1.

3.3K 255 8
                                    

Rosé's P.O.V.
                     
Me sentía un poco mareada luego de terminarme mi cerveza número seis, así que me levante y fui por mi chaqueta que estaba en el sillón, tomé mi guitarra y salí del bar por la puerta de empleados.
                     
- ¿Te vas? - la voz de Markus se hizo presente a mis espaldas, por lo que me quedé quieta unos segundos y luego volteé con cuidado para no marearme más y sí, ahí estaba el mismo Markus, apoyado en la pared con un cigarrillo entre los dedos sacando humo de la boca - Es noche de juego, Chaeng.
                     
- He bebido de más.
                   
- ¿Y te irás caminando sola hasta tu departamento? Debería acompañarte. - negué rápidamente - ¿No?
                     
- Sé cuidarme sola.
                     
Sabia cuidarme sola, sí, pero esa no era la razón primordial de mi negativa. El caso era que no vivía en un departamento como todos en el trabajo creían, la verdad era que desde que llegué a Nashville me estaba quedando con los Manoban, la misma familia con la que viví hace unos años atrás cuando me escape del orfanato, y para mí era necesario que todos se creyeran la pinta de mujer solitaria que transmitía, así que ocultaba vivir con ellos fingiendo que vivía en un departamento a las afueras de la ciudad.
                     
- Es de madrugada.
                     
- Siempre salgo de madrugada, ¿qué diablos me puede pasar, uh?
                     
Claramente tenía razón, ¿qué diablos le puede pasar a una chica que mide un metro ochenta y tiene musculatura suficiente como para derribar a un ladrón o a un posible violador? Criarme sola había servido de mucho, sobre todo viajar a diferentes lugares, ya que aprendía diversas maneras de defenderme y mantener mi cuerpo sano y listo ante cualquier peligro.
                 
- Nos vemos mañana, Markus. - dije finalmente al ver que no me respondía
                     
Caminar por las calles desoladas de Nashville en la madrugada era una de mis cosas favoritas; ahora, caminar ebria por las calles desoladas de Nashville en la madrugada era definitivamente una de mis cosas NO favoritas de que en mi trabajo tengan noche de juegos con bebidas alcohólicas de por medio.
                 
Y todo eso me lleva a pensar: ¿Por qué diablos me bebí tantas cervezas sabiendo que no estoy acostumbrada a tomar? Por su puesto, todo era culpa de Joy, esa mujer estaba loca y era una mala influencia para mí, sin embargo era una buena amiga y la única persona de mi trabajo que no me odiaba.
                     
Apuesto mi sueldo entero a que tan pronto como llegara a casa, Ann o Lisa meterán mi cabeza en un balde de agua helada con tal de bajarme la borrachera, y posiblemente ambas se burlarían de mí por la mañana.
                     
Una pequeña racha de viento me hace temblar y arrepentirme por no haber tomado la chaqueta más gruesa que me ofrecía Marco antes de que me fuera al trabajo. Internamente comienzo a reírme de lo descuidada que puedo llegar a ser.
                    
Mis risas internas se detienen cuando a lo lejos puedo visualizar la casa de los Manoban y tambaleante pero feliz me dirijo hacia mi destino.
                     
De la pequeña bolsita que tenía la funda de mi guitarra saqué la copia de las llaves que me dió Marco para poder entrar a la casa sin perturbar el sueño de los que ya dormían, sin embargo cuando estaba a punto de meterlas en la cerradura sentí como algo dentro de mi pantalón comenzaba a vibrar.
                     
- Se siente bien. - comencé a reír sin sentido y todo gracias a la cantidad de alcohol que viajaba por mis venas - Da cosquillas, hmm. - con mi mano temblorosa saqué el teléfono de mi bolsillo y luego fruncí el ceño al ver el nombre en mi identificador de llamadas - ¿Qué hay, lady Joy?
                     
- ¿En dónde estás, Chaeng? Prometiste que me acompañarías a mi casa
                     
- No me molestes, bebí de más - escuché como comenzó a reírse por el otro lado de la línea y yo también me puse a reír - Qué te jodan
                     
- Me hace falta, en realidad. - volvimos a reír - Oye, ¿estamos borrachas? - preguntó susurrando
                     
- Creo que sí.
                     
- Dormiré en el baño de Paul. Ni siquiera sé porqué te he hablado.
                     
- Ni yo. - dicho esto lo único que escuché a continuación fue: nada
                     
Tiré sin razón alguna mi teléfono al suelo y después sentí como la cabeza me daba vueltas haciendo que el mareo aumentara cada vez más hasta que perdí la conciencia y todo se volvió negro.

it girl [chaennie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora