EPÍLOGO

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Aquella mañana de inicios de invierno, Reneé bajó del taxi y acomodó su vestido

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Aquella mañana de inicios de invierno, Reneé bajó del taxi y acomodó su vestido. Unas semanas más y podría llegar en su auto, sólo le faltaba dar el último examen de la prueba de conducir. Caminó un par de pasos y se detuvo frente al imponente edificio de BlackBusiness. Era altísimo, tenía más de quince pisos, y sus paredes exteriores estaban recubiertas por un vidrio oscuro, polarizado.

BlackBusiness seguía siendo un gigante de piedra y granito, pero Reneé ya no se sentía como una hormiga.

Al fin he vuelto.

Era su primer día de trabajo, y obviamente estaba nerviosa. En diez minutos debía presentarse en la oficina del subgerente y quería dejar la mejor de las impresiones siendo puntual.

Aun así, se quedó de pie por unos segundos más, contemplando el edificio y escuchando a su cuerpo: tenía los latidos del corazón acelerados, y su expresión amenazaba con romperse en una sonrisa.

Estoy lista.

Entonces caminó y avanzó.

Entró a la recepción, marcó su entrada en el lector biométrico y se acercó al mesón de la recepcionista.

—Buen día. Tengo una cita con el subgerente.

La mujer, Alicia, no levantó la cabeza.

—Buenos días, bienvenida a BlackBusiness. Anunciaré su llegada de inmediato. ¿Nombre?

—Reneé Kane.

Alicia levantó la cabeza y la miró sorprendida, Reneé sonrió con educación.

—No será necesario que me anuncies, él ya sabe que voy.

Caminó hacia el elevador viendo algunos rostros conocidos, saludó sin detenerse a conversar y subió hasta el piso de los accionistas. Atravesó el pasillo -sus tacones resonaban, eso le gustó- y se detuvo frente a la puerta del subgerente, el segundo cargo más alto en la empresa.

Entonces decidió abrir sin tocar la puerta porque... costumbres.

El subgerente estaba sentado tras su escritorio, escribiendo algo en su laptop. Y fue como verlo por primera vez: igual de magnífico e inalcanzable, como un príncipe sentado en su trono.

Simon levantó la cabeza, sorprendido, pero sonrió feliz al verla.

—Algunas cosas nunca cambian, ¿verdad, Reneé?

Ella sonrió también, y se acercó para saludarlo con un beso en los labios.

—Tiene razón, señor Blackwood.


Y esta es su historia. 

Esta es Reneé.

Reneé ©  ✔️Where stories live. Discover now