48| Range Rover.

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─La llevaremos hasta la planta baja por el elevador de atrás. ─ordenó Cristina mientras desconectaba a Olivia de todos los cables─. Ya sabes qué debes hacer, Victoria. ─recalcó mientras que yo repetía el plan una y otra vez en mi cabeza.

Asentí nerviosa.

─De acuerdo, creo que nada puede salir mal. ─habló la doctora Grey.

─Bien, vamos a levantarla a la cuenta de tres. ─dijo Yang sincronizando con Meredith─. Uno, dos, tres. ─contó para luego con ayuda de la rubia tomar a Olivia de la cama y acomodarla en una camilla que se encontraba al otro lado de la habitación.

─¿Están seguras de que no necesita todos esos cables? ─demandé saber luego de apreciar como le quitaban todos los aparatos a Liv del cuerpo.

─Sólo necesita el respirador pero es automático. ─mencionó la pelinegra─. Tienes que tener mucho cuidado, su cirugía está jodidamente reciente y si cometes un error será cuestión de segundos para que muera desangrada. ─me explicó.

Tenía el corazón a mil por segundo, la vida de Olivia Carrington estará en mis manos.

El sólo hecho de imaginar que una equivocación de mi parte podría costarle la vida me tenía el estómago revuelto.

─Bien, estamos listas. ─dijo Meredith mientras tomaba un pequeño artefacto eléctrico y lo conectaba al tubo del respirador. 

─¿Estás lista, Victoria? ─me cuestionó Cristina.

Tomé aire con fuerza y miré al cielo con nerviosismo. 

¿Cómo se está listo para algo así?

─Sí. ─solté de golpe.

Me dirigí a la puerta, coloqué mi mano sobre la perilla y procedí a girarla.

Sentía el corazón en la boca.

─Muy bien, hagamos esto de una buena vez. ─habló Cristina.

Las mujeres comenzaron a empujar la camilla y atravesaron el umbral de la puerta mientras que yo les seguía el paso y les apuntaba a la cabeza con la pistola.

Todo era un plan, consistía en que las cámaras capturarían sólo a un par de indefensas doctoras siendo obligadas por una loca fugitiva a secuestrar una paciente mientras que les apunta con un arma.

─¡Vamos, de prisa! ─exclamé mientras empujaba suavemente a la doctora Grey.

Joder, deberían darnos un puto Oscar a cada una. 

Llegamos al elevador trasero y yo procedí a presionar el botón para llamarlo. 

Esperamos aproximadamente unos tres minutos y de repente las puertas metálicas comenzaron a abrirse... con alguien dentro. 

─Mierda. ─musité luego de ver los enormes ojos de Cara Delevingne encontrándose con los míos. 

Mi primera reacción fue disimular el arma así que la escondí ágilmente justo debajo de la almohada donde Olivia reposaba su cabeza. 

 ─¿Qué carajos? ─preguntó la rubia estupefacta mientras hacíamos contacto visual.

─¿A dónde se llevan a la señorita Olivia? ─preguntó uno de los hombres con acento ruso que iba a su lado.

Una vez que se abrieron las puertas del elevador por completo me percaté de que Cara iba acompañada por cinco hombres más.

─Necesitamos hacerle una tomografía. ─mintió rápidamente la doctora Yang.

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