HISTORIA COMPLETA
¿Existe un sentimiento peor que el amor?
Según Simon Blackwood, sí: la culpa.
Libro 2.5 de la trilogía "Guerreros Contemporáneos"
Se recomienda leer antes "Los principios de Oliver".
Todos los libros están completos y disponibles e...
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Volvió a la habitación con una copa de agua en la mano y se detuvo afirmándose en el marco de la puerta, bebiendo lentamente y observando la cama: Simon dormía en un lado, Chris en el otro, ambos tapados apenas con la sabana. El pecho de Simon estaba más expuesto, y Reneé se mordió el labio viéndolo subir y bajar con su respiración lenta. El cabello de Chris era un desastre, y Reneé tembló recordando la intensidad en sus ojos azules mientras la tocaba.
Cuando se acercó, Chris se movió y abrió los ojos.
—¿Qué hora es? —preguntó, estirándose.
—Casi las cuatro de la mañana —respondió ella, dejando la copa sobre la mesita junto a la cama.
—Ya debo irme.
—¿Por qué? —Reneé se sentó a horcajadas sobre él y lo besó. Chris le acarició los muslos con lentitud, hasta subir a su cintura para rodearla con sus brazos, apretándola contra él y devolviéndole el beso—. No tienes que irte.
—No quiero irrumpir en tu privacidad con Simon.
Reneé sonrió.
—Ya es un poco tarde para eso.
—Mañana debo trabajar.
—Pero en la tarde —dijo Simon sin abrir los ojos—. Quédate. La cama es grande.
Reneé lo besó de nuevo, y esta vez las manos de Chris fueron al interior de su camiseta.
—¿Quieres que me quede?
—Sí —respondió ella, empujando su pecho hasta que él quedó recostado sobre la cama—. Sí quiero.
Ya había amanecido cuando Reneé despertó al escuchar los pasitos de Cameron en el pasillo.
—¿Dedé?
—¡Ya voy, Cam!
Se levantó con cuidado para no despertar a Simon o a Chris, y salió al pasillo, cerrando la puerta detrás de ella. Tomó a Cameron en brazos y lo llevó a la cocina.
—¿Cómo amaneciste, bebé? —preguntó, besándole la mejilla.
Cameron rió con las cosquillas y se recostó contra su cuello, soltando un bostezo.
—Bien.
—¿Quieres leche con avena o cereales?
Cameron respondió apuntando la caja de cereales sobre el mueble. Así que ella le preparó desayuno y se sentó a su lado, ayudándolo para que no desparramara los cereales por toda la mesa.
Entonces, su teléfono comenzó a sonar con una llamada entrante de Charlie.
—Hola, papá.
—Reneé.
Se escuchaba cansado, con la voz un poco ronca.
—¿Te resfriaste? ¿Estás bien?
Escuchó su respuesta, sus explicaciones... y se le quitó el sueño de golpe.
