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Existe este dicho, que justo después de que salimos del baño y visto a Alison con una playera de Levy que encontré en el armario, se repite en mi mente de manera incesante:

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Existe este dicho, que justo después de que salimos del baño y visto a Alison con una playera de Levy que encontré en el armario, se repite en mi mente de manera incesante:

"Si haces una promesa a un niño, cúmplela."

Por desgracia este es mi dilema:

1. Le prometí un chocolate a la niña si entraba en el baño para ganarme su confianza.

2. Ella acepto el trato.

3. No tengo chocolate.

¿Espero a que ella olvide esa parte del acuerdo? ¿Me niego a darle nada? ¿Tomo el riesgo y la llevo a conseguir ese maldito chocolate?

-Ya estás lista -le digo cuando he terminado de cepillar su largo cabello y ella se mira al espejo.

La playera de Levy parece un vestido sobre su cuerpo que le llega a las rodillas y las mangas casi le cubren sus brazos enteros como si fuera una túnica, debo decir que corrí con suerte de que lo que le gusta vestir a mi amigo es completamente aburrido y sin estampados.

-¿Por qué el piso es suave? -pregunta antes de dejarse caer sobre sus rodillas y sentirlo con sus manos.

-Porque es una alfombra -contesto.

-Alfombra...-repite pasando su mano sobre esta, creando una sombra más oscura que le causa curiosidad, así que repite el movimiento decenas de veces-. Hace cosquillas -suelta una risita.

Mientras tanto, cepillo mi cabello y después voy al baño para maquillarme un poco, dejándola en la habitación, pero no mucho tiempo pasa antes de que me acompañe.

-¿Eso es piel? -pregunta cuanto aplico un poco de base en mi cara.

-No. No es piel, se llama maquillaje -respondo con sus ojos observando cada uno de mis movimientos y una mueca en su cara que intenta comprender lo que hago.

-¿Qué es eso? -me cuestiona cuando aplico el rubor.

-Rubor -contesto.

-¿Para qué?

-No es importante -le digo para quitármela de encima, pero permanece mirándome.

Al terminar, luzco un poco mejor y arreglo también a la niña, enrollando un poco las mangas de su playera para mejorar su apariencia y por un momento casi parece una niña normal, hasta que su código atrae mi atención nuevamente.

No hay manera de que pueda sacarla con ese código en su muñeca, cualquiera que logre verlo podría sospechar algo e intentar...

-Ven. ¿Quieres probar un poco de maquillaje? -le digo intentando hacerlo emocionante.

-¿Duele?

-No -contesto tomando su mano y de inmediato aplico un poco sobre los horrendos números en su muñeca.

EL CÓDIGO QUE NOS UNE (Edición Final) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora