08- Primeras impresiones

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Capítulo largo y lento, con un final... loco.

Y con un flashback al principio.

Disfrútenlo.

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Reneé llevaba apenas media hora en BlackBusiness y ya estaba enamorada.

Bueno, no enamorada. Por suerte no creía en ese tipo de cosas. 

Pero sí se sentía atraída por el señor Blackwood.

No el padre, sino el hijo.

Simon.

El más guapo de todos.

Ojos grisáceos, cabello negro, sonrisa maravillosa, y tan educado que a Reneé le pareció irreal. Simon Blackwood no podía ser tan perfecto, aunque por el momento lo parecía. 

Reneé subió al elevador, las puertas se cerraron y suspiró aliviada. Su presentación no había sido un desastre como temía, y esperaba que todo se mantuviese bien. Aquel trabajo no era el mejor de todos, su cargo ni siquiera tenía nombre, pero por algo se empezaba. El sueldo tampoco era una maravilla, pero si ahorraba todo lo posible, un par de meses serían suficiente para conseguir un arriendo en un lugar aceptable, así evitaría que le quitaran a Cameron y ambos tendrían al fin el nuevo inicio que ella tanto deseaba.

Entonces, el elevador se detuvo dos pisos más abajo y un señor elegante entró. Era alto, de cabello negro grisáceo y expresión amable. Llevaba un maletín y un traje negro. Reneé se corrió hacia un lado para darle espacio, él entró, las puertas se cerraron y saludó.

—Buen día.

—Buen día —respondió Reneé.

El hombre la observó y soltó el maletín.

—Oh... Permítame, le ayudo.

Reneé se agachó, lo recogió y se lo entregó. 

—Gracias —murmuró el hombre, sin dejar de observarla y poniéndola incómoda—. Uh... Disculpa, ¿nos conocemos?

—No lo creo, señor. Es mi primer día en este lugar. Soy... Reneé Stevens. Hago mandados.

—Entiendo... —se estrecharon las manos, y Reneé deseó que el elevador se apurara en descender. ¿Por qué aquel hombre la observaba tanto? ¿Acaso le había crecido un tercer ojo? ¿Un cuerno en la frente? ¿Tenía serpientes en lugar de cabello?—. Yo soy Charlie Kane, gerente de finanzas. Disculpa mi comportamiento, Reneé, pero tu rostro me recordó al de alguien más.

—Tengo un rostro común.

—No —dijo el señor Kane con firmeza y amabilidad—. No lo tienes.

El elevador se detuvo en el piso seis, y Reneé se ajustó la falta por milésima vez antes de salir.

—Mi oficina está en el piso de los ejecutivos —dijo el señor Kane—. Si necesitas ayuda, allá estaré, Reneé.

Ella asintió con extrañeza.

Y las puertas se cerraron.

Y las puertas se cerraron

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Reneé ©  ✔️Where stories live. Discover now