadáver, y se echó un tinte temporal en el pelo para ponérselo azul, al igual que maquillaje por la cara y los brazos para que tuvieran el mismo tono.

Ya eran las 23 de la noche, muchos ya estaban algo contentos a causa del alcohol y ya iban a comenzar los juegos en la pista de baile para que continuara el desmadre. Alexia seguía buscando a Leonor con la mirada sin éxito.

El primer juego era consistía en buscar a una pareja de baile en la oscuridad, por ello, apagaron todos los focos y ahí la gente se movía como podía y tras pasar unos 30 segundos, las luces se volvían a encender.

En la primera ronda, Alexia bailó con un chica de Egipto, Leonor con un chico de Argentina. En la segunda ronda, Alexia bailó con su amiga Nathalie y Leonor con una chica de Japón. Iba a comenzar la tercera ronda y Alexia ya estaba un poco cansada de tanto bailar y esta sería su última ronda.

Las luces se apagaron y la pelirroja intentó dar tres pasos con el vestido que llevaba para no pisarlo. Entonces, fue cuando sintió que alguien con timidez y delicadeza le cogía del brazo desde atrás, frunció el ceño extrañada de quién podría ser y se giró.

Cuando las luces se encendieron, su corazón latía con fuerza y sus ojos brillaban al ver a una Leonor vestida de Victor Van Dort, el otro protagonista de la misma película. Al parecer Leonor tampoco esperaba ver a Alexia, pero le dedicó una leve sonrisa como respuesta.

-Aún te tengo que decir mi respuesta a lo de antes -dijo Leonor-. Pero ahora disfrutemos de nuestro baile.

A Dos Coronas de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora