v. tratos y cuchillos

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CAPÍTULO CINCO
TRATOS Y CUCHILLOS.
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MIENTRAS DORMÍA, LA CONSCIENCIA DE STASIAJ YAHONTOV soñaba con todas las formas en las que iba a matar a Kaz Brekker; la mayoría de ellos incluía su bastón y golpearlo hasta matarlo

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MIENTRAS DORMÍA, LA CONSCIENCIA DE STASIAJ YAHONTOV soñaba con todas las formas en las que iba a matar a Kaz Brekker; la mayoría de ellos incluía su bastón y golpearlo hasta matarlo.

Pero su mente también tenía otros planes, alejándola de sus felices pensamientos de asesinato hacia el oscuro receso de su mente donde estaban sus recuerdos intactos, recuerdos de barcos y olas del océano que se alzaban para recibirlos, estrellándose sobre una cubierta dura, junto con gritos de pánico, llamas comiéndose la madera y luego el agua fría y sobre su cuerpo.

Se estremeció de repulsión, abriéndose camino de regreso a la superficie mientras sus ojos se abrían una vez más.

—Ahora solo necesitamos a la Serpiente.—Stasiaj mantuvo los ojos cerrados, sintiendo cuerdas alrededor de su muñeca y una mordaza alrededor de su boca. El pánico la inundó.—Nina, despiértala.

—Ella ya está despierta.—la bruja dijo y los ojos oscuros de Kaz Brekker se encontraron con los de Stasiaj mientras lo miraba, molesta porque la mordaza en su boca le impedía escupir insultos y lanzar obscenidades en su dirección.

—Voy a desatarte, Serpiente. No hagas nada estúpido.—las ataduras hacían que la piel de Stasiaj se erizara, su respiración estaba agitada mientras esperaba a que Inej cortara las cuerdas. Le tomó unos momentos, pero Inej logró quitarle la mordaza y las cuerdas, haciendo que Stasiaj escupiera hacia un lado y se limpiara los labios con el dorso de su mano para deshacerse del exceso de saliva.—Necesitamos que...

No terminó la oración; Stasiaj lo agarró por el cuello del abrigo, golpeándolo contra la pared mientras presionaba uno de sus cuchillos contra su garganta. Sus ojos estaban oscuros.

—¡Stasiaj!—la rubia tenía una pistola contra su cabeza, pero a ella no le importó. Le arrebató el bastón de la mano a Kaz y lo sostuvo lejos de él.

—Te lo advertí, bastardo. Te dije lo que pasaría si alguna vez me traicionabas.—gruñó ella, con las manos temblorosas.—Todo lo que quería era salir por una noche y conseguir mi dinero, pero no, tú tenías que arruinarlo todo.

—Serpiente...—advirtió Kaz, moviendo la cabeza lo más atrás posible para evitar su toque. Ahora era el turno de Stasiaj de jugar sucio, porque si Kaz quería tirar todas las reglas por la ventana, lo haría.

Stasiaj sabía de su hermano Jordie. Conocía la historia sobre su aversión al contacto humano. Ahora, si Stasiaj hubiera estado de buen humor, ella hubiera optado por respetar los límites de Kaz y no acercarse a él, ni tocarlo, para no echar a la mierda sus negocios, pero tan pronto como él eligió dejarla inconsciente y la puso en una situación vulnerable, sus problemas no podían importarle menos.

—Voy a salir de este agujero.—entrecerró los ojos a Jesper e Inej, que estaban parados, sin saber qué hacer. Nina se quedó atrás, lamiendo sus labios nerviosamente, pero Kaz no hizo ningún movimiento.—Y la próxima vez que te vea, tendrás mi dinero, mi información y más, de lo contrario te romperé. Destruiré tu club, tu reputación, tu pandilla, tu vida y lo haré por propio placer.

—Bien.—siseó Kaz, su respiración estaba entrecortada mientras Stasiaj lo fulminaba con la mirada una vez más y se apartaba de él. Salió por la puerta, bajó corriendo las escaleras y regresó a su territorio lo más rápido posible.







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Stasiaj se recostó en la tina del baño, el agua se enfrió a su alrededor mientras trataba de restregar la salmuera y la sensación de las cuerdas fuera de su piel. Pero fue de poca utilidad, hiciera lo que hiciera, seguía sintiendo la mordaza alrededor de su boca lo suficientemente apretada como para no dejarla hablar.

—¡Maldita sea!—ella se rindió, pasando una mano por su cuello y tirando de los mechones de su cabello.—¡Maldita sea! ¡Maldito sea el infierno!

Stasiaj dejó escapar otro gemido de dolor, antes de finalmente soltar su cabello y alisarlo todo, tomando otra respiración profunda.

—Estoy bien. Estoy bien, todo está bien.—murmuró, saliendo del baño lentamente con las piernas temblando.—Estoy aquí. Soy la Serpiente de Barril, no pueden atraparme. Estoy bien.

En cierto modo, Stasiaj Yahontov era una hipócrita. Ella estaba feliz de revelar los secretos de otras personas hacia los demás, pero cuando se trataba de los suyos, Stasiaj los protegía como un dragón protegía a su tesoro. Ella no quería que sus secretos vieran la luz del día.

De hecho, ella hizo todo lo posible por ocultar aún más sus secretos, pintándose los labios y vistiéndose de forma provocativa, porque los hombres en el Barril a menudo no podían ver más allá de una cara y ropa bonita. Solo cuando estaba sola se desprendía de su pintura y Stasiaj finalmente se veía en el espejo, estremeciéndose de repulsión.

—Stasiaj...—los ojos de la chica se entrecerraron, mirando por encima del hombro para encontrarse con Kaz Brekker en la puerta.

—Fuera.—ella dijo pero él no se movió. Stasiaj agarró dos cuchillos del cajón de su tocador.—Vete o te mataré, bastardo.

—No lo harías.—contestó y no se inmutó cuando un cuchillo se incrustó en el marco de la puerta a su lado.

—No soy tan buena tiradora como tu espectro, pero tu cabeza es lo suficientemente grande como para tirar y no fallar, Rietvald.—los ojos de Kaz se entrecerraron.—Vete.

—Esta noche no salió como ninguno de los esperaba, lo admito.—la mirada de Stasiaj se oscureció.—Pero saliste corriendo antes de que pudieras escuchar mi propuesta.

—¡Vete!

—Ven con nosotros...—Stasiaj guardó silencio, incorporándose mientras miraba a Kaz.—Ven con nosotros a la Corte de Hielo y podrás obtener toda la información que quieras desde allí, no te estorbaré.

La oferta era irritantemente tentadora para ella.

—Te pagaré una parte completa, y puedes tener quinientos mil kruges adicionales de mi propia parte.—Kaz continuó, acercándose cautelosamente hacia ella.—Serpiente, te necesitamos en el equipo.

—Entonces suplica.—respondió Stasiaj, sus ojos eran fríos y crueles.—Si me necesitas tanto, bastardo, entonces suplica.

Kaz se congeló, apretando la mandíbula mientras la miraba, pero Stasiaj permaneció firme en su postura.

—Serpiente...

—No lo diré de nuevo, bastardo.—respondió Stasiaj.—Cuando nos conocimos, teníamos dos reglas que juramos mantener. Respetaría tus límites y tú nunca me dejarías inconsciente ni me atarías. Esas eran nuestras reglas, Brekker, y tú las rompiste. Así que ahora suplica y tal vez considere ir contigo.



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war of hearts ━kaz brekker. ✓Where stories live. Discover now