xli. subasta

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CAPÍTULO CUARENTA Y UNO
SUBASTA.
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A STASIAJ YAHONTOV LE GUSTABA llegar tarde. Disfrutaba de la sensación de los ojos sobre ella, llenos de terror y nostalgia. Era inalcanzable para la mayoría, una santa entre los simples hombres, y no mancillaría su halo con la inmundicia que estaban debajo de ella. Pero no estaba demás dejarlos mirar.

Sin embargo, no era el momento de llegar tarde. Kaz le había dicho que estuviera allí antes de que los relojes dieran las tres campanadas, consciente de su tendencia a hacer una entrada, por lo que había decidido complacerlo por una vez, llegando a tiempo a la subasta. Claro, Stasiaj podría no tener todos los ojos sobre ella, pero la expresión un tanto conmocionada de Kaz lo compensó todo.

―¿Todo bien, Hombre Cuervo?

―¿Esa es mi camisa?―preguntó y Stasiaj sonrió, alisando su chaqueta. Stasiaj había decidido dejar atrás su vestido ese día, para utilizar un traje muy parecido al de Kaz. Sin embargo, en lugar de los colores negros y plateados que llevaba Kaz, los de Stasiaj eran de un color azul oscuro, con botones dorados en la parte delantera y la camisa blanca de Kaz debajo. Ella le lanzó una sonrisa, enredando un colmillo en su cabeza.

―Podría ser.―dijo y Kaz asintió, lamiendo sus labios. Stasiaj observó cómo se le movía la manzana de Adán.―Esta es la parte en la que me haces un cumplido, Hombre Cuervo.

―¿Te impedirá correr?―murmuró en cambio, volviéndose hacia otro lado para ocultar el leve color rosa de sus mejillas y Stasiaj rodó los ojos.

―Para nada.―ella negó con la cabeza, notando que Matthias la mirada con ojos muy grandes.

―Stasiaj... ¿has vuelto?―preguntó y ella asintió. El chico la abrazó.―Es bueno verte.

―Lo mismo digo. También es bueno verte, Kuwei.―la rubia dijo y el chico Shu asintió con la cabeza, aún sin poder mirarla a los ojos. Ella lo intimidaba y a Stasiaj le gustaba eso. Disfrutaba del miedo que irradiaban los demás. Era como una droga, y Stasiaj la ansiaba casi tanto como los labios de Kaz sobre los suyos.

―¿Cómo es que estás devuelta? Pensé que él...―Matthias hizo un gesto hacia Kaz y este lo fulminó con la mirada y Stasiaj rodó los ojos.

―Lo hablamos. Todo está arreglado y estoy de vuelta para ayudarlos con esto.―le apretó el brazo al chico.―Empezamos esto juntos, terminamos esto juntos.

―Bien.―sonrió Matthias, ambos asintieron la cabeza el uno al otro, antes de que lo llamaran para que los guardias buscaran armas en él.

―Serpiente.―Stasiaj dio un paso hacia atrás, posándose junto a Kaz mientras suspiraba.―Pareces una princesa.

Ella sonrió, luchando contra el rubor que amenazaba con colorear sus mejillas.

―Eso es porque soy una princesa, Kaz.―ella respondió y dio un paso hacia adelante para que los guardias lo revisaran. Stasiaj resistió el impulso de mirarlos mal por tocar a Kaz, sintiendo la incomodidad que se desprendía de él en oleadas. Le hicieron señas para que pasara mientras Stasiaj avanzaba.―Si alguno se propasa, les arruinaré la vida.

Tragaron saliva y la revisaron rápidamente, antes de invitarla a pasar. Kaz arqueó una ceja al ver que habían dejado los seis colmillos en su cabeza. Stasiaj parecía demasiado angelical para que ellos siquiera consideraran que estaba pasando armas a escondidas, a pesar de las diabólicas palabras que salían de su boca.

―Tú, princesa, eres manipuladora.

―Y ahí está el cumplido que estaba esperando.―le guiñó un ojo, antes de pararse detrás de Kuwei mientras las puertas se abrían. Kaz y Matthias escoltaban al chico y Stasiaj lo seguía de cerca.

Stasiaj captó la mirada de su hermano entre la multitud y le envió un guiño antes de avanzar. Los gritos resonaron a su alrededor, principalmente dirigidos hacia Kaz y Matthias, aunque Stasiaj pudo escuchar las burlas de los Shu hacia Kuwei en la mezcla.

El subastador de la ciudad se acercó al estrado y ocupó su lugar junto al altar. Era Jellen Radmakker, alguien a quien Stasiaj lamentable no podía chantajear. No le gustaban los hombres así, no eran divertidos.

Estaba pálido, sus cejas anaranjadas peludas y tenía una postura encorvada que le daba el aspecto de un camarón gigante. Bajó el mazo en tres furiosos golpes.―Orden.―gritó. El clamor de voces se convirtió en un murmullo.

Stasiaj aceptó la mano de Matthias mientras se acercaba para pararse detrás de Kuwei, escaneando la multitud mientras repasaba quiénes era cada persona en su cabeza. Estaba la embajadora de Fjerdan, prácticamente ardía en furia, su hermano sonreía como lunático, los Shu tenían humo saliendo por sus oídos, los Kaelish parecían reservados y luego estaba el Consejo de Comerciantes. Era una mezcla extraña, pero, de nuevo, todo esto era extraño.

Radmakker esperó un silencio absoluto. Solo entonces comenzó a recitar las reglas de la subasta, seguidos de los términos del contrato de emisión ofrecidos por Kuwei. Radmakker hizo un gesto con la mano a un médico, un hombre con una calva brillante. Le tomó el pulso a Kuwei, midió su altura, escuchó sus pulmones, examinó su lengua y dientes. Fue un espectáculo extraño y Stasiaj arrugó la nariz. El médico terminó y cerró su bolso.

―Por favor, haga su declaración.―Radmakker pidió al doctor.

―La salud del muchacho es buena.

Radmakker se volvió hacia Kuwei.―¿Aceptas libremente acatar las reglas de esta subasta y su resultado?―preguntó y Kuwei murmuró algo ininteligible.―Habla, muchacho.

Kuwei cerró los ojos y suspiró.―Si.

―Entonces procedamos.―dijo mientras él médico bajaba del escenario y Radmakker levantaba el mazo una vez más.―Kuwei Yul-Bo da libremente su consentimiento a estos procedimientos y por la presente ofrece su servicio por un precio guiado por la mano de Ghezen. Todas las ofertas se harán en kruges. Los postores deben guardar silencio cuando no hagan ofertas. Cualquier interferencia en esta subasta, cualquier oferta hecha de mala fe será castigada con todo el alcance de la ley de Kerch. La oferta comenzará en un millón de kruges.―hizo una pausa.―En nombre de Ghezen, que comience la subasta.




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war of hearts ━kaz brekker. ✓Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang