XIV

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Daenerys miraba el techo perdidamente, sin pensar exactamente en algo. En realidad pensaba en muchas cosas, pero nada en concreto. Todo era vago y fugaz. Ni siquiera escuchó cuando alguien más entró a su habitacion, seguía ida y desde su distancia San se percató de eso, tanto que se acercó a ella cautelosamente.

— Mi Lady. —la llamó el bicolor en un tono de voz suave y moderado, no quería hacerla sobresaltar o asustarla por su repentina presencia.

La joven castaña pestañeó un par de veces, intentando de relacionar aquella voz con su dueño.

Daenerys.

Era una voz que no escuchaba con tanta frecuencia, como la de algunos de los militares que formaban parte de mi guardia. Tal vez como Johnny o Mark... Incluso Hyunjin. No era tan familiar como con la de Wooyoung o Felix...

Esta voz era dulce y calmada... Delicada, diría yo. Supuse que era el compañero de Woo, este San. Ambos compartían una esencia similar y es que eran encantadores de primera impresión, esa era la vibra que me transmitían.

— Por favor no le hagan nada a Melody. Tan solo está cubriendo un capricho mío, ¿sí? —no lo miré continué con la vista perdida en el tapiz del techo. Gris, casi blanco.

— Entonces, ¿se encuentra bien? —indagó y desde el rabillo de mi ojo aprecié como este se iba acercando a mi sigilosamente. Como si su intención fuera el no ser notado.

— Hah... En realidad tengo ganas de morirme el día de hoy, pero supongo que sí. Estoy viva... Estoy despierta. —solté.

— ¿Puedo ayudarla en algo, Mi Lady? —su pregunta me hizo elevar mis cejas, algo ingenua. Volqué por primera vez mi rostro para verlo. Ahí estaba él de pie, inexpresivo, como si no tuviera sentimientos o emoción alguna. Como si el que en realidad estuviera muerto por dentro fuera él y no yo. Su piel estaba pálida, tenía pómulos bastantes pronunciados, su rostro era delgado en sí. Pero esos ojos... Eran tan afilados que sentía como podía rebanarme el alma.

Me intimidó sin razón alguna aparentemente, tanto que olvidé la cuestión.

— Bueno... —tragué saliva con dificultad, sintiendo la garganta y boca seca.

Una de sus tupidas cejas se arquea al notar que de mis labios no se emitía nada.

— Puede pedirme lo que sea. —insiste con lentitud y elegancia.

Pestañeé repetidamente. ¿Lo que sea?

— Ahm... —miré a mis costados, encontrando una respuesta rápida.— No estoy segura si quiero pedirte algo. —si fuera Woo le hubiese pedido que se sentara en el borde de la cama para conversar de algún tema tribal, pero San... No le conocía de nada.

— Con toda confianza, por favor.

Solamente me estaba haciendo complicado esto. Yo no era de correr al personal por cuenta propia. San evidentemente estaba muy servicial. Me senté sobre el colchón en posición de loto. Rasqué mi nuca y achiné mis ojos, forzando la vista. Recién realizaba que, había muy poco iluminación dentro de mi cuarto. Ni siquiera había señales de que el sol hubiese hecho su aparición.

— ¿Podrías abrir el cortinero? Me siento un poco aterrada no poder divisarte bien. —le pedí después de un rato a lo que él obedece. Me dedique a ver como realizaba su tarea.— Y cuéntame San, ¿Eres cercano a Wooyoung? Como un amigo... —susurré, mirando como la habitación se va iluminando lentamente.

El mencionado se voltea a verme con apenas visible sonrisita.

— "Amigo" —rió disimuladamente—No sé si podría conciderar a Jung Wooyoung como aquello que usted considera a un militar de bajo rango como Felix. Que forma tan peculiar de catalogar la interacción entre los seres...-

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