18- La piedra en el zapato

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Simon: ¿Cómo estás?

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Simon: ¿Cómo estás?

Reneé: Súper. ¿Tú?

Simon sonrió, contestó el mensaje y luego siguió trabajando. El día estaba nublado y la oficina se había oscurecido considerablemente, así que encendió las luces. 

Reneé: Pensaba en lo de la mañana. Quiero repetirlo.

Demonios, sí.

Simon: Niña mala.

Simon: Yo también...

Estaba tan concentrado en los mensajes, que no escuchó cuando llamaron a la puerta y sólo reaccionó cuando la cabeza del señor Kane se asomó.

—¿Estás ocupado?

—No, adelante.

El señor Kane entró, pero no se sentó.

—Sólo venía para invitarte a almorzar. 

—Oh... seguro... —Simon miró su reloj, y sorprendido notó que la hora de colación había comenzado hacía casi diez minutos. Bendita Reneé y sus mensajes, distrayéndolo—. ¿Hay algún motivo en particular?

—Allá hablamos. Te espero abajo.

Y se fue.

Simon apagó el computador y cerró un par de carpetas, luego tomó sus cosas y salió. Mientras bajaba por el elevador, le escribió a Reneé, avisándole que no iría al departamento.

Simon: Tu padre me invitó a almorzar. Nos vemos más tarde.

Reneé: Ok, dale un beso de mi parte.

Simon: No haré eso... pero te cobraré el beso de todos modos...

Casi veinte minutos después, él y el señor Kane estaban sentados en la terraza de un restaurante, y observaban el menú en silencio.

—Entonces —dijo Simon, incapaz de aguantarse más—. ¿Me invitó por un motivo especial? Porque usted pagará la cuenta, ¿cierto?

El señor Kane sonrió. Y de alguna forma, sus gestos se asemejaron a los de Reneé.

—Sí, yo pagaré la cuenta. Te lo debo por el golpe del otro día —ah, sí. Simon le había dicho a Reneé que el golpe fue accidental, que lo recibió cuando intentó separar al señor Kane y a Bonucci, pero la verdad era que el señor Kane lo había golpeado al enterarse de que Simon estaba al tanto de lo que ese cerdo había hecho con Reneé—. El único motivo es preguntarte qué hay entre tú y Reneé. Obviamente no estás obligado a contestar. Pero... me gustaría que fueses sincero, tratándose de un tema que involucra a mis dos hijas.

Simon lo observó con detenimiento. El señor Kane lucía tranquilo como siempre, pero Simon entendió que por primera vez, estaba dispuesto a meterse en los asuntos amorosos de alguien más; de sus hijas, para ser más específico.

Reneé ©  ✔️Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt