74| El Hilo Rojo.

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OLIVIA's POV.

Minutos antes:

Mientras hablaba con Victoria por teléfono pude ver a unos cuatro sujetos aparecer en mi rango óptico, a simple vista pude notar que se trataba de simples jóvenes de no más de 23 años cada uno.

Me quedé en silencio mientras los observaba acercase rápidamente en mi dirección.

─Vaya, vaya. ─mencionó uno de ellos mientras se posaba a escasos centímetros de mi cuerpo, al parecer se trataba del líder del cuarteto─. ¿Qué tenemos aquí? ─resopló mientras me observaba de pies a cabeza con una sonrisa malvada─. ¿De qué fábrica de juguetes te escapaste, muñequita? ─comentó.

Fruncí el ceño confundida.

─¡Hey! ─exclamé para luego darle un firme empujón que lo hizo retroceder.

─Genial, eres de las rudas, me encantan las chicas malas. ─siguió.

El tipo tenía ojos claros, cabello rubio y ondulado, contextura delgada y labios gruesos. Era sólo un poco más alto que yo, sin embargo podría noquearlo de un solo golpe pero eso me dejaría a tres más contra una sola.

─¿Quién carajos eres? ─demandé saber. 

─Deja que te lo demuestre. ─respondió.

El chico se abalanzó sobre mi e intentó abrazarme con fuerza mientras luchaba por colocar sus labios sobre mi cuello para intentar besarme por dicha área. 

Su fuerza era impresionante, incluso logró lastimarme el brazo. 

─¡Aléjate de mi! ─grité a todo pulmón para luego clavar mi rodilla contra su entrepierna con todas mis fuerzas.

De inmediato me soltó de su agarre y se dobló de dolor.

Mientras lo veía quejarse por el golpe en las pelotas de repente pude ver un extraño objeto aparecer volando de la nada y golpear al chico en la cabeza. 

El sonido del impacto retumbó en el lugar y rompió las masas de aire.

Abrí los ojos como platos al verlo caer al suelo inconsciente mientras que un montón de sangre salía de su cabeza con velocidad.

El objeto que lo había golpeado en la cabeza era una gran roca.

Giré mi atención a un lado del lugar y pude ver a Amaia posada a unos escasos metros mientras analizaba la escena con asombro.

La castaña aporreó al chico en la cabeza con un gran pedazo de roca logrando dejarlo inconsciente de inmediato. 

Mi corazón se detuvo por un instante al presenciar todo lo que acababa de ocurrir.

Los tres chicos que estaban allí estaban estupefactos.

Por instinto lo primero que hice fue inclinarme y colocar dos dedos sobre su yugular para intentar sentir su pulso cardiaco y analizar si aún seguía vivo.

─Mierda, mierda, mierda. ─repetí una y otra vez al ver que las palpitaciones eran casi ausentes. 

El golpe había sido tan fuerte que básicamente la piedra le reventó la mitad del cráneo. 

La nieve rápidamente se tornó de color rojizo y vi que algunas gotas de sangre habían salpicado sobre mi rostro.

Levanté la vista y me incorporé con nerviosismo.

De repente uno de los chicos me observó fijamente, se llevó la mano al bolsillo de la chaqueta y de esta sacó una navaja.

─¡Mataron a Isaiah! ─declaró mientras me apuntaba con la filosa hojilla.

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