El cuervo

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La brisa cada vez más fría y las copas de los árboles más amarillos tornaban al bosque como un cuadro otoñal en una galería de arte, el silencio de la mañana y ver el amanecer era algo que siempre le fascinó a Lorena, siempre lo veía desde su ventana pero esa mañana de septiembre decidió salir y escalar el árbol más grande que encontró; llevaba dos trenzas tejidas que quitaban el cabello de su cara, era algo que le molestaba cuando salía a practicar arquería.

Acomodó una flecha en el arco al escuchar el graznido de un cuervo; de pronto, desde un árbol vecino salió un pequeño cuervo, la chica iba a disparar cuando notó que la pequeña ave se acercaba a ella, bajó su arco y devolvió la flecha a la aljaba, el cuervo solo se posó a su lado y giró su cabeza hacia un lado, la chica imitó su movimiento y soltó una pequeña risa.

El cuervo simplemente se fue y la chica lo siguió con la mirada, preparó su flecha, estaban lista para disparar, soltó un pequeño suspiro y disparó la flecha, pero el cuervo nunca cayó, la flecha y el ave desaparecieron. Lorena frunció el ceño confundida y decidió bajar a averiguar qué sucedió.

Ya abajo del árbol caminó en línea recta trazando el recorrido que hizo la flecha, tenía que esquivar algunos árboles a su paso mientras las hojas crujían bajo sus pies.

“¿Qué mierda?”

Sus ojos recorrieron todo el lugar cuando encontró la flecha sin el cuervo, tomó la misma en sus manos y la observó con detenimiento, cuando llegó a la punta notó que ésta tenía sangre, sí le dio al cuervo, pero no estaba por ningún lado.

“¿Se fue?, es imposible”

Decidida guardó la flecha en su aljaba y volvió a la cabaña a un paso veloz, trataba de encontrar alguna explicación lógica pero no la hallaba; pensó en hablar con Stevenson, pero teniendo en cuenta que no lo ven hace una semana sería imposible, después de la pequeña “pelea" no salió de su casa, ellos sabían que estaba allí porque por la noche se escuchaban sus pasos fuera de la cabaña, era algo aterrador pero sabían que siempre salía a fumar.

Cuando llegó a la cabaña sus pensamientos desaparecen para ser remplazados por la confusión; el cuerpo del cuervo sin cabeza posaba a unos pasos de distancia de la puerta principal.

Eso le provocó una arcada de asco a la chica, sostuvo su vientre y con una varilla volteó el pequeño cuerpo, soltó una grito ahogado cuando notó que una gran cantidad de gusanos blancos se movían abajo del cuervo; por instinto retrocedió hasta que su cuerpo chocó con la puerta.

Abrió la puerta rápidamente y se encontró con sus amigos desayunando, miró el reloj de pared y notó que ya eran las ocho de la mañana, devolvió su vista a la mesa y se atrevió a hablar:

-¿Quién fue?- preguntó sin más, todos alternaron la vista entre ella y cada uno que estaba en la mesa-. El cuervo, ¿quién lo mató?

-No sabemos de qué mierda hablas- dijo Connor.

La ojiazul se sentó a un lado de Melisa tomó un sorbo del café de su amiga; estaba pálida y todos lo notaron, no quisieron presionarla pero la espera los estaba carcomiendo.

-¿Pero no lo mataste tú?- preguntó Peter cuando terminó de contar lo sucedido; la chica negó con la cabeza-. ¿Entonces?

-Lo más lógico que pensé fue que la flecha solo lo rozó, pero no entiendo quién lo degolló, y un cuerpo no se descompone tan rápido para que ya tenga gusanos.

Lorena se puso de pie y los demás la imitaron, se dirigieron a la puerta y salieron para ver al dicho cuervo; habían moscas y gusanos en el cuerpo, tuvieron que cubrir su nariz por la peste que desprendía.

Guerra de Elementos [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora