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Estoy sentada al comedor tomando mi desayuno mientras leo las noticias en mi teléfono cuando la puerta de la casa se azota al entrar Sean junto con el doctor Hoffman

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Estoy sentada al comedor tomando mi desayuno mientras leo las noticias en mi teléfono cuando la puerta de la casa se azota al entrar Sean junto con el doctor Hoffman. Levanto la mirada de inmediato y sus rostros me dicen todo.

-¿Alguna noticia? -pregunto a pesar de ya saber la respuesta.

Han pasado ya cuatro días y a pesar de que no parece mucho para nosotros, para la niña es una eternidad y para el Centro, cuatro días en que lo único que han logrado hacer es perder.

-No hay rastro de ellas en Las Vegas -contesta Sean-. El chico mintió.

-Oh -exhalo.

-Y esto ya ha llegado a oídos de la Asociación -agrega Wen tomando asiento en el comedor-, y por lo tanto también al Centro. Vanderbilt viene en camino y su gente ya está buscando a la niña. No están felices.

Raymond Vanderbilt es ahora el director del Centro Global de Investigación, hijo del ahora fallecido fundador Nicholas Vanderbilt; un hombre serio y autoritario, más frío que el mismísimo hielo. Ha venido un par de veces a observar la evolución de la niña y a recibir los reportes de nuestra investigación, únicamente en ocasiones meramente necesarias por lo que ahora me imagino que, si ha venido hasta acá, es porque el problema realmente representa una amenaza para su trabajo.

Lo cual significa que es el perfecto momento para atacar.

-¿A qué viene? -inquiero.

-Quieren implementar una estrategia y silenciar a la Asociación antes de que todo empeore -Hoffman se frota el puente de la nariz-. ¿Puedes arreglar una reunión con los Blanchard?

-¿Qué debo decirle? -pregunto como si realmente no tuviera idea.

-La verdad -anuncia Wen poniéndose de pie y puedo ver cómo realmente parece haberse dado por vencido-. Si vamos a perder más vale arriesgar lo menos posible -admite antes de subir las escaleras encaminándose a su preciado laboratorio.

Me quiero reír ante lo sencillo y bien que está saliendo todo, pero debo guardar la compostura al sentir la mirada de mi esposo sobre mí.

-Iré a buscar a Clarisse -anuncio, pero él se apresura a tomarme de la mano antes de que consiga levantarme. Lo miro.

-¿Qué estás tramando? -me cuestiona y tengo que ahogar un grito para no demostrar que tiene razón.

-Nada -contesto, pero antes de soltarme, coloca algo en mi mano y al mirarlo encuentro la copia de la llave del laboratorio que le di a Madison.

-¿Vas a decirme que la niña consiguió entrar en el laboratorio por su cuenta? -me reclama-. ¿Así es como nos pagas por dejarte tener lo que querías?

-¿Lo que quería? -un nuevo nudo en mi garganta ahoga mi respuesta y libero mi mano de golpe de la suya-. No me conoces en absoluto si realmente crees que todo esto es lo que yo quería.

EL CÓDIGO QUE NOS UNE (Edición Final) ©Where stories live. Discover now