war of hearts ━kaz brekker. ✓

vii. no luto, no funerales

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CAPÍTULO SIETE
NO LUTO, NO FUNERALES.
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LAS OLAS Y LOS FUERTES VIENTOS DEJARON a Stasiaj postrada en la cama, acurrucada bajo sus mantas y temblando mientras se escondía del agua y los aullidos. Los recuerdos amenazaban con abrumarla, enviando a la chica de regreso a su caparazón, muy lejos de la confiada Serpiente de Barril que Stasiaj engañó haciéndoles creer que era.

No había comido durante días, los temblores sacudían su cuerpo y su estómago se retorcía demasiado para que ella incluso pudiera forzar comer algo sin vomitarlo.

Stasiaj sabía que no debería haber estado de acuerdo con este maldito viaje a través del mar, y una vez más, la rubia se encontró contemplando cómo mataría a Kaz Brekker por obligarla a hacer tal cosa.

Aunque, en su corazón, Stasiaj sabía que había elegido hacer esto por su propia voluntad y que no era culpa del Hombre Cuervo.

Llamaron a su puerta, pero Stasiaj no quiso abrirla. No podían verla así, débil. No era la fachada que había construido como la Serpiente de Barril. Los golpes cesaron y Stasiaj suspiró aliviada antes de entornar los ojos cuando la puerta se abrió de todos modos.

—Debí haberlo adivinado.—siseó, lo mejor que puedo a través de su respiración entrecortada.—Hombre Cuervo.

—Serpiente...—no parecía sorprendido por la situación, cerró la puerta detrás de él suavemente mientras cojeaba hacia ella.—Iré a buscar a Nina.

—No te atrevas.—Stasiaj trató de parecer intimidante, realmente lo intentó, pero no funcionó. Kaz no encontró rastro de la chica que lo arrinconó contra una pared y lo hizo ponerse de rodillas para suplicar por su ayuda. La Serpiente que conocía no era la misma que tenía adelante, acurrucada y atormentada por el miedo.—Estoy bien.

—No mientas.—él contestó mientras Stasiaj trató de incorporarse, su mirada era venenosa a pesar de su debilidad.—Serpiente. Serpiente.

—Cállate.

—¡Stasiaj!—Kaz finalmente espetó, mientras Stasiaj lo miraba con los ojos entrecerrados.—Suficiente.

Se dejó caer de nuevo en la cama, tirando más de las mantas a su alrededor.

—Toma.—Kaz le tendió una cosa ovalada con sus manos cubiertas por sus guantes de cuero.

—¿Qué es?—sus dedos temblorosos, pálidos y frágiles, se acercaron a sus guantes oscuros y tomaron la cosa ovalada de su palma.

—Ponlo debajo de tu lengua. Si algo sucede, esto te proporcionará diez minutos de aire.—Stasiaj se quedó quieta un momento, antes de temblar mientras colocaba la cosa bajo su lengua.—Descansa, Stasiaj, necesito toda tu astucia para que este plan funcione.

—¿Me vas a contar el plan?—Stasiaj murmuró, mirando a Kaz con los ojos entrecerrados.—Supongo que pasaremos por la prisión.

—Lo haremos, ¿tú no?

—Para eso vine.—ella respondió y Kaz asintió, notando la forma en que el temblor de Stasiaj había disminuido mientras él hablaba sobre el plan.

—Pasarás por la embajada.—él comenzó a explicar.—Confió en que puedas conseguir una invitación, incluso si es falsa y un atuendo adecuado.

—No dudes de mí, bastardo.—Stasiaj le sonrió.—Mis contactos están por todo el lugar.

—Entonces confío en que funcionará.—comenzó a pensar, dando vueltas a las palabras y acciones que harían.—Serás nuestros ojos y oídos al interior, entra y trata de asegurarte de salir más tarde y encontrarte con nosotros sin ser detectada. Estoy seguro que puedes entrar a tu manera.

—¿Y mi información?

—La conseguirás, lo juro.

—Si me engañas, Brekker, tomaré tu bastón y te golpearé con él.—ella dijo y Kaz asintió, aunque no podía imaginarla haciéndolo en este estado.

—Te dejo para que pienses en mi muerte y tu plan.

—Es algo que hago a menudo, bastardo.—contestó y Kaz salió de la habitación para que pudiera volver a sus planes e intrigas.

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Seis dolorosos días y noches después, finalmente habían llegado a Fjerda y Stasiaj estaba segura de que besaría el suelo al bajar del barco con las piernas temblorosas.

—No te vi, Stasiaj.—la alegre voz de Jesper llegó a sus oídos mientras Stasiaj lo miraba.—¿Dónde estuviste durante el viaje?

—Contando mis monedas como un villano en una fábula y tratando de recordar todos los secretos sobre esta pequeña tripulación.—Stasiaj le envió una sonrisa, que les recordó a los demás a un gruñido de un lobo. Les advirtió que no hicieran más preguntas a ella.

—Serpiente, deja de intentar de asustar a la tripulación.

—Son fáciles de asustar.—respondió ella, finalmente sintiendo que regresaba a su elemento y se ponía su máscara de Serpiente. La protegía de entornos hostiles, y no estaba hablando precisamente de la tierra.

—Nos vemos en el puerta de Djerholm.—habló Spechy.—No luto.

—No funerales.—respondieron los demás y Stasiaj los observó con el ceño fruncido.

—Ustedes son extraños.—ella dijo y Kaz suspiró, aunque ocultó el pequeño destello de diversión en sus ojos al escuchar el tono sarcástico de Stasiaj. Ella estaba de vuelta.—Pero he aprendido a no cuestionar las cosas extrañas que hacen; no quiero una respuesta aún más extraña.

—Serpiente, llamas víboras a tus informantes.—respondió Kaz mientras bajaba del barco.—No creo que seas la indicada para hablar.

—Si, pero no tengo un bastón con una cabeza de cuervo.—le envió una sonrisa maliciosa, sus ojos brillaban de alegría mientras alababa a cualquier Dios existente por hacerla llegar a tierra firme, incluso si estaba sintiendo que se iba a congelar.

—Es bueno verte de nuevo de buen humor, Yahontov.—murmuró el hombre, mientras los demás también bajaban del barco. Stasiaj hizo una pausa, siguiendo a Kaz con cuidado, desconfiada del hielo bajo sus pies.—Pensé que ibas a ser un bulto tembloroso todo el viaje.

—¿Y librarte de la alegría absoluta que obtienes cuando estás en mi compañía?—preguntó Stasiaj, burlándose.—Nunca, Brekker.

—Cállate, Serpiente.

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