Recuerdos escondidos

28 6 4
                                    

El rojo amanecer se mostraba por la ventana y William se encontraba desayunando solo en la cocina cuando bajó Connor y se sirvió una taza de café.

-¿Qué hora es?- preguntó mientras tomaba asiento y comía una tostada que al parecer se le habían quemado un poco.

-Las seis y diez- respondió-. En cualquier momento va a llegar Stevenson y los demás aún no se despierten, los voy a buscar.

William se puso de pie aún con su taza de café en la mano y subió las escaleras, tocó la puerta de todas las habitaciones y volvió a la cocina. Sheila salió del baño que estaba debajo de las escaleras y se sentó a desayunar con los chicos, minutos después bajaron Melisa y Lorena.

-¿Y Peter?- preguntó Sheila.

-Ya viene- respondió William con una tostada en la boca-. Me pasan la mermelada por favor- pidió y Lorena que estaba más cerca se la pasó-. Gracias.

Peter venía bajando las escaleras con el cabello mojado porque recién terminaba de bañarse; se acercó a la mesa y tomó una sola tostada le dio una mordida y se fue al sofá.

-¿No vieron el libro que estaba leyendo anoche?- preguntó mientras levantaba los almohadones uno por uno buscando aquel libro. Como respuesta obtuvo un "No" al unísono.

-¿No vas a desayunar?- preguntó William.

-Ay no, yo nunca desayuno.

La puerta principal se abrió dejando ver a Stevenson que entraba imponente, los miró a cada uno con su mirada seria y luego informó:

-Terminen de desayunar que nos vamos a entrenar; hoy nos vamos a concentrar en algo más que los elementos, la fuerza mental.

El profesor dio media vuelta y todos lo siguieron hacia afuera. La fresca brisa les acariciaba el rostro mientras se adentraban en el bosque; cuando llegaron a un punto bastante alejado de la cabaña se detuvieron. Habían demasiados árboles a su alrededor que casi no se divisaba el cielo, pero aún así la paz no desaparecía.

-¿Qué dijo que vamos a hacer?- interrogó Melisa.

-Vamos a reforzar la mente, Godoy.

-¿Por qué?- preguntó Connor con un tono intimidante.

-Porque las brujas pueden meterse a su mente y controlarlos, los puede convertir en sus empleados, en sus marionetas si así lo desea.

El corazón de Lorena se estremeció al escuchar esas palabras, “podían estar siendo controlados por Adira en ese momento” su corazón se llenó de dudas nuevamente, ahora desconfiaba mucho más, no solo del profesor, sino de todos.

-Si ella nos controla, ¿lo notaríamos?- preguntó la ojiazul para aclarar sus dudas-. ¿Usted la puede detener?

-Sí lo notarían; y no la puedo detener porque con el tiempo se hace más poderosa, y ya pasó mucho tiempo- respondió el profesor-. Esta es la primera y única clase que daré sobre este tema por lo tanto presten atención como si su vida dependiera de ello, ¿entendido?

-Sí- respondieron todos juntos.

El profesor dio la orden de que todos se alejaran al menos dos metros del que tenían al lado para que pudieran estar más cómodos, si bien no se iban a golpear pero necesitaban su espacio.

-Yo puedo meterme a su mente, rebuscar entre sus recuerdos y manipularlos pero no los puedo obligar a hacer nada. Ahora solo veré lo que ustedes estén viendo en ese instante así que necesito que piensen que es lo que quieren que yo vea, y lo veré.

Los seis formaron un círculo donde el profesor era el centro, sus ojos se volvieron azules lentamente y se fijaron en la pelirroja, ella se asustó un poco cuando sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo.

Guerra de Elementos [#1]Where stories live. Discover now