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El viaje de Nashville a Washington fue realmente corto. Llegué exactamente a primeras horas de la tarde así que tuve tiempo de ir a registrarme en un hotel, tomar una ducha y luego dar un pequeño paseo por la ciudad.
                  
Aprovechando el tiempo extra que tenía, visité algunas tiendas en donde compré cosas para los Manoban.
                     
Una gorra para Luca y algunos juguetes, ropa para Lisa y Ann, y algunos instrumentos de jardinería para Marco. Para el patriarca de los Manoban era realmente un pasatiempo tener bien cuidado su jardín.
                     
Después de hacer las comprar regresé al hotel para dejar todo en mi habitación y volví a tomar una ducha para ir presentable a la cita que tenía en aquel juzgado. Me puse unos pantalones negros de vestir y una camisa elegante pero casual de color durazno. La vestimenta por su puesto me la había escogido Lisa, alegando que no solo debía ir limpia a una reunión así, si no que también debía ir muy bien vestida para demostrar un poco de seriedad.
                     
- Disculpe, ¿sabe en dónde está la oficina del señor Snowden? - le pregunté a una señorita que iba caminando por los pasillos del la zona de juicios.
                     
- Por su puesto. Se va todo derecho por ahí. - señaló el pasillo que estaba frente a nosotras - Y después dobla a mano derecha, es la tercera puerta.
                     
- Muchísimas gracias.
                     
Comencé a caminar siguiendo las instrucciones que me había dado la señorita y cuando encontré la puerta en donde debía entrar, sentí como mi celular comenzaba a vibrar en mi pantalón.
                     
- Ahora no. - dije cuando ví el nombre del contacto de Jennie en la pantalla - Estoy ocupada. - apagué el celular y lo guarde nuevamente.
                     
Toqué dos veces.
                     
- Adelante. - dijeron al otro lado.
                     
Tomé la perilla de la puerta con mi mano y conté tres veces en mi mente. Por alguna razón me sentía nerviosa y un poco asustada por lo que pudiera pasar en aquella audiencia, pero si quería saber que tenía que ver yo en todo eso definitivamente tenía que alejar mis nervios y entrar.
                     
- Buenas tardes. - dije cuando finalmente me atreví a entrar.
                     
Frente a mí había un gran escritorio color marrón, y en ese escritorio estaba sentado un señor de unos cincuenta y tantos años. En la pared que había detrás del escritorio yacía un enorme cuadro con la fotografía de lo que parecía ser el mismo señor que estaba sentado pero sin canas y más joven de lo que definitivamente era ahora.
                     
- Park Chaeyoung. - la voz de una mujer se coló por mis oídos - Es un gusto poder conocerte por fin. - voltee y ví apoyada en el marco de la puerta a una mujer que me observaba con una sonrisa en su rostro.
                     
- Bienvenida, Alice. - dijo el hombre canoso caminando hasta donde estábamos nosotras - Creí que llegarías más temprano.
                     
- Tenía unas cosas que atender. - respondió sin dejar de mirarme - ¿Sabes? Nunca imaginé que estuvieras tan alta. - dijo dirigiéndose a mí.
                     
- ¿De qué estás-...? - el hombre canoso me tocó el hombro haciéndome girar para verlo.
                  
- Esa es una larga historia, señorita Park. ¿Podemos tomar asiento y proceder a la lectura del testamento? - nos pidió amablemente.
                  
- Por su puesto. - la mujer del vestido elegante pasó golpeando ligeramente mi hombro - ¿No teníamos que esperar a que llegara mi abogado?
                     
- Lo siento, señorita Harvey, pero su madre solo necesitaba que usted y la señorita Park estuvieran presentes para la lectura. Después de leer...                                     
                       
- ¿Su madre? - le pregunté a la tal Alice, interrumpiéndo al señor Snowden mientras me sentaba en una de las sillas que habían frente al escritorio - ¿La mujer que murió es su madre?

- Sí, es mi madre.

