xxxvi. peleas y confesiones

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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
PELEAS Y CONFESIONES.
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CUANDO KAZ REGRESÓ A LA HABITACIÓN HORAS MÁS TARDE, todo estaba en silencio. El pasillo estaba oscuro, la mayoría de las puertas de los dormitorios estaban cerradas. Kaz tenía la sensación de que Stasiaj aún estaría despierta, sabiendo lo irregular que era su horario de sueño y, efectivamente, estaba sentada en la mesa del comedor, haciendo girar un colmillo alrededor de su dedo.

―Estaba esperando a que regresaras.―comentó, inclinando la cabeza para mirarlo y Kaz se detuvo momentáneamente. En lugar de la piel suave que siempre veía, la cara de Stasiaj estaba marcada por cicatrices. Las quemaduras de las cuerdas alrededor de su cuello resaltaban en un color más claro que su piel. Una cicatriz irregular, como si la hubieran atacado con una garra, recorría la línea de su mandíbula, todavía enrojecida.

―Stasiaj...―Kaz se calló, sin saber qué decir. La chica negó con la cabeza, estirándose distraídamente para rascarse la cicatriz de la mandíbula.

―Ya te lo dije. Los hombres se enojan cuando no se salen con la suya.―se encogió de hombros, antes de tomar un sorbo de agua en el vaso frente a ella.―¿Cómo estuvo la reunión?

―¿Quién te hizo eso?―Kaz ignoró su pregunta y se sentó frente a ella con el ceño fruncido.

―Hace mucho que murieron, Kaz.―negó con la cabeza.―¿Podemos simplemente no hablar de eso? ¿Cómo estuvo la reunión?

―Estuvo bien.―Kaz se reclinó en su asiento, apoyando el bastón de cuervo sobre la mesa. Stasiaj asintió.―Sturmhond aceptó los términos.

―Entonces, ¿podremos salir adelante?

―No del todo.―Kaz se humedeció los labios, queriendo alcanzar la mano de Stasiaj. Ella parecía ida, como si algo hubiera cambiado y él lamentó las palabras que le dijo después.―Quiere hablar contigo. Las Grishas, descubrieron que eres Anastasiaj y él lo escuchó y quiere hablar contigo.

―Y dijiste que no, ¿verdad?―preguntó Stasiaj, mirándolo con los ojos entrecerrados.―¿Dijiste que no por que sabías que esa era mi decisión, cierto?

―Bueno...

―Kaz Brekker, será mejor que hayas dicho que no a eso.―gruñó Stasiaj, sentándose derecha.―Confió en que hayas dicho que no.

―No.―murmuró él. El rostro de Stasiaj mostró una expresión de total traición.

―Te voy a matar.―Kaz saltó de su asiento al ver que Stasiaj se quitaba los colmillos del cabello.―Será mejor que corras, bastardo, porque te voy a matar. ¿Cómo pudiste hacerlo?

―Stasiaj, hablemos de eso.

―Oh, no. Es Anastasiaj para ti, bastardo.―escupió la rubia, todo su cuerpo temblaba de rabia.―¡Tengo un trauma al igual que tú lo tienes con Jordie y luego vas y haces una mierda como esta! ¿Desde cuando mi pasado se convirtió en moneda de cambio?

―No juegues esa tarjeta, Yahontov.―escupió Kaz, señalándola con el dedo.―Todos somos criminales altamente buscados y estoy tratando de conseguirnos el dinero que nos deben. ¡Estoy tratando de sacarte de los problemas! ¿No puedes ver eso?

―¿Usando mi trauma?

―¡Si esa es la forma, entonces si! Usaré tu trauma para asegurarme de que todavía podamos vivir en la ciudad en la que crecimos. ¡Que podamos estar seguros en la ciudad que crecimos!―gritó Kaz.―¿No ves que estoy tratando de obtener el mejor resultado posible aquí o tus sentimientos te nublan el juicio? Estás pensando como Stasiaj, no como la Serpiente.

―Estoy pensando como un ser humano, bastardo.―Stasiaj lo miró con enojo y Kaz sintió que algo se marchitaba dentro de él ante el viejo apodo.―Vete a la mierda.

―Stasiaj...―ella pasó junto a él. Kaz la agarró de su abrigo.―Stasiaj, ¡detente ahora!

