50| Seattle.

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Un fuerte chillido retumbó en mis tímpanos haciendo que despertara de golpe.

Al abrir los ojos pude sentir un fuerte dolor de cabeza que logró aturdirme al instante.

La luz de un bombillo me golpeaba el rostro de frente y el olor a humedad penetró mis fosas nasales de inmediato. 

Estaba desorientada, no sabía dónde estaba.

Me froté los ojos con la palma de la mano para luego abrirlos y cerrarlos con fuerza.

¿Qué carajos había pasado?

Sólo recuerdo haber llegado a una estación de gas y luego todo se puso oscuro.

─¡Olivia! ─exclamé el nombre de mi novia luego de ordenar mis pensamientos.

Intenté colocarme de pies rápidamente pero en cuanto tomé impulso un fuerte dolor en la pierna izquierda me lo impidió.

─¡Mierda! ─exclamé tensionando la mandíbula luego de recordar que me había dado un disparo en la pierna.

Observé a mi alrededor y abrí los ojos como platos.

Me encontraba en una habitación pequeña de muros grises, sólo había un pequeño retrete y varios arañazos adornaban la pared, mi cuerpo reposaba sobre una pequeña y muy incómoda cama.

Observé mi torso, llevaba una camisilla blanca puesta y una sábana de lana oscura me cubría de la cintura para abajo.

Tomé la sábana y tiré de ella con fuerza.

Tenía un pantalón amarillo puesto, bastante similar al que usaba en... prisión.

Llevaba el muslo de la pierna vendado y pese a que el dolor aún era fuerte ya no era tan insoportable como antes.

Estaba nuevamente en la prisión, ¿Cómo?

Con mucho esfuerzo me incorporé poco a poco y apoyándome de la pared logré dar pequeños saltos hasta llegar a la puerta.

─¡Hey! ─exclamé intentando que alguien me escuchara mientras golpeaba el metal de la puerta con mucha fuerza─. ¿Hay alguien allí? ─pregunté sin obtener respuesta─. Sáquenme de aquí. ─exigí. 

Esperé un par de minutos mientras golpeaba con fuerza mi palma abierta contra la puerta.

Observé al cielo con frustración y decidí darme por vencida.

Tomé aire y comencé a retroceder para luego volver a recostarme sobre la cama.

Era inútil, sabía que nadie vendría por ahora, sólo debía tener paciencia y esperar lo que fuese necesario. No podrían tenerme encerrada aquí para siempre.

Me coloqué las manos sobre el vientre y de repente mi mente comenzó a divagar pensando en Cara y Olivia, en lo que pudo haber pasado y en lo que no.

¿Olivia estará bien? 

Cerré los ojos y mi respiración se comenzó a volverse cada vez más lenta, me sentía realmente cansada, como si terminase de correr una maratón.

Todo me daba vueltas, es como si terminase de consumir algún sedante. 

Me dejé llevar, sabía que nadie vendría a buscarme por ahora así que simplemente decidí no forzar más las cosas y terminé por quedarme profundamente dormida.

***
No sabía exactamente cuanto tiempo había pasado pero sentía que había tomado una siesta de seis horas.  

Comencé abriendo los ojos suavemente y a medida que lo hacía podía apreciar un extraño y desagradable sabor a metal en mi boca.

INOCENTE © » 1M8.Where stories live. Discover now