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Nunca he sido fanático de los niños, sin embargo, de alguna manera u otra, siempre termino rodeado de ellos; así que he comenzado a hacer las paces con eso

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Nunca he sido fanático de los niños, sin embargo, de alguna manera u otra, siempre termino rodeado de ellos; así que he comenzado a hacer las paces con eso. Primero mis hermanas, ahora Alison, quién sabe, quizás algún día también termine teniendo los míos.

La perfecta combinación entre quien se convierta mi persona favorita en el mundo y la mejor parte de mí.

Sí, creo que la idea no suena tan descabellada...

-¡Mira, Dylan! ¡Está rodando! -Alison exclama sacándome de mis pensamientos cuando logra que el nuevo cachorro de Madison, que la niña ha nombrado en honor a su nuevo chocolate preferido, siga sus indicaciones.

Tiene el cabello lleno de pasto y a puesto a que la piel le pica horrores por haberse revolcado en el jardín para demostrarle como hacerlo, pero no dice nada y en cambio la sonrisa más grande del mundo le abarca la mitad del rostro. Lo cual resulta de lo más contagioso.

Ya han pasado dos semanas desde que la liberaron del control del laboratorio. De no conocer su pasado, juraría que es una niña completamente ordinaria, con su radiante felicidad, las miles de preguntas con las que me ataca a cada hora del día y la energía que la mantiene de pie por más horas de las que imaginaría.

Es feliz y contagia esa vitalidad a quien quiera que esté cerca de ella.

-¡Sarah! -grita corriendo directo hacia ella y al llegar se abraza a sus piernas. Ganándose una enorme sonrisa por parte de la mujer.

Ese es un nuevo y adorable hábito de ella

-Hola dulzura. ¿Qué has estado haciendo?

-Trabajaba con Snickers. ¡Hoy aprendió a rodar y lo hizo muy bien! ¿Quieres ver? -anuncia y luego sale corriendo directo hacia el cachorro que enseguida intenta escapar lo más lejos que puede de ella.

-¿Cómo está Madison? -le pregunto a Sarah aún cuando su apariencia lo dice todo. Tiene los hombros caídos, está encorvada luciendo aún menos alta de lo que en realidad es y tiene unas enormes ojeras bajo los ojos.

No he visto a Madison en estos últimos días y ella tampoco tiene ánimos de ver a nadie. Supongo que se siente terrible y a pesar de que me muero por volver a estar con ella, respeto sus deseos y he tratado de mantenerme lo más alejado que puedo.

-Está peor cada vez que la veo. Casi parece una calavera por todo el peso que ha perdido -contesta-, y está malhumorada todo el tiempo.

-¿Ha comido?

Ella sacude la cabeza.

-Su estómago no consigue retener nada de alimento -responde-. Georgina intentaba hacerla caminar, pero está...

-Muy débil -suspiro mientras a la lejanía Alison continúa correteando al pequeño animal.

-Deberías intentar verla. Quizá eso le levante un poco el ánimo -sugiere.

EL CÓDIGO QUE NOS UNE (Edición Final) ©Where stories live. Discover now