18| Maldivas.

1.1K 132 10
                                    

─Antes de comenzar me gustaría saber qué tal la estas pasando aquí dentro. ─dijo mi madre mientras se acomodaba sutilmente el peinado. 

─Bueno, no es lo que esperaba pero realmente no tengo de qué quejarme. ─contesté.

─¿La comida es buena? ─siguió.

─Es un poco picosa, sin embargo nada se compara con un exquisito filete mignon. ─respondí imaginando aquel jugoso trozo de carne dentro de mi boca. 

─¿Ya tienes amigas nuevas? ─preguntó. 

Reí. 

─Mamá, esta no es una hermandad universitaria, no he venido aquí para conocer gente. ─fruncí el ceño. 

─Lo lamento, es que el chupetón en tu cuello me dice todo lo contrario. ─expresó mientras señalaba la marca cerca de mi clavícula. 

Sentí mis mejillas arder por un instante luego de recordar que hace unos minutos tenía a Victoria succionando muy placenteramente esa área de mi piel.

─Por favor, déjate de rodeos y ve al grano. ─cambié ágilmente el tema de conversación─. ¿A qué has venido? ─continué. 

Pude verla suspirar profundo. 

─La mañana siguiente al juicio encontré un paquete en la puerta de mi penthouse. ─se detuvo─. No dice quién lo envía, sólo sé que es para ti. ─agregó.

─¿Para mí? ─repetí confundida─. Tengo más de cinco años sin ir a Francia, ¿Cómo pudieron enviarme un paquete hasta tu casa? ─seguí.

─No creo que haya sido un accidente. ─contestó.

─¿Cómo puedes estar tan segura? ─demandé saber.

─Porque en el apartado de destinatario está escrito tu nombre completo. ─replicó. 

Vaya, eso tiene mucha lógica. 

─Bien, ¿Y dónde está el dichoso paquete? ─pregunté con rapidez. 

─He pedido que lo envíen a tu celda, debería estar en tus manos para mañana en la tarde. ─sonrió. 

─No podré recibirlo, estaré aquí por una semana en una celda de aislamiento. ─mencioné.

Pude verla poner los ojos en blanco. 

─He hablado con mis influencias, mañana temprano van a llevarte de vuelta a la prisión de mínima seguridad. ─contestó mientras me miraba fijamente. 

─¿Es en serio? ─pregunté incrédula. 

Ella asintió. 

─Pagué mucho dinero para que te mantengan segura, eso significa que hagas lo que hagas no podrán traerte de nuevo a aislamiento. ─continuó.

Abrí los ojos como platos.

─También te conseguí una celda privada, no quiero que te mezcles con gente peligrosa. ─añadió.

─Eso no era necesario, mis compañeras de habitación son buenas chicas. ─confesé. 

─¿Hablas de la chica hispana y la que viene del ghetto? ─mencionó.

Yo asentí.

─¿Qué te hace creer que una ladrona de joyas y una chica sentenciada por robo con violencia son buenas personas? ─frunció el ceño.

─¿Cómo conseguiste toda esa información? ─la miré con recelo. 

─De la misma manera en que he conseguido que te den inmunidad dentro de la cárcel. ─se detuvo─. Tengo influencias, querida. ─añadió. 

INOCENTE © » 1M8.Where stories live. Discover now