Hay dos clases de silencio; uno te transmite paz, y el ruidoso, ese que no te deja vivir el día día, haciendo que desees algún sonido o una voz que rompa aquel tormento.
La pregunta que siempre me hago todas las noches es "¿podré volver a llevar una vida normal después de esto?, pero esta pregunta queda en espera al momento de despertar y pretender que todo estaba superado.
He aprendido a vivir con el dolor, o eso es lo que había estado diciendo por varios meses hasta el día de hoy.
El suicidio había sido una opción, bueno, siendo honestos era una idea que brotaba en la cabeza de Aldana la mayoría de los días, claro, cuando se encontraba consiente.
Pero esa idea se esfumaba al ver las fotografías de su habitación; a sus padres, sus amigos, Polo. Se había hecho la costumbre de ver su vida en fotografías, recordándose como solía ser feliz.
Viajando al pasado en su mente, ahora veía las cosas más claras. Había analizado todos los comportamientos de Polo hasta el día de su muerte buscando una razón mas, aparte de lo obvio.
Y vaya que había encontrado demasiadas señales que en su momento había dejado pasar cómo comportamientos normales.
Como el que Polo era una persona débil, siempre poniéndose debajo de los demás; de sus madres, de Carla, de ella... y ninguna de las cuatro chicas habían notado aquello, ya que todas habían estado acostumbradas a estar encima de todos.
Sus ataques de pánico y depresión, el no sentirse agradado cuando no complacía a los demás, no tener una noción de autocontrol y autoestima.
Y cuando paso lo de Marina... dios, si tenemos que decidir un momento donde todo se fue por el caño, comenzaríamos por aquel momento.
Polo buscaba redención por arrebatarle la vida a Marina, luchaba todos los días por superarlo, pero esto era más grande que el mismo, y todo ese peso caía en sus hombros.
Ella lo conocía muy bien, y todo quedó claro en el momento que Polo saltó a la piscina y no luchó por salir. Esa era su salida, Polo quería morir.
El único perdón para su pecado era la muerte.
Pecado que lo siguió hasta sus últimos días. Pecado que ahora comenzaba a perseguirla a ella.
Todas las noches aquella escena de Polo tirado en el suelo con su sangre en sus manos y sus ojos tristes mirándola a los ojos pidiéndole perdón.
Cada vez que ella cerraba los suyos ahí estaban.
Era como si viviría ese día una y otra vez. No había escapatoria, aquel recuerdo seguía atormentándola como si ella fuera la persona que había comenzando toda esa historia.
Se sentía la culpable de desencadenar la muerte de dos personas importantes en su vida, ella fue la culpable de que dos familias vivieran con la tristeza de perder a un hijo, y ella temía que ahora ella se sumara a la causa.
Y ahora desde que sus padres le habían comprando una nueva casa para ella sola, por el sentimiento de culpabilidad por los acontecimientos que su hija había experimentado en tan corto tiempo, ellos pensaban que lo material remplazaría la gran pérdida sentimental.
Autos, inversiones, viajes y ropa de diseñador se cargaban a la tarjeta de su padre todos los meses, y por primera vez en años, Aldana no había mostrado interés en las cosas costosas que la rodearon desde pequeña, por lo que ellos sabían que algo estaba mal con ella, pero siempre pensaron que sería algo pasajero, como lo fue con Marina.
La cuerda colgada en su closet se movía ligeramente de lado a lado por el aire acondicionado delante de ella. Se encontraba frente a ella comiendo un gran bote de helado. Pareciera que lo estaba considerando, pero no quería hacerlo.
Ella misma había colado una foto de Polo y ella, en una de las miles galas benéficas que los dos habían asistido por gracia de sus padres.
Los dos sonreían frente a la cámara, los dos tenían sus brazos envueltos en el torso del otro, sus rostros unidos dándoles una apariencia más unida.
Se levantó del suelo donde se encontraba pateando la foto quitándola de su vista. Bajo por las grandes escaleras de la mansión y comenzó a hacerse su camino por las grandes bolsas de ropa y accesorios que llevaban en el suelo de la casa desde hace varios meses.