- Excelente. - la miré a los ojos - Podría decirme por favor...

- No. - me interrumpió - Espera a que lean el testamento y después contestaré todas tus preguntas.

- Está bien. - murmuré.

- ¿Puedo empezar? - el señor comenzó a sacar muchos papeles - Bien, antes que nada necesito que firmen aquí como prueba de su asistencia.

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Jennie P.O.V

Nashville, Tennessee

Era la décima vez que el teléfono de Chaeyoung me mandaba a buzón, así que después de colgar aventé mi teléfono contra el piso. Escondí mi rostro entre mis manos y grité de frustración.

- No te había visto así desde que Adam interrumpió una de nuestras clases de clínica aquella vez en la universidad. - comentó Jisoo.

- ¡No es lo mismo!

- Bueno, claramente no. - recogió mi teléfono y lo colocó nuevamente en mi escritorio - ¿Qué fue lo que hizo?

Hace una hora le había llamado a Jisoo para que viniera urgentemente al hospital porque necesitaba hablar con alguien sobre lo que me estaba pasando, así que cuando ella llegó a mi consultorio le dije a Margaret que cambiará las citas de todos mis pacientes para el próximo lunes.

- N-no hizo nada. Yo tuve la culpa, nunca debí besarla. - pequeñas lágrimas comenzaban a deslizarse por mi rostro - Fue un gran error.

- ¿La besaste? - preguntó sorprendida mi mejor amiga - Jodido Dios, Jennie.

- No pude evitarlo; sabes muy bien que quería hacer eso desde hace un tiempo atrás. - limpié unas cuantas lágrimas.

- Eso lo sé, pero, nunca creí que te atreverías a hacer algo así. Tú no eres impulsiva, Jennie.

- Ella dijo que quería besarme, y yo me dejé llevar por todo lo que siento por ella, fue inevitable. - deje escapar un pequeño sollozó.

- Jennie, no seas idiota. - habló riendo

- ¿Qué?

- Es increíble que todos nos hayamos dado cuenta excepto tú. A veces realmente me cuesta creer que te hayas graduado con honores.

- ¿De qué hablas?

- ¿De qué habló? - rió - ¡Le gustas a la imbécil de Rosé! - me gritó

- No digas tonterías, Jisoo. - gruñí - Chaeyoung todo el tiempo me trata como si fuera su hermana menor.

- Lo hace porque tú has hecho que se comporte de esa forma, sin embargo varias veces te coqueteó sin vergüenza, que tú no lo hayas notado es diferente. - se encogió de hombros

- Chaeyoung es así, todo el tiempo está jugando, ella obviamente no habla en serio cuando hace esas cosas.

- Eres tan idiota. - tomó su bolso  y caminó hasta la puerta - Vamos.

- ¿A dónde?

- Tenemos que tomar un avión hacia Washington. - me agarró de la muñeca y me arrastró fuera de mi consultorio.

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Me levanté rápidamente de mi lugar tan pronto como el señor dejó de leer aquel documento.

Debía ser una broma, y una de muy mal gusto. ¿Esa señora acababa de dejarme una propiedad en Nashville? ¡Ni siquiera me conocía!

- Esto debe ser un error. - murmuré.

- No es ningún error, obviamente mi madre estaba loca, pero esa casa es tuya y no puedes hacer nada al respecto. - habló la mujer que aún estaba sentada - Lo que me sorprende es que no te haya dejado a cargo de ningún porcentaje de la empresa, eso sí es increíble ya que esperaba que te pusiera al mando o algo así, después de todo debía disculparse de alguna forma por lo del orfanato. - bebió un poco de agua

- ¿Qué? - fruncí el ceño.

- Bueno, ella realmente estaba muy arrepentida en sus últimos días de vida, y no paraba de decir tu nombre y lo mucho que se odiaba por haberte dejado ahí cuando naciste.

- ¿Qué? - volví a repetir.

it girl [chaennie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora