80| Sky Rojo - P1.

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Llegamos hasta un terreno despejado y a la distancia pude ver una avioneta parqueada lista para despegar.

─El helicóptero tardaría mucho en llegar a Nueva York así que conseguí esta joyita. ─mencionó mi padre señalando en dirección al pájaro metálico. 

Tensioné la mandíbula. 

Jerome se acercó tanto como pudo a la zona y finalmente detuvo la camioneta.

─Es hora, deben irse. ─siguió el pelirrojo.

Sin decir más procedimos a bajar del automóvil. 

Amaia me entregó mi arma y procedimos a caminar rumbo a la avioneta.

Mi padre se encargó de bajar la maleta con el dinero que había guardado en la cajuela.

─¡Vamos, suban! ─ordenó Jerome abriendo la puerta de la aeronave. 

La castaña se trepó de inmediato pero yo me quedé a un lado esperando para despedirme del gran Javier Carrington. 

Noté que la nave tenía por nombre Sky Rojo.

Unos segundos más tarde apareció papá subiendo la maleta y colocándola en uno de los asientos.

─Estos billetes ya están limpios. ─se detuvo mientras abría el bolso y me enseñaba el contenido en su interior.

 ─se detuvo mientras abría el bolso y me enseñaba el contenido en su interior

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Tragué saliva con fuerza.

─De acuerdo. ─contesté.

─Es hora de que se vayan. ─continuó el pelirrojo.

Asentí.

─Zyad ya tiene los pasaportes y demás documentos listos. ─se detuvo─. Ya rastreamos el bebé de Amaia, nos encargaremos de que pueda reunirse con ustedes lo más pronto posible. ─añadió.

─Gracias Javier. ─mencionó la castaña─. Ave María, de verdad que muchas gracias. ─continuó mientras se acercaba a él, tomaba su mano y dejaba un corto beso sobre ella.

─Haría lo que fuera por mi hija. ─respondió el sujeto tras separarse de su agarre.

Pude verlo girar su vista en dirección a mi y observarme fijamente. 

─El convoy las estará esperando cuando aterricen en Nueva Jersey. ─se detuvo─. Les entregarán armas y ropa nueva para Victoria, no puede ir por la calle con el uniforme de la prisión. ─continuó.

Tomé aire con fuerza por la nariz y lo dejé escapar suavemente a través de mis labios.

─Gracias papá. ─mencioné.

Sin decir más me acerqué a él y rodeé su cuerpo con mi brazo disponible.

El sujeto me correspondió y me envolvió con sus brazos de la cintura.

─Te amo Olivia. ─contestó el sujeto─. Lamento haber estado ausente durante los mejores años de tu vida. ─añadió.

Me quedé en silencio escuchando sus palabras.

─Espero que en algún punto puedas perdonarme por completo. ─terminó.

Un nudo se formó en mi garganta.

Pude sentir su respiración agitarse de repente.

─Yo siempre quise ser padre. ─tomó una pausa─. Pero nunca imaginé que sería uno de los malos. ─adjuntó mientras rompía en llanto.

Mis mejillas se ruborizaron. 

─Papá...─musité alejándome de él para observarlo directo a los ojos─. Estaré agradecida eternamente contigo por haberme dado la vida. ─me detuve─. Pero me manipulaste para hacerme volver a ese asqueroso asunto de las drogas. ─adjunté.

─Olivia, una vez que aceptas traficar no hay vuelta atrás. ─respondió el hombre en su defensa.

─Lo sé, pero sabías que estaba intentando comenzar de cero y aún así lo arruinaste de nuevo. ─tomé aire─. Y nunca te perdonaré por hacerme esto. ─añadí.

El hombre tensionó la mandíbula y se sopló la nariz. 

─Mamá siempre fue una mujer egoísta, narcisista, manipuladora y egocéntrica. ─me detuve─. Creo que ahora entiendo por qué se amaron tanto, es porque ambos siempre han sido el uno para el otro. ─seguí.

─No hables así de tu madre, ella es una santa. ─la defendió.

─¿Supiste que tuvo una hija con otro hombre? ─resoplé mientras lo observaba con seriedad.

Papá abrió los ojos como platos.

─¿Qué? ─musitó.

─Y se la dio a Margaret para que la criara. ─tomé aire─. Pero le agradezco al cielo que esa niña no tuvo que crecer con esa mujer porque sólo Dios sabe qué sería de esa pobre criatura. ─adjunté.

─¿Tu madre tuvo otro bebé? ─repitió el sujeto.

Fue como si de repente su mente hubiera sido desconectada de la realidad.

─Ya no es un bebé, es una adolescente. ─le aclaré.

─Olivia...─lo interrumpí.

─Mamá y tu son mi constante motivación para recordar cada mañana que no debo tener hijos. ─me detuve─. No quiero averiguar qué tan hija de puta sería si fuera madre. ─añadí.

Sus ojos comenzaron a inundarse en lágrimas.

─Buena suerte con tu vida porque a partir de hoy nuestra única relación será para hablar de negocios. ─solté de golpe.

Sin decir más procedí a subir a la avioneta.

─Adiós. ─fue lo último que dije para finalmente cerrar la puerta de la aeronave. 

Amaia me observaba en completo silencio.

─¿Todo listo? ─demandó saber el piloto mientras nos observaba por el rabillo del ojo.

─Nueva Jersey nos espera. ─respondí.

Luego de unos segundos pude ver al hombre mover un par de palancas y oprimir algunos botones. 

Mi padre me observaba desde afuera y en cuanto se percató de que estábamos a punto de despegar corrió en reversa para tomar distancia. 

De la nada pude sentir cómo la avioneta comenzaba a moverse y a tomar vuelo.

Le eché un último vistazo a papá el cual me lanzó un beso con los ojos llorosos y finalmente hizo un ademán despidiéndose de mi.

Tensioné la mandíbula y lo ignoré por completo.

Ahora simplemente tenía cabeza para pensar en una sola cosa: Victoria.


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Hola bebés, saludos, espero que estén bien. 

Esta noche publicaré la segunda parte del capítulo, espero que les esté gustando el curso que va tomando la novela.

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