―¡No!―la chica se dio la vuelta, furiosa con él. Sus ojos estaban enrojecidos por la ira.―Nunca, nunca he usado a Jordie en tu contra o como moneda de cambio, Kaz. Yo confié en ti. ¡Te confié esa información sobre mí! Era mi derecho revelarla cuando estuviera lista. Si hubiera querido hablar con ellos al respecto, ¿no crees que lo habría hecho? Pero no lo hice, ¡así que no debiste decir mi nombre!

―Stasiaj, si tan solo...

―No, no más.―siseó, alejándose de él.―No más de esto, Kaz. No puedo hacer esto contigo si vas a abusar de mi confianza. Hablaré con él, pero no quiero verte de nuevo. No vengas a mi casa. No pidas información. No vuelvas a hablar conmigo.

―Stasiaj, detén esto.―gruñó, siguiéndola.―No puedes hacer esto.

―Obsérvame. Mantén a tus Cuervos lejos de mi casa, ya no quiero asociarme contigo ni con nadie que esté dispuesto a enviarte información.―escupió. Sus ojos ya no eran ese cálido verde-azul al que estaba acostumbrado Kaz, en lugar de eso, era como mirar hielo.―Malkus, vamos. Nos vamos.

―¿Mamá?―Malkus estaba en la puerta, mirando a Kaz y Stasiaj con los ojos muy abiertos.

―Nos vamos.―respondió Stasiaj, antes de volverse hacia la puerta. Kaz sintió que su corazón de hundía y extendió la mano, agarrando la mano de su abrigo y deteniéndola.

―Por favor, no hagas esto, Stasiaj.

―Es Serpiente para ti.―lo miró.

―Stasiaj, detén esto. No tenía otra opción, ¿de qué otra manera se suponía que iba a hacer que este trato funcionara? Necesitábamos de este trato para mantenernos a todos vivos y a salvo. Para mantener a salvo a tus víboras también.―murmuró.―Él es tu hermano, ibas a tener que hablar con él en algún momento.

―¿Así que monopolizaste mi trauma? Eso lo hace mejor entonces.―apretó los colmillos, mientras lo miraba.―¡Bien hecho, Kaz!

―No tuve elección. ¡El trato tenía que concretarse para que todos pudiéramos obtener nuestro dinero!

―¡Santos, no puedo creer que me enamoré de ti!―Stasiaj gritó. Kaz dejó caer su mano.―Debí saber cómo terminaría esto. Soy tan tonta por haber creído que alguna vez podrías haberme amado lo suficiente como para no hacer un truco como este. Soy tan estúpida.―ella se secó las lágrimas de los ojos, mirándolo.

―¿Me amas?

―Te amaba, tiempo pasado.―espetó Stasiaj.―Pero tu negro corazón no reconocería esa emoción incluso si te golpeara en la cara. ¡Vamos, Malkus, nos vamos!

Se volvió hacia la puerta y salió furiosa de la habitación mientras Kaz luchaba por ordenar sus sentimientos y palabras. ¿Ella lo amaba? ¿Stasiaj lo amaba? No sabía qué hacer, solo quería correr detrás de ella, besarla y decirle que también la amaba. Que él siempre, en el fondo de su corazón, la había amado desde que la vio por primera vez.

Pero era demasiado tarde. Era demasiado tarde para que él corriera detrás de ella y le dijera que la amaba con cada centímetro de su cuerpo. Que le encantaba cómo se burlaba de él y le encantaba cuando sonreía y reía y cuando cocinaba o cantaba. Santos, incluso la amaba cuando ella le gritaba enojada, pero ¿cómo podía decírselo? ¿Cómo podía decírselo cuando arruinó todo tan majestuosamente?

―¿Papá?―Malkus permanecía en la puerta, observándolos a los dos sin saber qué hacer.―¿Qué hago?

―Vete a casa, Malkus.―respondió, dejando caer a Kaz Rietveld y volviendo a poner su fachada del Manos Sucias, ignorando el dolor de su corazón.―Sigue a la Serpiente.

―¿Papá?―la voz de Malkus tembló y Kaz casi se volvió hacia él, pero el Hombre Cuervo continuó caminando por el pasillo y alejándose del niño.―Papá, por favor. Por favor, no te vayas. ¡Por favor, papá, por favor no hagas esto!




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war of hearts ━kaz brekker. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora