Un año nuevo

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La última semana de diciembre no fue diferente a las demás, seguían entrenando aunque lloviera; y Peter, por las noches entrenaba con Stevenson y su nuevo poder.

William tenía pesadillas constantemente en las que todos morían a manos de las brujas y él se quedaba solo; varias noches se despertó gritando y Sheila se quedaba con él para tranquilizarlo.

La última noche de diciembre cenaron todos juntos para despedir el año.
Hicieron el brindis cuando llegó el primero de enero de 2019, las mejores amigas se abrazaron y susurraron algo al oído que sólo ellas escucharon, hicieron un abrazo grupal y todos tenían una sonrisa genuina en sus rostros.

El menor de los guerreros salió afuera ya que había empezado a nevar y a él le encantaba, pronto todos lo siguieron y se encontraban en el porche de la cabaña observando las estrellas y la nieve caer, mientras que Lorena y William bailaban un tipo de vals con sus propios pasos desordenados.

-Perdón, Peter- dijo una voz a la espalda del chico que se encontraba recogiendo la mesa, el mismo se volteó rápidamente y vio que Stevenson cerraba la puerta a su espalda-. Cometí demasiados errores contigo y me arrepiento cada día, con mi afán de limpiar mi conciencia te culpé por algo en lo que tú no tuviste nada que ver y te llevé a una vida llena de dolor- los ojos del profesor comenzaron a llenarse de lágrimas pero no derramó ninguna-, y siento mucho todo lo que hice- su voz empezó a temblar hasta que se quebró-. Perdón, Peter, por todo.

El chico no dijo nada y caminó dando pasos largos hasta llegar a su padre que lloraba y lo rodeó con sus brazos, el adulto le devolvió el abrazo rápidamente y no dijo nada más, pero Peter sin romper el abrazo le dijo:

-Pa, te perdono.

Y esas palabras provocaron que Stevenson llorara un poco más y ejerciera más fuerza en el abrazo.

Cuando dejó de llorar rompió el abrazo, se secó las lágrimas, sonrió y ayudó a Peter a recoger los platos sucios de la mesa.

Pasadas la una de la mañana el profesor se fue a la biblioteca y los chicos entraron porque ya hacía mucho frío.

-Deja que te ayude- dijo William a Peter que lavaba los platos-. Es martes, me toca a mí.

-De hecho los platos son del lunes- dijo Connor mientras se acercaba-, así que me toca a mí.

-Pero ya es martes. Los martes son míos.

El rubio se secó las manos con una servilleta de papel y dijo:

-No se peleen por lavar los platos, hay suficientes para los dos- les regaló una sonrisa burlona y se marchó a las escaleras-. Feliz año nuevo, por cierto- dijo antes de entrar a su habitación.

Los dos guerreros se quedaron solos lavando los platos ya que los demás estaban durmiendo, pero no fue por mucho tiempo porque acabaron rápido y cada uno subió a su habitación, en realidad, Connor entró al cuarto de Peter porque ahora dormía allí.

-¡Bu!- gritó Peter cuando el guerrero abrió la puerta y como él estaba a un costado de la misma no lo vio, el chico dio un pequeño salto y luego encendió la luz-. Sabía que te ibas a asustar por algo.

-Loco- dijo en un susurro mientras tomaba su buzo por el cuello y se lo sacaba-. Llévame al fondo del mar y vas a ver cómo me muero del susto.

El rubio empezó a ponerse su pijama que era un simple pantalón gris y una remera negra holgada y mientras llevaba la ropa que se sacó a la silla de la esquina dijo:

-No, a mí también me da miedo.

Connor sonrió y se acercó a la cama aún con el pantalón de jean, revisó bajo las almohadas buscando su pantalón pijama rojo a cuadros, ya que no lo encontró se fijó en el ropero y tampoco lo encontró.

-¿Qué buscas?

-Mi pantalón- contestó desde el piso porque ahora lo buscaba bajo la cama.

-Ah sí- dijo el rubio y se puso de pie, fue hasta la silla y le arrojó el pantalón en la cara-. Estaba en el piso y lo dejé en la silla.

-Gracias- dijo y comenzó a cambiarse.

El rubio se sentó en la cama, se cubrió las piernas con las sábanas y tomó el ejemplar de La canción del lobo y lo abrió más allá de la mitad para comenzar a leer. Connor se acostó bajo las sábanas y apoyó su cabeza en la cintura del rubio mientras hacía círculos con si dedo sobre el tatuaje del chico, al cual no lo veía porque lo cubría la remera, pero él sabía que estaba allí.

Peter cerró el libro maldijo por lo bajo porque no colocó el separador, así que abrió el libro rápidamente antes de olvidarse el número de página y cuando la encontró puso el separador y dejó el libro en la mesita de noche.

Antes de poder acomodar su cabeza en la almohada siquiera, Connor colocó su mano al otro lado le su cabeza quedando por encima del chico.

-Feliz año nuevo- dijo y depositó un beso corto en los labios del rubio.

El cabello del mismo caía a los lados de su cara entonces el rubio elevó su brazo para agarrar su cabello y pasarlo entre sus dedos.

-Tienes el pelo más largo- comentó Peter.

-Sí, pero no me lo voy a cortar- el rubio, sin soltar su cabello se acercó y le dio un beso más largo y suave-. Te amo- dijo cuando rompieron el beso.

"Te amo"

Esas dos palabras quedaron atrapadas en la cabeza de Peter. Nunca comprendió que era exactamente el amor, pero sin embargo tenía una respuesta, no sabía si era correcta o no pero esa respuesta llegó a su mente en ese instante: "El amor puede ser como un listón suave que envuelve y cura tu corazón o un alambre de púa que lo lastima"

Ahora sabía que Connor no era como el alambre que alguna vez, en el pasado, envolvió su corazón; Connor era el listón más suave que envolvía su corazón con el mayor de los cuidados.

Por eso es que Peter no dudó ni un segundo en decir:

-Te amo más de lo que llegué a imaginar.

Connor sonrió mostrando sus dientes y antes de colocar su cabeza, a un lado de Peter, sobre la almohada depositó un beso corto en la frente del mismo.

[...]

Cerca de las dos de la madrugada Peter despertó por el sonido como si algo con punta golpeara contra el vidrio de su ventana, se puso de pie y caminó hasta llegar al interruptor que estaba a un lado de la puerta.

Cuando encendió la luz dirigió su mirada al chico que dormía en su cama, éste se movió y cubrió su cara con la manta; Peter corrió las cortinas de la ventana y no vio nada fuera de lo normal, la noche estaba iluminada por la débil luz de la luna y no caía más nieve, entre los árboles no había nada ni nadie, así que cerró las cortinas, apagó la luz y volvió a su lugar en la cama.

No alcanzó a cerrar los ojos cuando el golpeteo interrumpió nuevamente, con su telequinesis apretó el interruptor encendiendo la luz y miró por la ventana. No había nada.

Ya enojado y asustado volvió a la cama pero no apagó la luz, después de cinco minutos sin escuchar nada cerró los ojos y apagó la luz, estaba a punto de dormirse cuando los golpes sonaron cada vez más rápido en su ventana.

-Puta madre...

Connor se destapó la cara y con fastidio siguió con la mirada al rubio que hacía lo mismo que las veces anteriores.

Al momento de correr las cortinas vio un cuervo que golpeaba su pico lleno de sangre contra el ventana, Peter se asustó cuando lo vio pero después frunció el ceño lleno de rabia.

-Ni dormir se puede- murmuró mientras un aura de color azul rodeaba sus manos, ahora casi juntas a la altura de su pecho.

-¿Qué pasa?- preguntó el otro con la voz ronca, Peter lo miró de reojo pero no contestó al instante. Se escuchó un crujir de huesos cuando las manos del mismo en un movimiento rápido giraron y el aura desaparecía.

-Cuervo- se limitó a decir cuando volvía a la cama-. Ya vamos a dormir.

Guerra de Elementos [#1]Where stories live. Discover now