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Al despertar a la mañana siguiente, Alison aún duerme en la enorme cama a mi lado y lo hace con una tranquilidad como si nada jamás pudiera perturbarla

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Al despertar a la mañana siguiente, Alison aún duerme en la enorme cama a mi lado y lo hace con una tranquilidad como si nada jamás pudiera perturbarla.

La observó dormir como una psicópata por un largo rato en que ella no parece notarlo, pero me incomodo segundos después cuando caigo en cuenta de que quizás sí lo nota, pero está bastante acostumbrada a estar en frecuente observación que le parece algo totalmente normal.

Tomo una ducha rápida en la relajante regadera de la habitación y cuando salgo con el cabello aún empapado, encuentro a la niña pegada al enorme ventanal observando encantada la espectacular vista que nos regala de la ciudad.

El momento me causa ternura, pues ella ni siquiera nota que he salido del baño y solo continúa apoyando su frente en el cristal.

-...estaré ahí por la tarde -Levy dice desde la sala y la curiosidad me obliga a salir a su encuentro. Habla por teléfono y masajea sus sienes mientras escucha lo que quien sea que esté al otro lado le responde-, ...discutió con sus padres... estamos cerca del Golden Gate... -miente un antes de gesticular la palabra «Jessica» para mí. Me río ante el control que ella ejerce sobre él-, ...lo sé, te veré en tu casa -le asegura-, ...también te amo -se despide y cuando finalmente cuelga el teléfono, es mi momento de burlarme.

-¿Problemas en el paraíso?

-Estaba como loca intentando localizarme, pero mi teléfono se quedó sin batería y el tuyo... -tan pronto lo menciona corro de inmediato a buscarlo en mi maleta, pero no tengo éxito.

-No lo tengo -anuncio luego de que mi equipaje queda todo desbaratado.

-¿No era esa la intención? -inquiere-. Si sabías que con eso pueden rastrearte, ¿no?

Mis ojos se abren enormemente, pero no ante el hecho de lo que acaba de decir, sino porque no es hasta ahora que recuerdo donde vi mi teléfono por última vez.

-Lo dejé en el laboratorio -confieso.

-¿Lo dejaste en dónde?

Siento que la cabeza de pronto me va a explotar.

-En el laboratorio, lo tenía conmigo cuando saque a la niña. Debí de haberlo puesto en algún lado -la desesperación se apodera de mi y se vuelve peor cuando es una extrema preocupación la que sustituye el sentimiento-. Tienes que irte. ¡Ahora!

-Cálmate Madison, no es el fin del mundo -comenta.

-Tu lo dijiste, te pueden rastrear con esa cosa. Si encuentran mi celular y ven tus mensajes... sabrán que estoy contigo -le explico.

-Ajá ¿y? -alza una ceja con su irritable forma de hacerme ver como una tonta-. ¿No dijiste que no me buscarían por la situación con mi madre?

El miedo se apodera de mi.

-Tienes que irte -repito y entonces suspira.

-Detesto tu paranoia -comenta poniéndose de pie.

EL CÓDIGO QUE NOS UNE (Edición Final) ©Where stories live. Discover now