7

31 8 17
                                    

Hipocresía

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Hipocresía.

Cuando estaciono frente a la enorme escuela de mi hija lo único qué pasa por mi mente es esa palabra.

Durante los quince años que ella ha vivido fuera de ese laboratorio, jamás ni por un momento, me tome el tiempo de venir por ella ni de conocer a sus maestros o asistir a sus eventos escolares, jamás.

Cuando era joven, solía pensar en cómo sería mi vida al llegar a esta edad. Imaginaba una hermosa casa con olor a galletas de chispas de chocolate horneándose en la cocina en medio de un día helado, sentada al sillón de la sala con una preciosa niña idéntica a mí entre mis brazos y al amor de mi vida junto a mí con otro niño de cabello rubio y rizado ríendo a carcajadas mientras juguetean.

Pero mi vida real ahora es muy diferente. El amor de mi vida se ha convertido en un ser humano despiadado y frío, a mi hija que ni siquiera es mía siento como si no la conociera y mi casa no huele a galletas ni se siente cerca de parecer un hogar, en cambio, es un lugar frío y para nada acogedor donde odio vivir.

Ahora aquí estoy, intentando no sucumbir ante la llamativa tentación de encerrarme en mi habitación y ahogarme en una copa de vino, intentando rescatar a la única buena decisión que he tomado en mi vida, esperando siquiera un poco, que no me odie.

Madison y Levy son los últimos en salir de la escuela cuando el estacionamiento casi se ha vaciado por completo. Mi hija, luciendo como un desastre y aún así pareciendo la adolescente más hermosa que haya pisado esta escuela ríe con el chico que le enseñó a vivir la vida como si no hubiera pasado la mayor parte de su infancia encerrada en un laboratorio, siendo pinchada una y otra vez con agujas por pruebas inútiles hasta que casi la matan.

Me bajo del carro de inmediato, arreglando el grueso vestido que decidí usar hoy y me dispongo a acercarme a ellos luego de ponerme los oscuros lentes de sol para intentar ocultar que estuve llorando toda la mañana.

-Esto tiene que ser una broma -la escucho decir al acercarme y desvía la mirada en un desesperado intento por ignorarme que me crea un nudo en la garganta, dejando que sea Levy quien tenga que lidiar conmigo.

-Señora Wrestler -el chico me saluda con una enorme sonrisa en la cara, tan cálido como siempre.

-Hola Levy, ¿cómo resultó el debate? -contesto en un terrible intento por hacer conversación que lo incomoda de inmediato.

-Sí... eh... fue bueno... nosotros... creo que ganamos -balbucea mientras mi mirada se clava en mi hija quien permanece con los ojos en una colonia de hormigas que arrastran una migaja de pan frente a nuestros pies.

Reacciono cuando el chico termina de hablar y vuelvo a mirarlo.

-Me alegro.

Él me fuerza una nueva sonrisa para cortar la tensión, pero debe ser demasiada para que pueda soportarla.

EL CÓDIGO QUE NOS UNE (Edición Final) ©Where stories live. Discover now