─¿Algún superior sabe de esto? ─ella negó con la cabeza.
─Aquí en prisión no vales nada, Olivia. ─respondió cabizbaja.
─Pero... ─ella me interrumpió antes de que pudiese continuar.
─No hay nada que decir, la verdad no quiero hablar más del tema. ─argumentó.
La miré en silencio mientras sus ojos miraban al vacío.
─¿Cómo puedo ayudarte a sentir mejor? ─pregunté.
─Si puedes cantar algún conjuro mágico que haga desaparecer los moretones entonces adelante. ─contestó.
Reí.
─Creo que puedo hacer algo, ¿Me dejas intentarlo? ─insistí.
La pelinegra me sostuvo la mirada por unos minutos y luego de un largo rato finalmente rompió las masas de aire.
─Carajo, no puedo negarme si colocas ojos de perrito. ─mencionó señalando mi rostro.
Le brinde una sonrisa victoriosa.
─Bien, ¿Qué debo hacer? ─aceptó.
─Sólo debes acostarte boca arriba, ¿De acuerdo? ─le ordené y ella me obedeció de inmediato.
La mujer se acomodó en la litera y se colocó el suéter debajo de la cabeza simulando una almohada.
─¿Ahora qué hago? ─demandó saber luego de hacer lo que le pedí.
En un lento movimiento me subí a la cama y comencé a gatear hacia ella mientras que la mujer no paraba de examinarme con cautela.
─¿Está bien para ti si hago esto? ─dije mientras me abría de piernas y me sentaba sobre ella a horcajadas dejando mis partes íntimas a escasos centímetros de las suyas.
Pude verla tragar saliva con fuerza.
─Sí, está bien. ─respondió un poco nerviosa pero sin apartarme la mirada.
Suspiré y me aclaré la garganta.
Bajé suavemente mis manos y las coloqué sobre su abdomen, su cuerpo cálido vibró al sentir el contacto con mis palmas frías.
Uno de los golpes más grandes estaban a un lado de sus costillas, fué así que moví mis manos a esa área.
Victoria soltó una pequeña reacción de dolor.
Comencé a acariciar el lugar para permitirle a mis dedos conocer el sector.
Inicié a presionar con un poco de fuerza de forma que el moretón empezara a bajar de color.
─Oh, wow. ─se quejó─. Duele muchísimo. ─siguió.
─Pronto te sentirás mejor, te lo prometo. ─respondí.
Continué amasando su cuerpo mientras que mis manos se movían con ritmo, deseando conocer cada rincón de las curvas que adornaban su delicada silueta.
─Tengo que admitir que tienes talento, tienes manos de ángel. ─rió mientras se mojaba los labios con la punta de la lengua.
─No es lo único que puedo hacer con ellas. ─respondí con picardía.
Pude verla sonreír sin vergüenza alguna.
─Me gusta tu cabello, es como si tuvieses los rayos del sol saliendo de tu cabeza. ─dijo mientras tomaba uno de los largos mechones que reposaban sobre mis pechos desnudos.
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INOCENTE © » 1M8.
Romance❝Luego de ser sentenciada a cinco años de prisión por colaboración al narcotráfico, Olivia Carrington, una influyente y reconocida dama de los suburbios es enviada a un centro penitenciario de mínima seguridad a las afueras de Nueva York. Tras estar...