Prólogo

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La habitación es enorme y tan vacía que a simple vista pareciera tan solo un lugar abandonado. Hace un frío que provoca que te duelan los huesos y la luz tan radiante y blanca que ilumina toda la sala es capaz de encandilar a cualquiera.

Los científicos caminan de un lado a otro como un grupo de danzantes interpretando su más majestuosa obra mientras alistan todo para la prueba del día. Cuatro internos se encargan de vigilar las máquinas de monitoreo, mientras un quinto coloca en el cráneo del experimento el casco que trazará gráficos de sus ondas cerebrales para el estudio posterior a la intervención que realizarán. 

En una esquina de la enorme sala, el encargado del laboratorio discute con el resto de su equipo, lejos del experimento que se mantiene tan inmóvil como una piedra mientras otro de los aspirantes a convertirse en un futuro científico, extrae con manos temblorosas y cubiertas por guantes de látex, una buena muestra de sangre de las finas venas de su pequeño conejillo de Indias.

Este último, dedicándose como lo ha hecho desde el inicio de su vida, únicamente a observar sus alrededores. Esperando el momento en que ellos comiencen con el verdadero trabajo.

En su mente las voces de los científicos discutiendo tienen tanto sentido como una llamada telefónica con bastante interferencia. Solo logra comprender pequeños pedazos de ésta, mientras que al resto de la información que revelan, no logra encontrarle ni pies ni cabeza.

Observa con detenimiento su reflejo en el espejo que cubre el techo sobre ella. Ve sus piernas y sus brazos a sus costados; sus ojos enormes y sus diminutos pies cuyos dedos logra abrir tanto que incluso puede colocar crayones entre ellos cuando dibuja.

Llama su atención escuchar los gritos de la rubia médica que siempre permanece con ella. Agita sus brazos sobre su cabeza y su rostro tiene el mismo color que la sangre que acaban de extraerle del brazo.

El dueño del laboratorio frota con desesperación una de sus manos sobre la corta barba de su quijada, intentando lo mejor que puede, mantenerse inexpresivo ante los reclamos de su subordinada quien no se muerde la lengua al reclamar el hecho de que haya aceptado realizar una prueba que no pertenece al rango de experimentación de la niña ante la oferta del Centro Global de Investigación.

La niña podría conseguirle un preciado lugar en la directiva del Centro y él no piensa dejar pasar esa oportunidad.

—Estamos listos, doctor —anuncia uno de los internos arrastrando una mesa Pasteur que contiene las diez muestras del medicamento que habían enviado para probar hasta colocarla justo a un lado de la camilla donde espera el sujeto.

—Lo haremos, limítate a hacer tu trabajo —el médico interrumpe a la rubia, que, sin alternativa, finalmente guarda silencio.

Dos dosis de Inmadq en cada uno de sus delgados y débiles brazos, cristalizan los ojos del receptor. El dolor está ahí, en cada piquete, pero con el paso de los años ella ha aprendido que incluso con ello debe permanecer sin moverse. En ocasiones el dolor la supera y su Guardián termina sujetando sus manos sobre su cabeza para evitar que se mueva mientras llora y los científicos continúan administrándole las inyecciones.

Un agudo piquete en la pierna le provoca un calambre impresionante que se extiende a todo su cuerpo.

—No quiero —ella llora recibiendo en respuesta un sexto pinchazo.

—Estás bien —la mujer la ignora al tiempo que ya comienzan a inyectar su otra pierna.

—Duele... —chilla retorciéndose como un gusano ante lo que otro par de internos reaccionan sujetándola también por los tobillos—. Mi panza...

Ante la advertencia del experimento por una posible reacción, los médicos se detienen en seco y tan pronto dejan de manipular su cuerpo para estudiar su reacción, la pequeña lleva las manos a su abdomen y enrosca sus piernitas contra su cuerpo en un inútil intento por protegerse, solo para terminar siendo desenroscada por otro de los médicos que de inmediato levanta la playera de su usual uniforme para palpar su estómago que se contrae involuntariamente bajo el helado tacto del plástico con que la tocan.

—Está colapsando —advierte un interno cuando la garganta de la niña se cierra y las maquinas de monitoreo se vuelven locas en respuesta.

—Hay bradicardia, debemos actuar ahora —señala otro.

—Cinco miligramos de epinefrina intramuscular, es una reacción alérgica —ordena el guardián.

—No. Arruinará los resultados —contradice el encargado, quien siempre tendrá la última palabra—. Despejen la vía aérea y continuemos a mi señal.

Siguiendo sus instrucciones, uno de los médicos practicantes introduce un grueso tubo por la boca del sujeto rasgándole la garganta a su paso y haciéndola aullar cuando lo retira tan pronto el oxígeno vuelve a llenar sus pequeños pulmones, sacando un millón de gruesas lágrimas que le empapan su regordete rostro.

—Alto... —jadea el experimento apenas audible con la frase que todo científico teme escuchar en medio de una prueba, pero en respuesta, el encargado le coloca una mascarilla de oxígeno para evitar que las súplicas lleguen a los oídos del resto de su equipo.

—Administro novena dosis —anuncia desinfectando el cuello de la niña que tiembla como si se tratara de una gelatina en las manos de los cuatro internos que la han restringido.

Al recibir el pinchazo, el llanto cesa y su cuerpo se relaja tanto que resulta absurdo el hecho de que sigan sosteniendo sus pequeñas extremidades pues ahora, la niña ha perdido toda la fuerza que tenía para resistirse.

La escena comprime el pecho de la rubia doctora que todo el tiempo advirtió al médico que algo como esto podría suceder. La agonía de un ser tan pequeño e inocente como el que está a su merced resulta insoportable de presenciar y al ver que quien realmente debería velar por sus intereses ya sostiene la última jeringa en mano; sin pensarlo dos veces, orienta el Signefrex sobre el cuerpo de la criatura y lo enciende obligando al resto del equipo finalmente a detenerse.




Descubre el resto de ésta historia a partir del 5 de Septiembre 2021. Recuerda que toda la historia estará disponible en una sola publicación, así que no será necesario esperar molestas actualizaciones... ¡Espero la disfruten!
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