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El cuerpo sudoroso de Aldana se movía al compás de la música que retumbaba en su cabeza a cada segundo. Las puntas de ballet en sus pies parecían cuchillos sobre sus dedos y las lágrimas de sus ojos mojaban la tela gris del leotardo que se juntaba con su sudor dejando una gran mancha gris más obscura. Su estómago pedía comida pero ella se negaba a escucharlo, su última comida había sido un paquete de galletas saladas.
-¡Joder, Aldana!- grito su madre por sobre la música. La melodía paro de golpe haciendo que Aldana parara de igual manera- que así no es, llevamos 3 días aprendiendo esta coreografía y aún no la puedes manejar.
-Perdón- susurró ella mientras colocaba las manos sobre sus rodillas y trataba de respirar.
-No se que vas a hacer cuando tengas que presentarte frente al auditorio- su madre rio con amargura.- Desde el inicio.
La música comenzó a escucharse nuevamente. Aldana esta vez se concentró y se ordenó hacerlo bien esta bien.
-¡Vaya!- Felicitó sarcásticamente su madre- una vez más.
Aldana lo hizo perfectamente. Y cada vez que la música se repetía ella lo hacía mejor y mejor, siempre había sido así, Aldana siempre tenía que mejorar.
-Bueno, es todo por hoy- respondió su madre mientras desconectaba el cable auxiliar de su teléfono- deberías irte ya, tengo clase en 10 minutos, quiero que practiques en casa.
Aldana asintió sin aliento. Su peinado que al empezar la clase estaba perfecto a estos momentos a duras penas seguía siendo una coleta. "Debo de dejar de fumar cigarrillos" se dijo en su mente mientras se colocaba su ropa sobre el leotardo. Retiró sus puntas y observó sus pies, estaban sangrando. El cuerpo de Aldana tembló un momento por el escalofrío que el dolor le había causado.
Aldana camino por los pasillos de la academia en busca de su padre- ¿mamá?- pregunto ella en el pasillo.
-Aquí, ¿Que quieres?- su madre se encontraba en su escritorio tecleando en su computadora.
-¿Puedo ir a la fiesta en casa de Marina?- Aldana trato de ocultar el nombre de Guzmán, aunque ellos lo sabían.
-Si, no me importa, ya vete.
Aldana asintió ligeramente y salió de la oficina. Se subió al coche y espero a que el chofer la llevara hasta su casa. Su celular comenzó a vibrar sobre su mano, ella contestó el teléfono sin siquiera leer el contacto que la llamaba.
-¿Si?- pregunto de mala gana.
-¿Vendrás hoy?- la voz de Guzmán sonó del otro lado de la bocina haciendo girar los ojos a Aldana.
-No se Guzman, no se- respondió de mala gana.
-¿Estás bien?.
-¿Por que no te metes en tus propios asuntos, eh Guzmán?- Aldana apretó el celular contra su oreja- ya tengo bastantes problemas como para que vengas tú a molestarte, ¿por qué no vas a joderle a Lucrecia? Estoy segura que a ella si le va a gustar.