32

22 4 14
                                    

Como en una de mis peores pesadillas, al abrir los ojos encuentro a Wen Hoffman sentado frente a mi cama

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Como en una de mis peores pesadillas, al abrir los ojos encuentro a Wen Hoffman sentado frente a mi cama. Observándome y tomando notas acerca de mí y cada uno de mis movimientos.

Al voltear al techo me encuentro conmigo misma mirándome desde el espejo de la sala de pruebas. Al ser consciente de ello, el pánico se apodera tanto de mí que me cuesta respirar, y el tubo que está insertado en mi garganta, me asfixia provocándome una terrible sensación.

-Shhh, cálmate Madison -Wen se me acerca empeorándolo todo cuando me toca y lo peor de todo es que puedo sentirlo, probando que todo lo que sucede es real-. Voy a retirarlo, ¿estás lista? -pregunta comenzando a despegar la cinta de mi cara que mantiene el tubo fijo en mi boca y luego, lo jala fuera de mi garganta. Al terminar siento mi tráquea completamente destrozada y el aire, que de golpe me llega a los pulmones, quema todo en mi interior.

Tengo una nueva intravenosa conectada a mi mano que gotea un suero transparente, y una pulsera en mi muñeca izquierda, con pequeñas lucecitas que parpadean al compás de mi ritmo cardiaco completamente acelerado, además de un montón de cables conectados a mi cabeza.

¿Qué ha pasado? ¿Cómo termine aquí? ¿Por qué estoy con este hombre?

Al devolver la mirada al médico, este ya sostiene una enorme jeringa en su mano que consigue aterrarme aún más, y cuando intento hablar para evitar que me inyecte lo que sea que tenga en esa cosa, un espantoso ataque de tos me impide hacerlo. Mientras tanto, Wen me desconecta la intravenosa para administrar a través del delgado cable aun conectado a mis venas, el nuevo medicamento que sin dudarlo, me arrastra de vuelta a la inconsciencia.

La segunda vez que despierto, de nuevo hay alguien mirándome, pero esta vez son un par de ojos azules que me observan llenos de curiosidad y luego una sonrisa brillante y de dientes diminutos se dibuja en el rostro de mi adorable espectadora.

-¿Alison? -digo apenas audible y de inmediato La niña grita sobresaltándome con su fuerte tono de voz.

-¡Papi! ¡Despertó!

Para mi sorpresa, sigo en el mismo lugar.

Estoy hecha un desastre cuando me miro al espejo. Mi piel tiene una tonalidad amarilla, mi cabello está opaco y sin vida. Visto una clásica bata desechable como la de los hospitales y parece como si no hubiera comido en años.

-Buenos días -la voz de Wen acercándose es lo que finalmente logra distraerme de mi terrible apariencia y al verlo entrar en la sala con Alison aferrada a su mano, lo único qué hay en mi mente es confusión.

-¿Qué estoy haciendo aquí? -pregunto-. ¿C-cómo llegué?

-Dame tu brazo -me ordena en lugar de responder, extendiéndome una mano que ya está cubierta por un guante de plástico y la otra sosteniendo una nueva jeringa vacía.

EL CÓDIGO QUE NOS UNE (Edición Final) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora