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— A ver, Le Bal es un baile benéfico para presentar en sociedad las debutantes de las mejores familias.— Cayetana explicó.

— Ah, claro, y supongo que no faltarán sus candelabros, su guillotina o su poquito de peste negra, ¿no?— Mencia pregunto de manera sarcástica.— Caye, eso lo que es es una mierda retrógrada y machista.

— Pues no es machista. Somos nosotras las que escogemos a nuestros cavaliers.— Cayetana dijo con una sonrisa.— A nuestros acompañantes.

— O sea, querrás decir... nosotras, ¿no?.— Ari interrumpió la conversación.

— Ari, ¿como te lo explico? para mi eres invisible?.— Cayetana respondió.— Peor, eres beige. Chao.

Aldana sonrió a Cayetana para después acariciar su cabello. Enzo que aún mantenía a la par de su hermano la observaba con atención.

— Que no te preocupes, Caye.— Aldana sonrió.— Que tú y podemos armarnos una fiesta igual o mejor que la de ellos.— Aldana observó a todos los presentes antes de tomar la mano de Cayetana y salir de la escena.

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Aldana limpiaba su escrito de su salón de clase cuando un sobre cayó sobre su vista. Ella mantuvo la vista en el sobre al leer su nombre en letras doradas sobre el.

— ¿Que es esto?— Aldana pregunto levantado la vista hasta Enzo.

— Que vine a entregarte tu invitación.— Enzo sonrío recargando en la pared.

— ajá.— Aldana respondió esperando a que el siguiese explicando.

— Vengo a pedirte a que me invites al baile.— Enzo explico al momento que Aldana abrió aquel sobre.

— Ah, vale.— Respondió ella.— ¿Eso no va en contra de todas las regalas?.— Aldana rodeó su escritorio quedando frente a frente con Enzo.— Como el que, yo soy la que tengo que decidir a quien llevar al baile, el hecho de que trabajo aquí o de que padre es mi jefe.

— Te estoy dejando decidir que me invites a mi.— Enzo explico.— Y tú y bien sabemos que no ocupas este empleo, podrías dejarlo y no cambiaria en absoluto. Tu padre millones en una hora.

— No hago estoy aquí por el dinero.

— Estas por tus amigos... y el baile.— Enzo sonrío colocando su mano ligeramente en el ante brazo de Aldana.— El baile es en dos días, no podré asegurar que mi oferta siga en pie.

— No podría asegurar que yo quiera ir al baile contigo.— Aldana respondió con una sonrisa burlona.

— ¿Iras con el camarero o con el pijo ese?— Enzo pregunto con expresión seria.

— No necesariamente tienen que ser ellos... Podría ser Patrick.— el cuerpo de Enzo se tensó al escuchar el nombre de su hermano salir de los labios de Aldana.— o incluso Mencia, que últimamente todo puede esperarse.

— Puedes nombrar a todas las personas que quieras.— Enzo la tomó por el brazo acercándose a ella.— Que la última vez no dejabas de gritar el mío.

Aldana se mantuvo callada haciendo que la sonrisa burlona de Enzo regresara. El se separó de ella tomando su mochila y dirigiéndose a la puerta.

— Seguiré esperando la pregunta.— Hablo el antes de salir del aula.

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Aldana colocó las flores sobre la tumba delante de ella. Las hojas de los árboles caían debido a la brisa que llegaba a España.

Trataba de controlar su respiración buscando no soltar ninguna lágrima. Pero todo esto fue en vano al ver el nombre de Polo grabado en la roca.

— ¿Que haces aquí?— La voz de Guzmán la tomó por sorpresa.

— No vine a su funeral.— Respondió ella con tristeza.—Estaba siendo egoísta y me siento tan culpable.

La mano de Guzmán se colocó en su espalda baja mostrando su apoyo.

— Es tiempo de superarlo.— Guzmán habló.

— ¿Como quieres que lo supere?— Aldana lloro observándole.— Es tan fácil para ti decirlo.

— El mato a mi hermana.

— ¡Te comportas como si el no fuera nuestro amigo!— Aldana grito golpeando su pecho.— Y todos alrededor se comportan como si nada hubiera sucedido, se comportan como si el nunca hubiera existido, como si el no estuviera muerto.— Las lágrimas comenzaron a salir con más rapidez agitando su respiración.

— Cometió errores, Aldana.— Guzmán trato de calmarla.

— Tu hermana cometió errores, Ella escogió hacernos daño.

— Los dos pagaron sus errores.

— ¿Su manera de pagarlo fue viviendo una vida miserable?— Aldana pregunto limpiando sus lágrimas con brusquedad.—  La vida de mierda que vivió por tu culpa. La diferencia es que a tu hermana la ven como una víctima, pero a él lo ven como un puto criminal.

— ¡Que mato a mi hermana, Joder!.

— ¡Ustedes mataron al amor de mi vida!— Aldana grito en respuesta.

Los dos se quedaron callados observándole el uno al otro. Sus respiraciones agitadas y sus ojos cristalinos.

Guzmán al ver a la chica de manera tan vulnerable no pudo resistirse a estrecharla entre sus brazos.— Lo perdí todo.— Aldana lloro en su pecho.— El me amaba y se condenó a si mismo por que yo viviera feliz.

El acarició su cabello observando por arriba de su cabeza.

— El pago por lo que le hizo a Marina.— Aldana lloro.— ¿Quien va a pagar por lo que le hizo a Polo?.

Guzmán bajo la cabeza al suelo abrumado ante las palabras de Aldana. Ella tenía razón, la única persona que había amado con todo su corazón hasta el punto de arruinar su vida se había ido, dejándola con aquella sensación de soledad permanente en su pecho.

Todas las personas involucradas en el accidente de Polo habían avanzando, vivían una vida sin consecuencias, pero ella, a la que le habían ocultado aquel complot para proteger a Lucrecia, la única persona inocente y libre de culpa, ella se había quedado en el hoyo.

Y ellos fueron los mismos que la metieron ahí.

𝐑𝐄𝐍𝐄𝐆𝐀𝐃𝐎𝐒 || ELITE Where stories live. Discover now