12- Piezas rotas

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Simon miró por la ventana antes de cerrar las cortinas, estaba nublado y probablemente comenzaría a llover pronto

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Simon miró por la ventana antes de cerrar las cortinas, estaba nublado y probablemente comenzaría a llover pronto. Se alejó y fue a la cocina a buscar platos y cubiertos; cuando volvió, su teléfono sonó anunciando un mensaje... por tercera vez... en menos de media hora. 

Simon vio los mensajes y rodó los ojos... pero finalmente sonrió viendo la foto. 

—¿Qué ocurre? —preguntó Edith desde el sofá.

—Tu hermano me llena el teléfono con fotos de Helena. Mira, está jugando con el oso panda que le envié en navidad.

—¡A ver! 

Simon le entregó el teléfono y continuó poniendo la mesa. Él y Edith cenaban juntos desde el incidente con Stephen, más bien ahora que tenían tanto que conversar. A pesar de que el departamento de Edith ya había sido liberado por la policía, ella se negaba a regresar. Tenía miedo, y Simon no pensaba dejarla sola.

Simon sirvió la comida y ambos se sentaron a comer, mucho más animados que las tardes anteriores. Ese día había sido especial. Simon sentía que se le hinchaba el corazón de alegría porque Reneé al fin estaba de vuelta, había despertado y parecía ser la misma de siempre.

—Te asustaste cuando pareció no reconocerte —comentó Edith.

—Obvio que sí. Pero no habría sido Reneé sin una de sus bromas o algún comentario sarcástico.

—¿Cuándo le dirás lo que sientes, Simon?

—No aún. Acaba de despertar, no puedo llegar a la clínica mañana con un ramo de flores gritándole que la amo —Edith lo miró sorprendida—. Quiero decir... que me importa.

—¿Y por qué no?

—Porque la asustaría. ¿Recuerdas lo que dijo hoy? Pensó que yo estaba ahí para despedirla. ¿Qué clase de persona haría eso? Pero así es como Reneé me ve. 

—Bueno... no puedes culparla. No la tratabas muy bien.

No, la trataba pésimo. Y eso que Edith no sabía muchas de las cosas que Simon había hecho. 

¿Cuántas veces dejó las carpetas y actas desordenadas sobre el escritorio a propósito para que Reneé tuviese que ordenarlas? Lo hacía para que tuviese más trabajo, sí, pero también para que se quedara más tiempo en la oficina, a su lado. 

¿Cuántas veces la mandó a cualquier otro lado a buscar un simple café o un almuerzo especial, sólo para tenerla lejos por un rato? Porque no aguantaba las ganas de besarla cuando ella estaba cerca, sentía la terrible necesidad de abrazarla y sentirla contra él, decirle lo mucho que se sentía atraído por ella... decirle que la quería de manera irracional, sin mayor motivo.

He sido tan estúpido.

—Mejor háblame de ella. ¿Qué le gusta? 

—Uhm... —Edith frunció el ceño—. Reneé no es un libro abierto, sé muy pocas cosas personales de ella. Pero sé que le encanta el filete de pollo con puré y salsa blanca.

Reneé ©  ✔️Место, где живут истории. Откройте их для себя