Prólogo.

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Houston, Miami, Nueva York, Seattle, San Diego, Los Angeles, Chicago, San Francisco, Nueva Orleans, Boston, San Antonio, Filadelfia, Denver, Las Vegas, Nevada, Tampa, Atlanta, y muchas más ciudades de Estados Unidos estaban tachadas en mi mapa. ¿A dónde iría ahora? Por su puesto, podría simplemente salir del país y experimentar nuevamente ser extranjera, como cuando fui a Seúl u Osaka. ¿Y si mejor viajaba a Moscú?

Negué lentamente y taché el círculo en el que estaba encerrado Moscú, ya había estado ahí hace tres años. Repetir era pecado para mí, necesitaba un nuevo lugar a donde ir y ya había estado - sin exagerar - en la mayor parte del mundo.

He viajado más que una persona con todas las oportunidades y estudios en su vida. ¿Cómo lo hago? Ni yo misma lo sé, sin embargo soy feliz.

¿Y si regreso al lugar donde nací?

Esa pregunta en especial me la hacía todo el tiempo, ya que hace muchos años que no iba a mi ciudad natal, en la cual viví hasta los nueve años.

Cuando nací, para mi mala fortuna mi madre falleció y por eso los encargados del hospital y el gobierno, decidieron que lo mejor para mí era vivir en un orfanato, donde me cuidarían, alimentarían, y me proporcionarían estudios hasta que cumpliera la mayoría de edad. Pero meterme ahí fue en vano, ya que tan pronto como cumplí siete años comencé a planear el escape perfecto. Odiaba estudiar ahí, odiaba la comida, odiaba la cama en la que dormía, odiaba a los niños y niñas que vivían conmigo y sobretodo odiaba no poder ser libre, así que una noche, dos años después de planearlo, me escapé.

Fue tan fácil como salir de la habitación en la que dormía. Luego de salir de ahí, corrí como si me estuvieran persiguiendo a pesar de que no lo hacían y todo por la felicidad de saber que podía ir más allá de lo que las bardas del orfanato me permitían.

Recuerdo que cuando me cansé de correr me detuve frente a un restaurante en donde solicitaban a alguien para la limpieza, así que sin pensarlo dos veces me adentré por el establecimiento y encaré a la dueña del lugar, a quien supongo que le di ternura y me permitió ayudarle.

Ann Manoban era la mejor jefa que cualquiera pudiera tener. Ella me daba comida más rica que en el orfanato, me dejó dormir en su garage a pesar de que ella quería que durmiera en una de las recámaras de su casa, me pagaba bien y me dejó jugar con su única hija, quien se volvió en una buena amiga. Pero todo aquello me duró solo por unos cuantos meses, ya que tan pronto mi cajita de ahorros se llenó, tomé todas mis cosas y fui directo a la estación de trenes para irme de aquella ciudad, ya que a pesar de estar pequeña, sentía que si me quedaba ahí, nunca crecería.

Y supongo que tuve razón, ya que viajar tanto me ayudó a crecer de diferentes maneras, tanto qué ahora dejaría de hacerme la misma pregunta de siempre y por fin, después de tantos años, regresaría al lugar donde nací.

Valientemente tomé de nuevo mi plumón rojo y por fin encerré mi primera y última parada.

Nashville.

...

Aclaración: esta fic es una adaptación, la historia original le pertenece a _derworldblood todos los créditos para ti y gracias de nuevo por permitirme adaptarla.

it girl [chaennie]Where stories live. Discover now