• PARTE 100 •

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New York, EEUU.
Julio 2020

Una vez más llego tarde al club, de no ser por el espantoso tráfico que hay aquí.

—¡Hanna!, ¿una vez más tarde?, te has perdido el partido de tennis.

Zoey tan escandalosa como siempre.

—La niñera ha demorado en llegar, no podría dejar a mi hijo solo.

—¿Y la servidumbre?

—No dejaría a mi hijo de un año con esas personas. –respondí hacia la cafetería del lugar.

—¿Tu alarma no sonó, amiga? –Cynthia saludó.

—Claro, la madre perfecta jamás llega tarde, ¿no es así? –saludé a mi rubia amiga, sentandonos las tres en la mesa.

—Ya ordené por las tres. –Zoey dijo.

—Tengo una jaqueca terrible. –me recargué en mi asiento llevando mis manos a la frente–. Anoche terminé de aprobar los vinos para esta noche.

—¡Ja!, ¿por qué no fuimos requeridas para ayudarte? –Cynthia fingía indignación.

—Te ayudamos a afinar los últimos detalles para tu boda, cuando te conocíamos recién... –Zoey decía.

—Vimos nacer a tu hijo y ¿no nos pediste ayuda para la cena de esta noche? –la rubia interrumpió a la castaña.

Vimos llegar al mesero con nuestro desayuno.

—Agh, lo sé.  Solamente quise hacerlo yo misma, no todos los días tú hijo cumple un año, ¿cierto? –traté de encontentarlas.

—¿Tu esposo acaso no te ayudó, Hanna? –la rubia cuestionó.

—¿Ayudarla?, ¡por Dios! Tan solo mirarle las piernas. –Zoey interrumpió–. Me da mucha pena verte cubrir con maquillaje los moretones.

Ambas me miraron y enseguida bajé la mirada.

—Por eso demostraste tanto... –Cynthia insinuó–. ¿Lo hizo otra vez?

—Esto es normal, ¿no, Hanna? Una madre de veinticuatro años que sufrió violencia intrafamiliar, abnegada y sumisa. –Zoey narraba irónica.

Aquí vamos de nuevo... ¿Violencia intrafamiliar?

—Las esperaré esta noche en nuestra casa. Debo irme.

Caminé, casi corrí hasta un empleado el cual me guió hasta la entrada donde me esperaba mi chófer.

—James. –saludé al hombre después de llegar hasta el vehículo.

Oh... Otra vez.

Hace días he observado a la misma mujer de apenas cincuenta años aproximadamente mirarme apenas salgo del club, así como al salir de casa. Aunque en apariencia es tranquila, el continuo acoso es intrigante.

—Bienvenida, señora. —una empleada me saludó apenas entré a casa.

—¿Y mi hijo? –cuestioné dejando a un lado mi cartera.

—Llegó el señor de la casa y pidió que lo llevaran al jardín, no dejaba de llorar. Ha dicho que le desconcentra.

Hijo de puta.

—¿Cómo diablos se les ocurre sacarlo?

Caminé a prisa hasta el jardín donde se encontraba a un lado de la piscina la niñera con Dae-hyun, mi hijo.

—¿Dónde está mi marido? –pregunté en cuanto tuve entre mis brazos a Dae.

—En el estudio, señora. –se limitó a decir.

REFLEJO ➳ Kim TaehyungWhere stories live. Discover now