Confesiones

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Cinco meses habían pasado desde la llegada de los jóvenes a la cabaña, cinco meses pasaron desde que Melisa se enteró que era una guerrera, cinco meses entrenando para combatir contra Adira, cinco meses conociendo a nuevas personas, cinco meses viviendo bajo el mismo techo con desconocidos, desconocidos que después de cinco meses se convirtieron en amigos.

El último mes de verano llegaba a su final, las hojas de los árboles empezaban a teñirse de amarillo, algunas ya caían al suelo; en dos semanas el otoño iba a ser mucho más notorio y las noches frías se aproximaban cada vez más.

Peter no volvió a tener pesadillas, estaba feliz por ello pero una mínima parte de él, su parte masoquista quería soñar con la muerte de sus padres una vez más, ya que la última que lo hizo pudo ver el rostro de su madre, pudo recordar el rostro de su madre, era una mujer de estatura mediana, en su piel pálida resaltaban los ojos azul océano, tenía el cabello rubio ondulado que caía hasta sus hombros; para él era la mujer más hermosa del mundo, llegó a la conclusión de que se parece mucho más a ella, a excepción de los ojos, supuso que tiene los ojos de su padre.

Lo único que recuerda de su padre es que su cabello era corto y marrón, su voz era difícil de recordar, sí recuerda que la escuchó en su sueño pero no la podía describir, era como la un joven adulto, estaba seguro de que no tenía más de veinticinco años, al igual que su madre.

Melisa y William ya estaban al mismo nivel que los demás guerreros, ahora en todos los entrenamientos lo que hacían es combatir juntos y entre ellos, en equipos o todos contra todos, incluso intentaron usar los elementos combinados, los mismos intentaron crear un "tsunami" en la pequeña laguna que se formaba al final de la cascada, lo único que lograron fue un pequeño movimiento al que ellos llamaron "baby tsunami" así que nunca más intentaron cosas así.

Como ya sabían controlar y generar sus elementos se pasaban de listos, por las noches le hacían bromas a Stevenson, más de una vez William provocó un temblor en donde ellos fingían un miedo exagerado y salían corriendo hasta la biblioteca, pero el profesor solo le gritaba a William que lo detuviera, ese hombre parecía imposible de asustar.

-Shhhh- Connor callaba al rubio mientras se escabullían en la cocina de la casa del profesor, así le llamaban a la biblioteca ahora-. ¿Estás seguro que está acá?

-Si, en la alacena de arriba- dijo señalándola-. Yo no llego, sácalo vos- Connor lo miró y efectivamente era verdad, nunca se había percatado de que le sacaba una cabeza más o menos-. Dale que se va a despertar.

El mayor hizo caso, extendió su brazo y abrió el pequeño cajón dejando ver una colección de bebidas alcohólicas, habían varias botellas de vino, cerveza y vodka, pero solo una de whisky, el chico tomó dos de vino, tres de cerveza y dos de vodka y se las pasó a Peter, antes de irse se volvió tomó la botella de whisky.

-Se va a dar cuenta- advirtió el rubio mientras salían del lugar para encontrarse con Sheila que los esperaba afuera-. Estamos vivos- bromeó y la pelirroja sonrió.

-¿Me recuerdan por qué les estoy haciendo caso?- dice la pelirroja mientras ayuda a Peter a cargar las bebidas.

-Porque somos unos borrachos y el cumpleaños de este loco- dice Connor señalando a Peter, luego se fijó la hora en el reloj de agujas que tenía en la muñeca izquierda y se retractó-. No, espera no es tu cumpleaños, falta una hora para que se haga siete de septiembre.

Los tres rieron y siguieron caminando hasta llegar a la cascada, la verdad no quedaba tan lejos, y menos cuando caminabas rápido como ellos. Cuando llegaron al lugar vieron que los demás por fin prendieron la fogata, estaban sentados sobre mantas ya que el suelo estaba frío, en cambio, la noche era cálida, pero de todos modos habían más mantas para cubrirse en caso de que la temperatura bajara.

Guerra de Elementos [#1]Where stories live. Discover now