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Límites

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Límites.

Ahora entiendo por que lo primero que cualquier adulto dirá sobre cuidar niños es: «establece límites antes de que sea demasiado tarde».

La cabeza me va a explotar de escuchar un segundo más a Alison. El estrés que siento en este momento está al borde de hacerme estallar en gritos desesperados ante el llanto tan irritante en el que ella se ha visto inmersa todo el día.

Podría ceder y simplemente darle lo que quiere de la forma en que he estado intentando compensarla todos los días, pero entonces, ella volvería a hacer esto y no creo poder soportarlo sucediendo otra vez.

-¡Ya basta Alison! -le grito sobre sus exagerados llantos.

La televisión está puesta en volumen máximo para intentar ahogar sus quejas.

-¡Quiero más chocolate! -reniega plantándose frente a mí con el mero propósito de irritarme aún más.

-No -digo de golpe-. Te dije que debías comer todo tu desayuno primero y no lo has hecho, ¡no te daré más chocolate!

Sobre la barra de la cocina, el wafle que le preparé esta mañana, ahora ya aguado y frío aguarda esperando por ella.

-¡Pero no quiero eso! -pisotea colmándome la paciencia. Su cara está roja e incluso suda por todo el esfuerzo que le toma continuar llorando.

-Yo tampoco quiero seguir escuchándote y mira como me ha resultado eso -replico sabiendo perfectamente bien que esto no nos llevará a ningún lado, pero me parece imposible mantener la calma ante su súbita rebeldía.

La niña no ha comido más que chocolate en dos días enteros, que para lo que sé, podría hacerle sufrir un coma diabético o algo por el estilo en las próximas horas.

La verdad no tengo ni idea...

-¡Ya no te amo! -grita y a pesar de su tierno intento por parecer a un más odiosa lo único que consigue es hacerme reír.

-Eso rompe mi corazón.

La hago a un lado para concentrar mi atención en la aburrida programación.

-¡Te odio! -chilla poniendo en práctica su nueva palabra del día y es todo lo que soporto.

-¿Sabes qué? ¡Estoy harta de ti! -la tomo por la muñeca decidida a arrastrarla si es necesario hasta el baño para hacer que se calle cuando se sobresalta ante mi súbita reacción-. Te daré un baño largo y helado para darte una razón perfecta para que me odies. ¿Es lo que quieres?

No se como lo hace, pero su mirada a pesar de estar llena de lagrimas falsas, ante mis palabras cambia y las convierte en lagrimas que entonces son más que verdaderas y ella sacude su cabeza.

-No baño -solloza.

-¿Vas a dejar de llorar? -la amenazo.

-Sí.

Ella se limpia la cara de inmediato y luego pone sus manos detrás de su espalda para mirarme directo a los ojos como si de pronto alguien hubiera presionado un botón que la obligara a tomar esa postura

-Seré buena -musita haciéndome entender que no es la primera vez que recibe esta clase de amenazas.

Genial, ahora me siento terrible.

-Lo lamento -suspiro- yo no quise...

Un golpe en la puerta me interrumpe y sobresalta a la niña que solo la mira como yo en completo silencio.

-Me duele la cabeza -solloza tallando sus ojos.

-Lo sé, tienes que comer algo y dejar de llorar -le limpio sus gruesas lágrimas de la cara y la persona afuera insiste llamando de nuevo a la puerta, seguro algún vecino que viene a quejarse del escándalo.

Intento recuperar la compostura de camino a la puerta y cuando la abro y encuentro a Dylan con una nueva bolsa llena de chocolates en la mano, suspiro ante la enorme capacidad del universo para conspirar en mi contra.

-¡Chocolate! -grita la niña cuya actitud cambia de inmediato llenándose de emoción.

Dylan no duda en entregarle la bolsa y Alison corre se escabulle de vuelta a la habitación.

-Sabía que le gustaría -sonríe.

-No tienes ni idea -afirmo.

Hay una mujer a su lado, quien en cuanto la miro me esboza una media sonrisa demasiado formal para mi gusto. Sus ojos grises me recuerdan a los de mi madre, pero son tan pequeños que apenas consiguen destacarse del resto de sus facciones.

-¿Quién es ella? -lo cuestiono.

-Oh, cierto. Lo olvide -Dylan hace una mueca-. Ella es Olivia, es mí... prima.

Frunzo el ceño.

-Yo, eh...-el chico titubea completamente nervioso y cuando espero por su respuesta él desvía la mirada de la mía con una actitud completamente diferente a la que tenía antes-. Ayer, noté que no te gustó dejar a... Alison sola y se me ocurrió que... -balbucea como un niño y cuando miro a la mujer, noto que ella intenta esconder una risa al verlo de este modo.

Nunca lo hubiera esperado.

-¿Ajá...? -lo presiono divertida logrando que vuelva a mirarme y eso lo hace soltar una pequeña risa nerviosa que resulta de lo más adorable.

-Se me ocurrió que ella podría cuidarla mientras tu y yo... ya sabes... -sugiere y yo alzo las cejas-. ¿Retomamos lo de anoche?

Miro a la mujer y esta vez ella me sonríe por completo luciendo totalmente amable.

-Soy muy buena con los niños -señala con una mirada burlona y yo me río.

-¿Y a dónde iremos? -pregunto.

-Santa Mónica -contesta Dylan-. Podría enseñarte a surfear y dar una caminata sobre la arena, mirar el atardecer...ya sabes...todo eso.

Me muerdo el labio pensando en lo tentador y liberador que suena todo, pero también lo irresponsable que sería aceptar.

-No lo sé... ¿por qué no vienen ellas con nosotros? -sugiero, pero una mueca se forma en cara de Dylan-. Podría ser divertido.

-La cosa es... que quiero que sea romántico -agrega él y la mujer alza las cejas consiguiendo que me sonroje ante tal aclaración-. ¿Por favor?

El estómago me cosquillea como nunca llevando una sonrisa que intento contener a mi rostro, pero resulta imposible cuando Dylan también hace lo mismo.

-Bien -me rindo-. Solo por un par de horas.

EL CÓDIGO QUE NOS UNE (Edición Final) ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon