xxiv. guantes de cuero

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CAPÍTULO VEINTICUATRO
GUANTES DE CUERO.
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METÓDICAMENTE, STASIAJ SE RASPÓ LA SANGRE DE DEBAJO DE LAS UÑAS. Sus manos ya no estaban manchadas de ese horrible rojo. Stasiaj odiaba ese color en particular, que era más oscuro que sus labios. Le recordaba a los barcos de esclavos, a las personas que había matado a lo largo de los años y las cosas terribles que había causado.

Frotándose las manos de nuevo, Stasiaj pasó sus dedos por debajo de las uñas para eliminar la sangre.

―Stasiaj.

―Ya casi no queda sangre.―ella respondió y Kaz la agarró de la muñeca, apartando su mano de la otra para evitar que se hiciera daño.

―No hay más sangre, Stasiaj.―dijo, pero Stasiaj negó con la cabeza. Podía ver la sangre. Estaba allí, ese rojo oscuro cubriendo sus dedos.

―Si hay. Mis manos están rojas.―ella negó con la cabeza. Kaz se agachó a su lado mientras Stasiaj trataba de soltarse de su agarre.―Kaz, déjame ir. Tengo que quitármela. No puedo entrar en Ketterdam con las manos manchadas de sangre.

―Se acabó, Stasiaj.―él murmuró. Stasiaj volvió a negar con la cabeza mientras sentía las lágrimas brotar de sus ojos.

―No ha terminado, Kaz.―le dijo y él le soltó las manos mientras volvía a frotar sus manos. Tenía que quitarse la sangre de encima. Hubo un silencio por un momento, antes de que Kaz la agarrara por la manga y pusiera su mano en su regazo. Stasiaj trató de zafarse y entonces vio las manos pálidas de Kaz. Se congeló por un momento. Con destreza, el Hombre Cuervo estaba poniendo sus guantes en las manos de Stasiaj, rodeándolas con calidez mientras su piel desaparecía bajo el cuero.―¿Qué estás haciendo? Mancharás los guantes con sangre.

―No te lastimarás las manos si tienes los guantes puestos.―respondió y Stasiaj vio que le temblaban las manos mientras le colocaba los guantes. Él trataba sus manos como si fueran de porcelana, teniendo mucho cuidado de no tocar accidentalmente su piel.―Vamos, vamos a casa.

―¿Qué hay de las esposa de Van Eck?―preguntó ella. Los guantes eran cálidos y un poco grandes para las pequeñas manos de Stasiaj, pero calentaron sus dedos fríos por el agua del mar.

―Está cantando y creo que eso empeoraría tu vida. Empeoró la mía significativamente.―murmuró, provocando que una pequeña sonrisa apareciera en el rostro de Stasiaj.―Vamos.

La chica se puso de pie a tropezones y se sacudió la arena de las rodillas con suavidad mientras seguía a Kaz hasta el bote con remos. Sus ojos permanecieron fijos en sus manos pálidas, que parecían fuera de lugar. Su bastón estaba libre de sangre y apoyada contra el bote, Stasiaj hizo una mueca al ver lo mal que estaba su cojera.

war of hearts ━kaz brekker. ✓Where stories live. Discover now