Flores marchitas en los grandes floreros frente a su gran entrada.
Entrada que muchas veces había imaginando a Polo entrar con una sonrisa, pero esto solo ocurría en su mente.
El teléfono junto a la puerta comenzó a llamar arrebatándola de aquellos pensamientos. Observo el identificador de llamada y con un pesado suspiro tomó el teléfono y lo colocó sobre su oreja.
— Déjala pasar.— respondió ella cortamente para después colgar y caminar hasta su sala.
Los segundos pasaron cuando una mujer con una carpeta en su mano pasó por la puerta.
— Buenos días.— La mujer saludó con una sonrisa y esta misma se borro al ver a Aldana con el cabello alborotado y ojeras bajo sus ojos.— ¿Ya has desayunado?.
Aldana asintió.
— ¿Que desayunaste?— La mujer sonrió nuevamente tomando asintió frente a ella.
— Helado.
La mujer rio.— Mis hijos siempre piden eso de desayuno, vives su sueño.
Aldana la miro con una expresión seria, haciendo que la mujer pensara más sus palabras arrepintiéndose de ellas.
— Eso fue inapropiado, lo lamento.— se disculpó haciendo que Aldana regresara la mirada hacia la pared.— que te parece si comenzamos.
Ella sacó su libreta y pluma de su bolso colocándolo sobre sus rodillas.
— ¿Te gustaría comenzar contándome como fue que sucedió todo?.— La mujer espero una respuesta.
Aldana se mantuvo callada.
— Veo que las bolsas aún siguen en el suelo.— La mujer señaló con su pluma.
Una vez más, no había alguna respuesta.
La mujer suspiró dejando la pluma sobre su cuaderno.— Hemos hecho lo mismo por meses, Aldana. No puedo ayudarte si no me lo
permites.Aldana la ignoro tomando el control de la televisión y encendiéndola.
" Han pasado meses desde la repentina muerte del hijo de dos importantes empresarias de España, aquí en el canal 24 horas tenemos todos los detalles de la muerte de Leopoldo Benavet".
Fotografías de Polo surgieron por toda la pantalla abrumándola. Su paciencia se terminó cuando una fotografía de ella llorando saliendo de la discoteca aquel fatídico día.
Su dedo presión el botón rojo del control apagando la televisión.
Sus ojos se conectaron con los de su psicóloga. Un escalofrío recorrió toda su espalda llenando sus ojos de lágrimas.
Maria, su psicóloga observó la imagen con impresión los segundos que esta estuvo proyectada. Ahora todo tomaba sentido para ella. Aldana no queriendo comunicarse con ella, pasar días sin asearse, no querer salir de casa, ahora sabía cual era la verdadera razón por la cual Aldana la había llamado.
Aldana suspiro llenando sus pulmones luchando por no soltar las lágrimas al borde de sus ojos. A Aldana le gustaba la compañía, por eso es que María se encontraba frente a ella en aquellos momentos. Pero ella era muy cobarde para que alguno de sus amigos la viera en aquel estado, por alguien que había cometido mal.
— Es mi culpa.

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𝐑𝐄𝐍𝐄𝐆𝐀𝐃𝐎𝐒 || ELITE
Fanfiction♛𝗮𝗹 𝗳𝗶𝗻𝗮𝗹 𝗱𝗶𝗿𝗮́𝗻 𝗹𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗲𝘀 𝘀𝗮𝗹𝗴𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗷𝗼𝗻𝗲𝘀, 𝘆 𝘀𝗮𝗯𝗲𝘀 𝗾𝘂𝗲, 𝘆𝗼 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗿𝗲́ 𝗮𝗵𝗶́ 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝘃𝗲𝗿 𝗰𝗼́𝗺𝗼 𝘀𝗲 𝗺𝘂𝗲𝗹𝗮𝗻 𝗮 𝗽𝘂𝗻̃𝗲𝘁𝗮𝘇𝗼𝘀 ♛ Temporada 1,2 y 3 Elite x oc femenina